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Ciencia ficción, de Frankenstein a las distopías

Por Cosas Muy Importantes | La ciencia ficción ha tenido un impacto significativo en la cultura popular. No solo ha expandido la imaginación de las personas y les ha permitido soñar con posibilidades futuras y mundos imaginarios, sino que también ha inspirado a científicos e inventores a desarrollar nuevas tecnologías y dispositivos que antes parecían imposibles.

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Pero la ciencia ficción también ha abordado temas sociales y políticos controvertidos y ha ayudado a cambiar la percepción de la sociedad sobre ellos.

Además suele abordar preguntas fundamentales sobre la existencia humana y la naturaleza de la realidad, haciéndonos cuestionar y así también, evolucionar. Vamos a hablar de ciencia ficción… desde Mary Shelley hasta las distopías literarias.

¿Qué es la ciencia ficción?

La ciencia ficción es un género literario y cinematográfico que se caracteriza por tratar temas relacionados con la ciencia, la tecnología y el futuro, y por imaginar mundos y situaciones que no existen en la realidad.

Isaac Asimov, la definió como “la rama de la literatura que trata sobre la reacción de los seres humanos a los cambios en la ciencia y la tecnología».

El término «ciencia ficción» fue acuñado en el siglo XX, pero el género literario al que se refiere tiene raíces mucho más antiguas. La ciencia ficción se puede rastrear hasta las historias y mitos antiguos que contenían elementos de la ciencia ficción, como viajes en el tiempo, robots y máquinas voladoras.

El término «ciencia ficción» fue utilizado por primera vez por el editor Hugo Gernsback, quien fundó la revista «Amazing Stories». Gernsback acuñó el término «ciencia ficción» en 1926, pero originalmente lo llamó «scientifiction». Gernsback era un editor y escritor de ciencia ficción, y fundó la revista «Amazing Stories» en 1926 para publicar historias de ciencia ficción.

Aunque Hugo Gernsback acuñó el término «scientifiction» para describir el género literario que hoy conocemos como ciencia ficción, eventualmente perdió los derechos sobre el nombre.

En 1929, Gernsback fundó una nueva revista de ciencia ficción llamada «Wonder Stories», pero pronto se encontró en problemas financieros. En un intento por recuperar algo de dinero, Gernsback vendió los derechos de la palabra «scientifiction» a otro editor, David Lasser, quien fundó una revista rival llamada «Science Fiction Digest» en 1932.

Sin embargo, el término «scientifiction» nunca se popularizó y fue considerado un término anticuado y poco atractivo. En su lugar, el término «ciencia ficción» se convirtió en el estándar para describir el género, y se utilizó ampliamente en publicaciones y en la cultura popular. A pesar de que Gernsback perdió los derechos sobre el nombre «scientifiction», su legado en el género de la ciencia ficción sigue siendo significativo, y se le considera a menudo como uno de los fundadores de la ciencia ficción moderna.

La ciencia ficción ha evolucionado y se ha expandido desde su origen hasta incluir una amplia variedad de subgéneros y temas, desde la exploración espacial y la vida extraterrestre hasta la inteligencia artificial y las distopías futuras. La ciencia ficción sigue siendo un género popular y en constante evolución, y continúa inspirando a escritores, cineastas y científicos por igual.

Tanto Gernsback, como Asimov, parten de que este género debe tener un disparador tecnológico o científico plausible. Quedan así a un lado las historias de fantasía que aunque se desarrollen en entornos futuristas o espaciales -como Star Wars- no prestan atención a estas cuestiones. En pocas palabras, la línea entre fantasía y ciencia ficción siempre ha sido delgada, dividida a su vez entre los que defiende una science-fiction hard (dura), que detalla y sienta elementos científicos posibles, y la blanda, que los toma con más ligereza.

Los orígenes de un género que cambió la historia

Los orígenes de la ciencia ficción se remontan a la antigua Grecia y Roma, donde se escribieron historias y mitos que contenían elementos de la ciencia ficción. Sin embargo, la ciencia ficción como género literario no comenzó a desarrollarse hasta el siglo XIX, con la publicación de obras como «Frankenstein» de Mary Shelley y «De la Tierra a la Luna» de Julio Verne. Pero si nos vamos a los cimientos hay que nombrar lo siguiente:

Siglo II: «Viaje a la luna», de Luciano de Samosata

«Viaje a la Luna» es una obra escrita por Luciano de Samosata en el siglo II d.C. Es considerada una de las primeras obras de ficción que presenta un viaje imaginario a la Luna.

