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La Operación Impensable: El Plan de Churchill para una Tercera Guerra Mundial

Por Crónicas de Ares / El primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill es considerado como uno de los principales nombres en la Segunda Guerra Mundial. Encabezó una empeñada lucha contra nazismo y fue uno de los máximos exponentes de la resistencia ante Adolf Hitler. Sin embargo, el dictador alemán no era la única figura que preocupaba al polifacético político británico: mientras todos celebraban el final de la guerra tras la rendición de Alemania, Churchill ordenó a su consejo de guerra la creación de un plan para invadir la Unión Soviética. Los documentos que prueban la existencia de dicho plan se mantuvieron en secreto hasta que fueron desclasificados en 1998. De haberse ejecutado, era inminente una Guerra Total, la Tercera Guerra Mundial.

INTERESANTE

Causas

Es necesario analizar el panorama de finales de la Segunda Guerra Mundial para encontrar las causas que motivaron al premier británico Winston Churchill, a ordenar un plan que significara iniciar una guerra contra la Unión Soviética.

El primero de ellos era la ocupación soviética de Polonia. Churchill estaba angustiado e indignado por las graves tensiones y represiones que se estaban viviendo en los países que habían sido liberados de los nazis por los soviéticos, sobre todo el caso de Polonia, puesto que en Londres se encontraba el gobierno polaco en exilio, desconocido por la Unión Soviética.

El 17 de enero de 1945, las tropas soviéticas ocuparon Varsovia. La capital polaca quedó libre del dominio nazi pero pasó a convertirse en un satélite de la Unión Soviética. Una Varsovia completamente destruida cayó cuando uno de los coroneles alemanes al mando de las fuerzas apostadas contradijo una orden directa de Hitler y autorizó la retirada.

Stalin decide aniquilar a la élite del pueblo polaco por considerarla enemiga acérrima del poder soviético. Durante las semanas inmediatas a la liberación, antes que Alemania fuese vencida, los soviéticos detuvieron a los líderes polacos que no eran comunistas, mientras esbozaban un gobierno títere. Los polacos habían luchado ante los alemanes codo con codo con los británicos, incluso formando unidades militares conjuntas.

Otra de las causas era la preocupación que existía por la sumisión ante las exigencias de Stalin que había mostrado Franklin Roosevelt, presidente de EEUU, durante la Conferencia de Yalta de 1945. Además, ante el anuncio que las tropas estadounidenses se retirarían de Europa una vez derrotada Alemania, existía mucho temor que Gran Bretaña se quedara sola en Europa ante el poderoso avance de la Unión Soviética.

«Por un lado, el gran oso ruso; por otro, el gran elefante americano; y, entre ellos, el pobre burro británico», comentó Churchill en la Conferencia de Yalta, la cumbre donde se decidió el futuro de la Europa de posguerra. Al líder británico le preocupaba la situación que pudiese desarrollarse tras el final de la contienda, después de que las fuerzas aliadas se desmovilizaran y regresaran a sus países.

Y es que ni siquiera podía contar con Francia ante un hipotético enfrentamiento con los soviéticos en la post guerra. Charles De Gaulle se había sentido rechazado por los británicos, soviéticos y estadounidenses por haberlo excluido de la Conferencia de Yalta y de la planificación de Europa tras la guerra y estaba decidido en no prácticamente no colaborar con los aliados. Además, el Partido Comunista de Francia había cobrado un gran prestigio por su papel en la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que cualquier implicación del país en una acción militar contra la URSS hubiese tenido una fuerte contestación social.    

Formulación del plan

El premier británico, anticomunista declarado pero también de una personalidad bipolar, justo los días antes del final de la Segunda Guerra Mundial, convencido de que Stalin representaba una gran amenaza para la paz mundial, Winston Churchill ordenó durante las últimas fases de la guerra que el Ejército británico se apropiara de todas las armas alemanas que pudiera, por si se daba la circunstancia de tener que usarlas contra la Unión Soviética, que había perdido unos 27 millones de personas en el conflicto tras asegurar la mayor parte de las victorias contra los nazis. Además, el estadista inglés pidió a sus fuerzas armadas que idearan un plan concreto de ataque al Ejército Rojo que recibió el nombre de ‘Operación Impensable’.

Churchill no quería una paz de la victoria pírrica sino una paz que fortaleciese al Imperio Británico de cara al nuevo orden mundial que se iba a configurar tras la caída del Tercer Reich. Un escenario peligroso para el Imperio Británico al emerger dos grandes Imperios como eran el estadounidense y el soviético. 

Son por los motivos antes expuestos que Churchill encargó al Alto Mando estudiar la forma de cómo presionar a la URSS a retirarse para darle un trato justo a Polonia, pero implicando en la acción a los ejércitos británico y estadounidense. Era la “Operación Impensable”, un ataque a las fuerzas soviéticas desplegadas en Europa Oriental y el este de Alemania.

El objetivo de Churchill iba más allá: el borrador del documento contemplaba imponer a Rusia la voluntad de Estados Unidos y del Imperio Británico, lo que significaba reponer el poder que alguna vez en tiempos recientes había tenido Gran Bretaña.

