Con la Unión Soviética envalentonada por su exitosa contraofensiva ante la invasión alemana, los líderes aliados de la Segunda Guerra Mundial, Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, se reunían en Teherán para abrir un segundo frente en Europa y así aplastar la epidemia nazi. Adolf Hitler no quería desaprovechar esa tentadora oportunidad de, estando reunidos, asesinarlos, dándole un giro radical a la guerra. Así se encomendó la Operación Weitsprung, un plan para eliminar a los tres líderes aliados. Sin embargo, las cosas no salieron como él esperaba.
Contexto
Mientras en el verano de 1941, el ejército soviético perdía más de tres millones de soldados, entre prisioneros y muertos, y tenía al ejército alemán a tan solo 400 kilómetros de Moscú, Estados Unidos aún no había sido atacado por los japoneses en Pearl Harbor. Por tanto, los norteamericanos se mantenían neutrales y apoyaban a los soviéticos, tal como hacía con los británicos, ofreciéndoles créditos blandos y material bélico para combatir a los nazis. Stalin necesitaba aviones, tanques, armamento y toda la ayuda que Estados Unidos le pudiera proporcionar. Pero el líder soviético aún tuvo que esperar a diciembre de 1941 para que los norteamericanos entraran en guerra.
A mediados de 1943, la victoria en la guerra se inclinaba a favor de la coalición anti-Hitler. Los alemanes habían sufrido derrotas aplastantes en Stalingrado y Kursk, y los japoneses habían sido derrotados en las batallas de Midway y Guadalcanal. Las potencias del Eje sabían que estaban perdiendo fuelle. Tras la victoria soviética sobre los alemanes en la batalla de Kursk, Stalin se encontraba en una posición inmejorable de cara a una negociación con las otras dos potencias aliadas. Su Ejército Rojo iba empujando a las tropas alemanas hacia su tierra, alejándolo de los dominios de la Europa del Este. Una Unión Soviética victoriosa veía a sus aliados sobre el hombro: sus victorias eran el mejor aval para exigirles a los británicos y estadounidenses aumentaran su presencia en la guerra para terminar la guerra lo más pronto posible. Una reunión se requería para planificar la victoria.
Aunque Stalin y Roosevelt mantuvieron una relación extraña, el presidente norteamericano estaba ansioso por conocer al soviético en persona. Pero las negociaciones para hallar una fecha y un lugar para el encuentro entre ambos mandatarios encallaron. La versión de Stalin es que no podía alejarse de su país y dejar en manos de otros la dirección de la guerra. La realidad es que a Stalin le daba miedo a volar. Al final, como solución de compromiso y ante la insistencia de Roosevelt (que ya se había reunido con el premier británico Winston Churchill en El Cairo días antes) acordaron que su primer encuentro sería el 28 de noviembre de 1943 en Teherán, la capital de Irán, un país fronterizo con la Unión Soviética (y a 10.000 kilómetros de Washington), donde el líder soviético podría llegar cómodamente en su tren privado.
Franklin Roosevelt trató por todos los medios de que no fueran aceptadas todas las demandas que el líder soviético puso encima de la mesa, pero apenas pudo conseguirlo. Una de las peticiones más importantes que Churchill y Roosevelt concedieron a Stalin estaba la anexión de la parte oriental de Polonia, a pesar de las airadas quejas del gobierno polaco en el exilio, que cayeron en saco roto. La otra petición con la que Stalin llegó bajo el brazo al final la conferencia fue la promesa de que tendría libertad absoluta para crear su propia área de influencia en la Europa oriental.
Sin embargo, el tema principal de la Conferencia de Teherán seguía siendo la apertura de un segundo frente en Europa para que Alemania, debilitada ante el avance en contraofensiva de los soviéticos, dividiera su disminuido ejército en dos batallas para así, asestarle el golpe final. La Conferencia representaba el primer paso para la planificación ante una inminente caída de las fuerzas del eje, lo que significaba un triunfo aliado en la guerra.