La historia escrita sobre el año 150 después de Cristo narra las aventuras de un grupo de navegantes que tras sobrepasar las columnas de Heracles, el punto donde se acababa la Tierra según la cosmogonía helénica, son arrastrados por una tormenta hasta la Luna. En el satélite conocerán a un grupo de selenitas envueltos en una guerra interplanetaria contra El Rey del Sol, y todo ello, como decimos, hace más de 1.800 años.

«Viaje a la Luna» es una obra interesante por varias razones. En primer lugar, es una de las primeras obras de ficción que presenta un viaje imaginario al espacio. Aunque la obra no se basa en la ciencia real, es una muestra temprana de la fascinación que los humanos han sentido por el espacio y la posibilidad de viajar a otros mundos.

Además, «Viaje a la Luna» es una obra satírica que critica la sociedad y la política de la época de Luciano. La sociedad lunar que se presenta en la obra es una inversión irónica de la sociedad humana, y se utiliza para hacer comentarios sobre la sociedad y la cultura en la Tierra.

 Las mil y una noches y el cortador de bambú

Las «Mil y una noches» es una colección de cuentos y leyendas de origen árabe y persa.    `          

La colección de historias incluye cuentos populares como «Aladino y la lámpara maravillosa», «Ali Baba y los cuarenta ladrones», y «Simbad el marino», entre otros. Estas historias a menudo incluyen elementos fantásticos y sobrenaturales, como genios, magia y criaturas mitológicas.

Por otro lado, «El cortador de bambú» es una historia japonesa muy antigua que se remonta al siglo X. Es un cuento sobre un anciano cortador de bambú que descubre una princesa en miniatura en el interior de un tallo de bambú. Junto a su esposa, el anciano cría a la princesa y la ve crecer hasta convertirse en una hermosa mujer. La princesa es cortejada por varios hombres, pero ella se niega a casarse con ellos debido a su origen divino. Finalmente, la princesa debe regresar al cielo, dejando atrás a su familia adoptiva y a su enamorado.

«El cortador de bambú» es considerado una de las historias más antiguas de la literatura japonesa y ha sido un tema recurrente en la cultura popular japonesa. La historia ha sido adaptada a diferentes medios, incluyendo la literatura, el cine y el anime.

Cuentos como los de la Mil y una noche o el relato japonés de El cortador de Bambú también se han visto por sus relatos fantásticos como parte de esta proto ciencia-ficción. Después de ellos, hace falta hacer un viaje hasta el siglo XVI para encontrar el siguiente campamento base que fijaría los cimientos del género.

En este siglo aparecen iniciado por Tomas Moro y su Utopía (1516) viajes a países y mundos idílicos, dando entrada también a las primeras visiones de posibles futuros idílicos pero también distópicos.

Relatos como La Nueva Atlántida (1626) de Francis Bacon, que describe un mundo donde la ciencia de la época es el eje, es otro ejemplo. Pero no sería hasta el siglo posterior, con la llegada de la Ilustración y la revolución científica y la razón como ejes del pensamiento cuando se abrirían nuevas puertas.

Aquí aparece Somnium (1634) una novela de Johannes Kepler -sí, el astrónomo que fijó las bases de los movimientos de los planetas en torno al Sol- que contaba el viaje a la Luna de un observador que la describe. Aunque sus visiones del satélite se hacían con vocación científica, su ‘teletransportación’ a la Tierra se produce por la intervención de unos espíritus divinos. Y es que aún faltaría un poco para que fuera un cohete o un artilugio tecnológico el que fuera el disparador de la trama. Pese a esto, voces tan autorizadas como Carl Sagan situaron la obra de Kepler como la primera trama de ciencia-ficción de la historia bajo su punto de vista.

En 1657, Cyrano de Bergerac también describe en primera persona el viaje de su personaje al Sol en el relato El Otro Mundo, mientras que en 1666 Margaret Cavendish , la duquesa de Newcastle, publicaba El Mundo Ardiente, una historia que nos llevaba a un mundo alternativo al que se accedía por el Polo Norte.