La fecha que establecía el documento para ejecutar la ofensiva en la zona ocupada por los soviéticos, era el 1° de julio de 1945, antes que las fuerzas de EEUU abandonaran territorio europeo, repatriados o desplazados hacia el Pacífico para derrotar de una vez por todas a Japón. Se eligió la fecha del 1 de julio para alcanzar los objetivos antes de la llegada del invierno (Recordar que Hitler puso en marcha la Operación Barbarroja un 22 de junio y no tuvo tiempo de llegar a Berlín, entre otras cosas por la magnífica defensa soviética). Y eso que en un informe del comité de planificación conjunta se esperaba que la guerra contra Alemania terminaría el 30 de junio, es decir, se esperaba que entre el final de una guerra y el principio de otra sólo transcurriese un día, lo cual hubiese sido surrealista y además imprudente, pues los agentes soviéticos en Alemania se hubiesen percatado inmediatamente de los preparativos.

El plan consistía en atacar por sorpresa desde Hamburgo hasta Trieste, incluyendo desembarcos en la zona alemana controlada por la URSS y Polonia. El objetivo era hacer retroceder a Stalin a las fronteras previas a la guerra y liberar de este modo a la Europa del Este dominada por los soviéticos. Según los ideólogos del plan, el ataque inicial debía tener como consecuencia una batalla de tanques de dimensiones colosales en la frontera entre Alemania y Polonia, territorios donde el Ejército Rojo conservaba una fuerte presencia. Con toda probabilidad, el fin de esa batalla habría conducido a una guerra total, una campaña extremadamente larga y costosa.

El objetivo general o político es imponer a Rusia la voluntad de Estados Unidos y el Imperio Británico, exponía el documento del plan. “Pese a que “la voluntad” de ambos países podría definirse tan solo como la obtención de un trato justo para Polonia, esto no limita necesariamente el compromiso militar. Un éxito rápido podría inducir a los rusos a someterse a nuestra voluntad al menos durante un tiempo, pero también es posible que no sea así. La decisión queda en manos de los rusos. Si desean una guerra total, están en posición de conseguirla. Si deseamos alcanzar nuestro objetivo político de manera fiable y con resultados duraderos, se haría necesaria la derrota de Rusia en una guerra total”, exponía como objetivo la Operación Impensable en el Informe del Comité de Planificación Conjunta.

El plan además contaba con las 64 divisiones norteamericanas que estaban en Europa, 35 británicas, 4 polacas y 10 alemanas, equipadas con armamento que se les había retirado a medida que se rendían. El general Montgomery debía encargarse de equipar a las tropas alemanas. En total, serían 113 divisiones, blindadas 23 de ellas.

Uno de los temas más controvertidos del Plan Impensable era el uso de las fuerzas alemanas. Se calculaba que se podrían utilizar diez divisiones alemanas para las operaciones ofensivas, pero debido al tiempo necesario para volver a equiparlas con recursos aliados, estas unidades no estarían listas para el 1 de julio y no se podría hacer uso de ellas hasta el otoño. Pero era el mismo hecho de utilizarlas lo que sin duda resultaría tan controvertido.

Churchill recibió un borrador del plan el 8 de junio de 1945. Con toda probabilidad, el fin de esa batalla habría conducido a una guerra total, una campaña extremadamente larga y costosa.

Sin embargo, los estudios del Alto Mando militar británico evidenciaron una desproporción de fuerzas. El Ejército Rojo contaba con 264 divisiones desplegadas en toda Europa, 36 de las cuales eran blindadas y de mejor calidad. La desproporción era casi de 3 a 1 y en artillería, más: los soviéticos casi sacaban una ventaja de diez a uno en cañones. En materia aérea, la desproporción era amplia también a favor de los soviéticos en la disposición de cazas y bombarderos.

Además, era de prever que, aunque la ofensiva tuviese éxito en un principio por el efecto sorpresa, las enormes reservas de hombre y material que había acumulado Stalin le sirviera para un contraataque casi imposible de frenar.

Los generales estaban advirtiendo a Churchill que no cometiese el mismo error de Napoleón y Hitler de hacerlos retroceder, pero sabiendo que el contraataque podría ser peor. Además, entendían que las tropas británicas estaban contentas pero más que por la victoria, por haber podido terminar la guerra y volver a casa. Los ejércitos aliados conocían de la venganza que tomó el Ejército Rojo contra los alemanes por haberlos invadido y cometido atrocidades contra su pueblo. No entenderían como iban a atacar a quienes hasta hace unos días habían sido camaradas en armas contra los alemanes.

El Alto Mando militar británico también estaban convencidos que era casi imposible arrastrar a Estados Unidos a esta contienda, ya que estaban en plena guerra contra Japón y un ataque contra la URSS hubiera provocado que los soviéticos se aliaran con los nipones, lo que alargaría el pronto final de la guerra en el Pacífico.

