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Helios, el titán de la mitología griega que poseía la luz del sol

Una vez expulsados del poder, los titanes fueron arrojados por el rayo de Zeus hacia el Tártaro; un oscuro abismo que según varias fuentes de la mitología griega se encuentra en la zona más profunda del Inframundo.

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Pero no todos los titanes corrieron esta misma suerte, algunos se inclinaron por ayudar a los dioses en la guerra que mantuvieron con Cronos. De este grupo tal vez el nombre más conocido sea el de Helios, la deidad solar.

A pesar de su cercanía con los titanes (es hijo del titán Hiperión y de la titánide Tía) luego de la derrota de estos gigantes, Helios prefirió seguir iluminando el mundo con su brasa ardiente, sin importar que esto significara estar subordinado a la voluntad de los nuevos regentes olímpicos, en especial a Zeus.

¿Cómo era su figura?

En efecto, el papel de Helios resulta algo secundario en las historias que nos cuentan los mitógrafos más instruidos.

Aunque en él se ha operado ya la antropomorfización que caracteriza a los dioses griegos, es decir, se le representa con forma de hombre, su personalidad carece todavía de la rica complejidad prácticamente humana, que hace de los olímpicos lo que son, y que le permite al griego identificarse plenamente con sus dioses.

En el Diccionario de mitología griega y romana, se nos dice que a Helios “se le representaba como un joven en la plenitud de la virilidad y dotado de gran belleza. Su cabeza está rodeada de rayos formando como una cabellera de oro”.

Relieve troyano en el que se puede apreciar a Helios, dirigiendo a sus cuatro caballos. El detalle de la corona representa los rayos del sol saliendo de su testa – Imagen: Wikipedia.-

En Helios, los vestigios de la naturaleza titánica –recordemos que en griego antiguo, la voz “titán” nos remite a la idea de unos seres carentes por completo de límites– aparece aun manifestada en varios poemas y canciones.

En Los dioses de los griegos, el testimoniante ficcional del libro (un ciudadano griego del período clásico, que Kerényi emplea para enhebrar mejor su relato sobre el origen de las estirpes divinas) nos dice, en relación a Helios, lo siguiente: “Lo pensábamos infatigable: un cochero incansable, cuyo carro era tirado originalmente por toros y solo posteriormente por «corceles lanzadores de dardos»”.

La travesía del este al oeste del orbe (y viceversa)

Con una fortaleza inquebrantable, Helios cruza todos los días el cielo, de este a oeste, en su carro dorado. En el extremo occidental del mundo, el sol alcanza unas islas a las que solo les es dable llegar a los inmortales.

Ahí deslinda a sus caballos de su carro y se acuesta a reposar dentro de una enorme jarra de oro, que vuela por los aires (gracias a las artes de Hefesto, el herrero de los dioses) y que ayuda a transportar todas las noches al durmiente divino a su punto de partida en el este.

El carro de Helios representado en una vasija griega. En estas vasijas de fondo negro los griegos fijaron elegantes ilustraciones ligadas a sus creencias, a su mitología y a su manera de ver el mundo. Autor: desconocido – Imagen: Museo de Arte y Diseño de Habsburgo.-

Helios en la literatura

Posiblemente el episodio más conocido de la literatura en el que Helios aparece inmiscuido ocurre en la Odisea, durante la carnicería de las vacas del Sol. Durante la errancia de Odiseo por el mar de los monstruos, el rey de Ítaca y sus hombres llegan a la isla Trinacia, después de deambular por mucho tiempo por las aguas, sin comida.

Odiseo sabe -pues así se lo ha revelado el fantasma del adivino Tiresias-, en su paso por los infiernos, que en aquella ínsula el ganado de Helios pace tranquilo, y que si él o sus hombres se atreven a probar de aquellas carnes, serán privados de inmediato del día del retorno. Consciente de los riesgos, el héroe le advierte a sus compañeros sobre la profecía.

Pero finalmente el hambre le gana a los itacenses y estos, aprovechando que Odiseo se ha ido a explorar el interior de la isla, sacrifican y se alimentan de las vacas del Sol.

Furibundo por la afrenta, Helios acude a Zeus clamando por justicia y amenazando con bajar a alumbrar el Hades con su luz ardiente, si el padre de los dioses no castiga la falta de aquellos mortales.

El resto de la historia es conocida. Poco después de partir de Trinacia, Odiseo y sus hombres se consiguen con una tormenta que destruye su barco y acaba con la vida de todos los tripulantes (menos con la de Odiseo, quien se abstuvo de probar en todo momento las carnes sagradas).

El papel del titán en la mitología

El hecho de que en el poema el titán, a pesar de su inconformidad con los hechos, no omita la jerarquía celeste (Helios no castiga directamente a los responsables de la carnicería, él clama por la justicia de Zeus), dice mucho de la forma en que los antiguos griegos apreciaban a la divinidad solar.

En la mitología griega, Helios es el ojo que todo lo ve, pero su ubicuidad apenas altera el rumbo de los acontecimientos humanos. Es ejemplar que en más de una ocasión participe en un mito, pero solamente para hacer el papel del soplón, que le revelará a una diosa desesperada quién ha sido el taimado raptor de su hija. 

Con información de: THEOI GREEK MITHOLOGY / Kerényi, Karl  (1999). Los dioses de los griegos. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamérica. p. 187 / Grimmal, Pierre (1981). Diccionario de mitología griega y romana (1ra reimpresión). Buenos Aires: Paidós. p. 235.

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