El peso de las mujeres en esta ciencia-ficción antigua no se detiene en la aristócrata inglesa. Ya en plena Ilustración, la francesa Marie-Anne Robert contaba en El nuevo Mentor otro viaje por el Sistema Solar.

Durante el siglo XVIII comienzan a verse los primeros relatos que intentaban imaginarse cómo sería el futuro. En 1771, Louis-Sébastien Mercier publica 2440, una novela que viaja hasta ese año tan lejano mediante sueños, representando una sociedad fascinada por la ciencia, donde a los niños se les regala desde pequeños artilugios de observación.

El utopismo iniciado por Moro, seguía aquí impregnado ya por la pasión de los nuevos avances que ocupaban por primera vez un lugar principal en la mente de los aristócratas.

Pensadores de primer nivel de la época también recurrieron a lo que hoy podríamos llamar ciencia-ficción para describir sus sociedades.

En Micromegas (1752) Voltaire cuenta la historia de un ser llegado de otro plantea que describe la sociedad en la Tierra, un argumento sorprendente para su siglo, pero que además contó con la casualidad de que en el relato también se describía la presencia de lunas en Marte antes de su descubrimiento.

Sin embargo en esta carrera pre ‘ciencia-ficción’ también aparecieron algunos nombres propios españoles. Tal es el caso del Viaje estático al mundo planetario (1780) de Lorenzo Hervás o Panduro y el Viaje de un filósofo a Selenópolis (1804) de Antonio Marqués y Espejo, ambos relatos de viajes espaciales. Una prueba más de que mucho antes de lo que se considera el inicio puro del género, hubo numerosos precursores.

Siglo XIX

La ciencia ficción comienza a desarrollarse como género literario con obras como «Frankenstein» de Mary Shelley (1818).

Mary Shelley y su obra «Frankenstein» han tenido un impacto significativo en la ciencia ficción y en la cultura popular en general. La novela, publicada en 1818, cuenta la historia del joven científico Victor Frankenstein, quien crea una criatura a partir de partes de cadáveres y da vida a su creación. La criatura, sin embargo, resulta ser monstruosa y desencadena una serie de eventos trágicos.

La historia del Moderno Prometeo es de forma consensuada la que se considera la primera historia escrita de ciencia-ficción pura. En Frankenstein la ciencia actúa punto fundamental, al conseguir por medio de la aplicación de electricidad que el monstruo cobre vida, un pensamiento -el que la electricidad podría revivir a los muertos- que tenía cierta distribución como leyenda urbana en la época debido a los experimentos con descargas en animales de Giovanni Aldini.

Además, Frankenstein es un pulso en el debate moral sobre cómo el hombre, por medio de la ciencia, podría emular a Dios. Aplicación de la tecnología y elucubración sobre cuáles son sus aplicaciones límites, debate ético y moral contra lo establecido, el miedo a lo desconocido: parece mentira que una autora de solo 18 años aunara tantos referentes de lo que hoy llamamos sci-fi sin complejos.

«Frankenstein» fue una obra innovadora en su época y sentó las bases para gran parte de la ciencia ficción que se escribiría después. En primer lugar, la novela es considerada una de las primeras obras de ciencia ficción moderna, en la que se utiliza la ciencia como un elemento clave de la trama. Shelley exploró los límites de la tecnología y la moralidad, y su obra planteó preguntas importantes sobre la responsabilidad de los científicos y los límites de la creación.

Además, «Frankenstein» fue una obra pionera en el género del terror gótico, y estableció muchos de los tropos y temas que se han convertido en elementos clave de la cultura popular. La imagen de la criatura desfigurada y maltratada ha sido utilizada en innumerables películas, series de televisión y cómics.

En cuanto al impacto a largo plazo de «Frankenstein» en la ciencia ficción, la novela ha sido una fuente de inspiración para muchos escritores y cineastas. La obra ha sido adaptada en innumerables ocasiones, y ha inspirado obras como «El hombre invisible» de H.G. Wells y «La isla del Dr. Moreau» de H.G. Wells, ambas obras también pioneras en la ciencia ficción.

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