La Conferencia de Teherán tenía como objetivo asegurar la plena cooperación de la Unión Soviética en todas las políticas de Estado que se iban a llevar a cabo tras una guerra que estaba en su última fase. Dicho apoyo por parte de la Unión Soviética no iba a resultar gratis: Roosevelt y Churchill deberían apoyar a los partisanos en Yugoslavia y permitir la modificación de la frontera entre Polonia y la Unión Soviética.
La idea de acabar con los líderes
Adolf Hitler pensaba que si lograba tener a los tres hombres más importantes en una locación única, podría planear un ataque para ganar la guerra de un solo un golpe. Esta idea le llegó después de que Churchill y Roosevelt se reunieron en Casablanca, Marruecos, en enero de 1943, así que los espías alemanes no tardaron mucho en comenzar a investigar posibles reuniones futuras; especialmente que incluyeran a Stalin, quien representaba una de las amenazas más fuertes para el Tercer Reich.
Antes de que se planeara la reunión, todas las naciones involucradas en la guerra reclutaban múltiples espías para obtener información. La idea fue concebida después de que los servicios de espionaje germanos descifraran un código naval estadounidense en septiembre de 1943, descubriendo la intención de Stalin, Roosevelt y Churchill de celebrar una conferencia en Teherán al mes siguiente (según otras fuentes, la filtración ocurrió en la Embajada británica en Turquía). Los alemanes no podían perder una oportunidad así.
La idea fue concebida después de que los servicios de espionaje germanos descifraran un código naval estadounidense en septiembre de 1943, descubriendo la intención de Stalin, Roosevelt y Churchill de celebrar una conferencia en Teherán al mes siguiente (según otras fuentes, la filtración ocurrió en la Embajada británica en Turquía). Los alemanes no podían perder una oportunidad así. Uno de los espías alemanes se enteró que finalmente habría una oportunidad para asesinar a los tres. La inteligencia alemana estaba al tanto de la fecha y del lugar de la conferencia a llevarse a cabo en octubre de 1943, luego de interceptar un código de la Armada de los Estados Unidos. Los Aliados se reunirían en Teherán, Irán, territorio neutro para discutir sus siguientes movimientos en la batalla. Cuando Hitler se enteró, comenzó su plan. El 28 de noviembre de 1943 fue el día escogido por Adolf Hitler para llevar a cabo la Operación Weitsprung, una misión que debía terminar con la vida de los líderes aliados Josef Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt durante la Conferencia de Teherán.
La distancia considerable a Irán no era ningún problema, ya que el país era territorio conocido para ellos. En la década de 1930, Alemania había establecido una extensa red de agentes en el país. Las autoridades iraníes se llevaban bien con los nazis, que a su vez se sentían como en casa hasta el ataque alemán contra la URSS. Pero para agosto de 1941, las tropas soviéticas y británicas ya habían entrado en Irán, habían realizado un cambio de régimen incruento y se habían asegurado de que el país se uniera a la coalición anti-Hitler.
De la noche a la mañana, Teherán pasó de ser aliado de Berlín a enemigo, al menos oficialmente. Pero la red de espionaje alemana, aunque caída, no había sido erradicada. Habiendo pasado a la clandestinidad, volvió a operar en la víspera de la Conferencia de Teherán, cuando Hitler dio luz verde a la Operación Weitsprung.
La persona encargada de organizar el complot, aprobado por Adolf Hitler, fue el jefe de la Gestapo y de la Oficina Central de Seguridad del Reich, Ernst Kaltenbrunner. Para llevar a cabo el complicado operativo, Kaltenbrunner confió el mando de la misión al coronel de origen austríaco, Otto Skorzeny, el cual formaba parte de la unidad Friedentahler encargada de las operaciones especiales. Un mes antes, Skorceny había liberado al líder fascista Benito Mussolini de su cautiverio en la fortaleza-prisión en el Hotel Campo Imperatore, en el Gran Sasso, el pico más alto de los montes Apeninos.
Según el plan, unidades de sabotaje alemanas que habían aterrizado en Irán se infiltrarían en Teherán, se mezclarían con la multitud y tenderían una emboscada. En aquellos días, los rostros europeos llamaban poco la atención en la capital iraní, ya que la ciudad estaba llena de refugiados de la Europa destrozada por el conflicto mundial.
