Se denomina falta de ejercicio cuando los músculos no superan a largo plazo el umbral de estimulación que en una persona no entrenada es el 30% de su fuerza máxima y el 50% de su capacidad máxima de resistencia cardiovascular.
Es importante destacar que el ejercicio mal realizado puede ser perjudicial para la salud. Visita a tu médico antes de adoptar algún plan de ejercicios regulares.
A continuación te presentamos algunos datos sobre la importancia del ejercicio en tu vida:
Ejercicio y trastornos del peso
El sobrepeso y la obesidad son dos enfermedades que están aumentando en los países latinoamericanos de manera exponencial. Una dieta basada en grasas saturadas y un estilo de vida sedentario son los principales factores de riesgo de este trastorno.
El sobrepeso está asociado a muchas enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, la depresión, las enfermedades a los huesos, entre muchas otras.
El sobrepeso disminuye la calidad y la expectativa de vida. Una manera sencilla de saber si tienes sobrepeso es calculando tu IMC (índice de masa corporal) que se obtiene dividiendo el peso por la estatura (en metros, por ejemplo 1,60 m) al cuadrado. Si el resultado es mayor a 25 significa que estás en sobrepeso.
Ejercicio y varices
Las venas son los conductos por donde la sangre retorna al corazón. Para que este proceso de retorno sea efectivo, las venas poseen válvulas que evitan que la sangre se «caiga» cuando sube en contra de la gravedad hacia el corazón y además se necesita una «bomba» que impulse a la sangre hacia arriba, por ejemplo, cuando está en las piernas. Esta «bomba» son los músculos que al contraerse impulsan la sangre hacia el corazón.
Cuando no se hace ejercicio la sangre tiende a estancarse, lo que hace que las venas se dilaten y aparezcan las varices. Cuando se afectan las venas del «sistema profundo» de las piernas se generan «trombos» (coágulos móviles) que se pueden impactar en el pulmón o en el cerebro (en caso de tener alguna malformación cardíaca).
Ejercicio y depresión
El ejercicio físico ha demostrado tener un efecto antidepresivo. No solo ayuda a mejorar el concepto que se tiene de uno mismo al controlar el peso y al mejorar la apariencia física sino que también a nivel cerebral tiene sus efectos benéficos.
La depresión está asociada a la desregulación de ciertas hormonas llamadas neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la noradrenalina. El ejercicio físico ayuda a equilibrar estas hormonas lo cual previene la depresión y ayuda a una persona que ya la padece. La actividad física también ayuda a reducir la ansiedad, trastorno íntimamente ligado a la depresión.
Ejercicio e insomnio
El insomnio es la incapacidad o dificultad para iniciar el sueño o para mantenerlo y puede aparecer de manera esporádica o hacerse una enfermedad crónica. La falta de sueño está asociada a un aumento de la mortalidad y a una disminución de la calidad de vida.
Uno de los peligros del insomnio es que disminuye el estado de vigilia durante el día lo que hace que sea mas fácil el sufrir algún tipo de accidente, además aumenta el estrés, la ansiedad y el nerviosismo. La actividad física leve a moderada ayuda a conciliar el sueño.
Ejercicio y enfermedades cardiovasculares
Entre las enfermedades cardiovasculares más frecuentes están la hipertensión arterial, el síndrome coronario agudo (como los infartos), los accidentes cerebro-vasculares y la arteriosclerosis (como enfermedad y factor de riesgo). Todos estos trastornos tienen en común algunos factores de riesgos como la mala alimentación y la falta de ejercicio físico.
La actividad física disminuye los niveles de grasas en la sangre y a largo plazo contribuye a reducir la presión arterial, además mejora la capacidad del corazón para bombear la sangre lo que hace que el oxígeno se distribuya de mejor manera. Para las personas que ya padecen este tipo de trastornos se recomiendan ejercicios dinámicos de leve a moderado como el caminar por 30 minutos.
Ejercicio y diabetes
La diabetes es una enfermedad que se caracteriza por la hiperglucemia o el aumento de la glucosa en la sangre. En la mayoría de los tejidos (como en el músculo estriado) para que la glucosa entre a la célula se necesita de una proteína transportadora denominada «GLUT 4» la cual esta regulada por la insulina.
En la diabetes tipo 2 esta proteína no funciona correctamente por tanto la glucosa no puede entrar en ella. Lo interesante es que el músculo durante el ejercicio físico deja de depender del GLUT 4 para captar glucosa lo que genera a largo plazo una regulación de ésta en la sangre, además ayuda a disminuir de peso mejorando la resistencia a la insulina, característica de la diabetes tipo 2.
Ejercicio y osteoporosis
La osteoporosis es la enfermedad más frecuente de los huesos. Este trastorno es más común en las mujeres que están cerca de la menopausia ya que los estrógenos son un factor protector. La actividad física tiene un efecto osteogénico, es decir, ayuda a formar hueso lo que aumenta la densidad ósea.
Este efecto es mayor cuando la persona es joven y dura hasta aproximadamente los 25 años. Para aumentar la masa ósea debe haber una buena cantidad de calcio obtenido de la dieta y de vitamina D, la cual se activa por efecto del sol y por transformaciones en los riñones.
Ejercicio y problemas digestivos
El ejercicio puede ser perjudicial y beneficioso para el aparato digestivo. Hay estudios que indican que el ejercicio intenso (principalmente en los no entrenados) puede aumentar el riesgo de diarreas y reflujos gastroesofágicos, entre otros, lo que no ocurriría con el ejercicio leve a moderado.
Algunos efectos benéficos del ejercicio son el aumento de la motilidad intestinal lo que ayudaría a mejorar enfermedades tales como la constipación, la diverticulosis así como ayudaría a prevenir el cáncer de colon y las hemorragias digestivas en una población mayor. Además el ejercicio tiene un efecto protector contra la colelitiasis (cálculos en las vías biliares).
Ejercicio y problemas respiratorios
El ejercicio físico es muy importante para prevenir y mejorar la calidad de vida de las personas que poseen enfermedades respiratorias. La actividad física no solo fortalece los músculos respiratorios sino que también ayuda a mejorar la disnea o sensación de falta de aire y la sensación de fatiga, síntomas comunes en muchas enfermedades respiratorias.
Además el ejercicio ayuda a distribuir mejor el oxígeno captado por la respiración. Si tienes trastornos respiratorios visita a tu médico antes de realizar ejercicio físico ya que este necesita ser adaptado a tu capacidad respiratoria la cual el médico evaluará con un estudio llamado «espirometría».
Ejercicio y cáncer
Uno de los efectos secundarios más frecuentes en las personas que tienen cáncer es la fatiga (78 al 92%). Es complejo explicar su relación entre estos aunque están involucrados los mecanismos del desarrollo del cáncer así como los tratamientos para combatirlo.
Unas de las características de la fatiga es la incapacidad de realizar tareas que antes eran comunes así como tener más lentas las funciones del pensamiento. Es difícil para una persona con cáncer el pensar en realizar ejercicios ya que se cansa por realizar tareas cotidianas, pero hay estudios que demuestran que el ejercicio físico aparte de prevenir el cáncer, ayuda a las personas que ya lo tienen a mejorar su capacidad neuromuscular, cardiovascular, respiratoria y endocrina, entre otras funciones, disminuyendo la sensación de fatiga.
Con información de: Ehow | Foto: Sedentarismo Shutterstock
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