Posiblemente las únicas fuerzas que participarían de modo entusiasta en la Operación serían las polacas y las alemanas, pero numéricamente eran insignificantes. El mariscal inglés Alan Brooke escribió en su diario que las oportunidades de éxito eran prácticamente nulas. Sus Diarios de Guerra fueron publicados inicialmente en 1957, en una versión fuertemente censurada (el propio Brooke había escrito en su contraportada: «Bajo ningún concepto debe publicarse el contenido de este libro»). No es hasta el año 2001 en que aparece una versión íntegra del diario, que atrajo enormemente la atención de los historiadores por su visión de las interioridades del esfuerzo de guerra británico, así como sus comentarios sobre Winston Churchill y otras figuras prominentes de la época, en ocasiones de forma muy crítica. El 31 de mayo se reunieron los jefes del Estado Mayor británico para debatir los planes de la Operación Impensable. En su diario el mariscal de campo Alan Brooke llegó también a la siguiente conclusión: «Una vez más, hemos debatido la “guerra Impensable” contra Rusia en el Comité de Jefes del Estado Mayor de esta mañana. ¡Ahora estamos más convencidos que nunca de que es impensable!”.

La hostilidad de Churchill hacia la URSS no estuvo respaldada por un sentimiento popular antisoviético, ya que la Unión Soviética se ganó el aplauso del pueblo británico tras cuatro años de heroica lucha, y por ello no había entusiasmo por emprender una cruzada churchilliana contra el comunismo gubernamental militar soviético (como hizo en tras la Primera Guerra Mundial a fin de estrangular a la revolución en su cuna).

Para ese momento los soviéticos estaban en plena euforia y su preparación militar, su material de guerra y su número de efectivos habían mejorado enormemente desde el inicio de la contienda. Por ello, el 31 de mayo de 1945 fue desestimada cualquier posibilidad de ejecutar la Operación Impensable.

La alternativa al plan

Viendo lo inviable del plan y que su ejército ni el nuevo presidente de Estados Unidos, Harry Truman, lo apoyarían, Churchill pidió entonces a sus generales que diseñasen un operativo para la defensa del Reino Unido en el hipotético caso de que los soviéticos, aprovechando la retirada norteamericana, conquistasen Francia y los Países Bajos y luego los atacasen.

La respuesta del Alto Mando Militar se dio el 10 de junio de 1945, exponiendo que la mejor opción pasaba por renunciar a mantener ninguna cabeza de puente en el continente y aprovechar la insularidad, centrando la defensa en la aviación y la armada, pero le advertían en que apenas se podrían impedir el corte en las comunicaciones, los ataques aéreos y hasta el mismo riesgo de invasión. Los informes planteaban un negro panorama en caso de una guerra con la URSS, por lo que era mejor evitarla a toda costa.

Churchill reculó en su paranoia bélica y sin saber que ya los servicios secretos soviéticos se habían enterado del plan por sus espías en Londres, atendiendo a otro paranoico como lo era Stalin en sus delirios por dominar Europa.

El 17 de julio de 1945 se realizó la Conferencia de Postdam en las afueras de Berlín, para estudiar cómo actuar con la vencida Alemania y acabar de reordenar el mapa europeo entre los vencedores. Previo a eso, británicos y norteamericanos reconocieron el gobierno títere comunista de Polonia y los británicos excluyeron a los polacos del desfile de la victoria, todo para beneplácito de Stalin.

El gobierno Soviético instruyó a sus científicos a desarrollar armas atómicas después de Hiroshima y Nagasaki, a la vez que el ataque nuclear a Japón frenó cualquier intento de agresión soviética a los aliados occidentales. En 1949 ya Stalin disponía de sus misiles balísticos atómicos, estallando de esta manera no la Tercera Guerra Mundial, sino la Guerra Fría, consistente en la mutua disuasión ante la convicción de que la destrucción asegurada de los dos bloques era lo que sobrevendría en caso de una nueva contienda.

Tras la guerra, Estados Unidos pasó a ser la mayor potencia mundial, el Reino Unido, en cambio, pasó de ser el segundo país más acreedor del mundo a ser el más endeudado, y con un pueblo empobrecido (pero con las grandes familias poniendo inmediatamente en marcha su recuperación). Estados Unidos dominaría no sólo los países occidentales de Europa y Japón, sino también los grandes dominios británicos: Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

Tras la guerra la deuda externa de Gran Bretaña era de tres billones de libras. En los años 70 el Reino Unido pasó al séptimo puesto de las potencias del mundo, pero las grandes familias ya se habían recuperado del coste que supuso la Segunda Guerra Mundial y las finanzas de la City funcionaban tan bien como las de Wall Street.

En 1998, la Public Record Office (Oficina de Registros Públicos, antigua guardiana de los archivos nacionales del Reino Unido hasta 2003), publicó este expediente secreto de gran interés relacionado con el origen de la Guerra Fría. Dicho documento contenía los planes de guerra ideados en 1945 por él Reino Unido contra Rusia, su aliado en ese momento. Era la “Operación Impensable”.

Imagen Portada: Shutterstock

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