Los alemanes sabían que mientras que las misiones diplomáticas británica y soviética se encontraban una al lado de la otra, la Embajada estadounidense se encontraba en las afueras de la ciudad. Roosevelt, que se enfrentaba a la tarea de tener que viajar por las estrechas calles de Teherán varias veces al día, para llegar a las reuniones, se convirtió así en el principal objetivo de asesinato, o (si la suerte lo permitía) podría incluso ser capturado vivo.
El primer grupo de saboteadores (seis agentes, entre ellos dos operadores de radio) fue lanzado en paracaídas cerca de Qum, a 70 km de la capital iraní. Después de infiltrarse en Teherán, su tarea consistía en establecer comunicaciones por radio con Berlín y preparar el camino para grupos posteriores. En dos semanas, los saboteadores se dirigieron a una casa segura establecida por agentes locales.
La Operación Weitsprung contó con la colaboración de un agente alemán, el espía albanés Elyesa Bazna, más conocido por el nombre en clave de «Cicerón». Su misión consistió en transmitir datos de interés acerca de la reunión que se iba a celebrar en Teherán desde la capital turca, Ankara. La primera información relevante del operativo alemán llegó de parte del agente soviético Nikolai Kuznetsov, quien, haciéndose pasar por el oficial de la Wehrmatch Paul Siebert, logró sonsacar información a un oficial de las SS llamado Ulrich Von Ortel, en Rivne, Ucrania Occidental, que tenía fama de «charlatán» y «bebedor», al cual emborrachó para lograr su objetivo. Kuznetzov hablaba alemán lo suficientemente bien como para hacerse pasar por un teniente de la Wehrmacht, Paul Siebert.
Con la información que aportó el agente soviético, se diseñó un sistema de seguridad que fue encargado a un espía soviético de origen armenio llamado Guevork Vartanian. Vartanian, un joven de tan sólo 19 años, organizó un equipo de siete agentes más al que bautizó como «Brigada Ligera». Debido a que Teherán era el refugio de numerosos hombres de negocios que habían huido de Alemania tras el ascenso de Hitler al poder, los servicios de inteligencia temían que los comandos alemanes se pudieran camuflar entre la población de origen germano. Por este motivo, Vartanian y sus hombres recorrieron la ciudad en bicicleta para vigilar todos los sectores sospechosos de poder ser un punto de comunicación entre Teherán y Berlín.
Tras un arduo trabajo de investigación, el equipo de Vartanian interceptó una señal radiofónica enviada por una avanzadilla de seis paracaidistas alemanes cerca de Qum, una localidad a 60 kilometros de Teherán. Tras descodificar las transmisiones, estas revelaron que se había planificado la llegada de un segundo grupo de operaciones liderado por Otto Skorzeny con la finalidad de acabar con la vida de los tres líderes. Lo que tampoco sabía Skorzeny, que ya había visitado Teherán en otras misiones de reconocimiento, es que había sido seguido por el grupo de Vartanian.
Tras el descubrimiento del plan, todas las comunicaciones alemanas fueron interceptadas por las inteligencias soviética y británica. Sin embargo, uno de los agentes alemanes pudo enviar un mensaje cifrado con un código secreto informando de que se encontraban bajo vigilancia y que la operación tenía que ser abortada.
Stalin voló a Teherán ya bien informado de los planes alemanes. Para empezar, la seguridad se vio seriamente reforzada, y los agentes alemanes conocidos fueron expulsados de la ciudad. Roosevelt fue incluso invitado a quedarse en la Embajada soviética, junto a la sala de reuniones, por razones de seguridad. El presidente aceptó con gusto, en parte porque sus problemas de movilidad dificultaban los traslados.
Tras el fracaso del plan alemán, Vartanian recibió honores como Héroe de la Unión Soviética en 1984 por sus servicios durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Vartanian y su esposa Goar fueron enviados a Estados Unidos en calidad de nelegali –espías que actúan bajo una falsa identidad–. La identidad del matrimonio no sería desclasificada hasta el 20 de diciembre del año 2000.
Imagen Portada: Shutterstock
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