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Las Guerras de los Balcanes: Yugoslavia disuelta a punta de sangre

30 años se cumplieron recientemente del inicio de las Guerras de los Balcanes, que enfrentaron a varios pueblos al este de Europa y significó uno de los peores conflictos de la historia según las Naciones Unidas. Los enfrentamientos se desarrollaron entre 1992 y 1995 y se calcula que murieron 130.000 personas. ¿Cómo pudo ser que varias naciones que llegaron a convivir como un solo país, pudieron desencadenar una guerra en la que se cometieron crímenes que rayaron en la barbaridad? Aquí explicamos los motivos y cómo fueron las Guerras de los Balcanes.

INTERESANTE

Antecedentes

Las tensiones y enfrentamientos entre las diferentes etnias y religiones que viven en los Balcanes se remontan a hace muchos siglos. Entre los siglos VI y VIII, los serbios quedaron bajo la influencia del imperio bizantino y adoptaron el cristianismo ortodoxo como religión mayoritaria, mientras que los croatas estaban dominados por el Imperio Romano y la religión católica.

Durante la Edad Media, los estados independientes de serbios, croatas y bosnios quedaron dominados por los imperios húngaro, austríaco y turco. En 1389, tras la Batalla de Kosovo entre serbios y otomanos, Serbia perdió la provincia de Kosovo frente a Turquía: los turcos ocuparon la región durante 400 años e introdujeron su religión, costumbres y tradiciones. Ese fue el origen del resentimiento serbio contra los musulmanes.

En 1914, el asesinato de Francisco Fernando, archiduque de Austria, desencadenó la Primera Guerra Mundial (1914-1919). El final de la guerra supuso también el fin del imperio austrohúngaro y el nacimiento del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, que en 1929 se convirtió en el Reino de Yugoslavia.

Desde siempre, serbios y croatas estuvieron enfrentados por el control del territorio. Esta enemistad aumentó cuando los fascistas croatas dieron apoyo a la Alemania nazi durante la invasión de Yugoslavia. Al final de la Segunda Guerra Mundial surgió una Yugoslavia comunista, liderada por Josip Broz Tito, que mantuvo una frágil paz durante años, hasta que resurgió el nacionalismo serbio y estalló la Guerra de los Balcanes.

Tito se proclamó mariscal y anunció con orgullo cómo el socialismo había conseguido no sólo vencer a la ocupación nazi con el apoyo de diversas facciones nacionalistas locales, sino unir en un proyecto común a pueblos hasta entonces segregados y enfrentados en una tensa y desigual convivencia. Uno de los grandes logros de Tito fue reforzar la identidad de los pueblos que constituían Yugoslavia, llegando a crear en Serbia las regiones autónomas de Kosovo y Voivodina y reconociendo a los musulmanes bosnios.

Pero las tres décadas y media de su presidencia sin apenas conflictos territoriales, culturales o religiosos se rompieron en añicos tras su muerte, cuando Slobodan Milosevic –primero presidente de la República Serbia y después de la Federación yugoslava- abolió la autonomía de Kosovo en 1990 y asumió la segregación de la región croata de mayoría serbia de la Krajina en 1991. En plena desmembración del bloque socialista, los conflictos territoriales de los Balcanes acabaron en unas cruentas guerras que se alargaron durante una década.

La chispa que desató el incendio

Tras la muerte de Tito, Milosevic fue ascendiendo políticamente hasta ser presidente en 1989 de la República Socialista de Serbia, la república más grande de la federación yugoslava. Su rápido ascenso político coincidió con una radicalización del nacionalismo que se operaba en la sociedad serbia, en los momentos en que el socialismo perdía fuerza. Bajo su dirección, se inició una afirmación institucional de la identidad serbia, en detrimento de las demás minorías nacionales yugoslavas.

En este contexto pactó con Franjo Tuđman, entonces presidente de Croacia, el Acuerdo de Karađorđevo para el reparto de Bosnia (ya orientada a la independencia) entre serbios y croatas. También, desde su nueva posición de poder, decide anular todas las concesiones autonómicas a Kosovo y modificar la Carta Magna para conceder más poder ejecutivo al presidente. La llegada al poder de Milosevic como presidente de Serbia en 1989 supuso el fin de la convivencia. El resto de repúblicas se sentían atacadas por la ideología supremacista de Milosevic, que consideraba a los serbios superiores al resto, así que decidieron independizarse de Yugoslavia.

La federación yugoslava agrupaba seis repúblicas dominadas por diferentes grupos étnicos: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia. Los principales protagonistas del conflicto fueron Croacia (de mayoría católica), Bosnia (de mayoría musulmana) y Serbia (mayoría ortodoxa).

Eslovenia fue el primeo en declarar su independencia de la Federación el 25 de junio de 1991. La guerra fue breve debido a que el ejército yugoslavo dominado por los serbios (el Ejército Popular de Yugoslavia experimentó un proceso de transformación, pasando de ser un ejército multinacional a convertirse en una fuerza controlada por los serbios) no quiso malgastar recursos en esta campaña ya que se estaba preparando para la Guerra Croata de Independencia, donde Serbia sí tenía reivindicaciones territoriales en Croacia, a diferencia de Eslovenia que era considerada «étnicamente homogénea» y por lo tanto sin interés para los nacionalistas serbios, puesto que apenas había serbios en su territorio. La guerra apenas duró diez días y hubo pocas bajas en ambas partes en conflicto.

El segundo conflicto se denominó “La Guerra de Croacia” y tuvo lugar de 1991 a 1995. La guerra inició tras la declaración unilateral de independencia croata el 25 de junio de 1991 contra los yugoslavos y la minoría serbocroata (12,2 %) que habitaba en territorio croata que se oponían a la independencia de Croacia. La guerra se desarrolló entre Croacia y el Ejército Popular Yugoslavo de mayoría serbia junto con las fuerzas de la minoría serbia que proclamó la República Serbia de Krajina, que no era otra entidad étnicamente serbia dentro de Croacia autoproclamada independiente en 1991. La guerra resultó particularmente impactante por su brutalidad.

Con el ascenso de los nacionalistas croatas al poder, la HDZ con Franjo Tudjman a la cabeza, el 22 de diciembre de 1990, el Parlamento de Croacia ratificó la nueva Constitución, cambiando el estatus de los serbios de Croacia, ahora considerados ‘minoría nacional’ en lugar de ‘nación constituyente’. Inmediatamente después de la nueva Constitución croata, el Ejército Popular Yugoslavo anunció la adopción de una nueva doctrina de defensa para todo el país. La doctrina de la era Tito, según la cual cada república mantenía su propia fuerza de defensa territorial, sería reemplazada ahora por un sistema centralizado de defensa. Las repúblicas perdían sus competencias en materia de defensa y quedaban subordinadas al cuartel general del ejército federal en Belgrado.

Con la proclamación de la República Serbia de Krajina por los serbios en Croacia, se entendió como una provocación a los croatas y las fuerzas policiales pasaron a conformarse como ejército. El 19 de mayo de 1991, las autoridades croatas celebraron un referéndum de autodeterminación con una victoria de 94,1% de aprobación. Croacia se declaró independiente de Yugoslavia el 25 de junio de 1991.

En agosto de 1991, la ciudad fronteriza de Vukovar fue sitiada, dando comienzo así la Batalla de Vukovar. Tropas serbias rodearon completamente la ciudad. La población croata de Vukovar se atrincheró en la ciudad y defendió sus posiciones. Civiles étnicamente croatas se habían refugiado en la ciudad, mientras que otros grupos huyeron de las zonas en conflicto. En muchos lugares, grandes grupos de civiles fueron desalojados por los militares. Esto fue calificado de limpieza étnica, un término que comenzó entonces a emplearse y en el que podía entenderse desde el desalojo hasta el asesinato de los civiles pertenecientes a un determinado grupo étnico. Hacia el final de la batalla, un número creciente de civiles croatas fueron asesinados por fuerzas serbias en hospitales y refugios protegidos por la Cruz Roja. El 18 de noviembre de 1991, Vukovar cayó en manos serbias tras un asedio de tres meses y se produjo la masacre de Vukovar, siendo los supervivientes transportados a campos de prisioneros, la mayoría de ellos al campo de Sremska Mitrovica. La ciudad de Vukovar resultó destruida casi por completo.

Se firmaron frecuentes acuerdos de alto el fuego, bajo la mediación de diplomáticos extranjeros, pero estos eran habitualmente rotos. En enero de 1992 el Plan de Paz Vance-Owen determinó que la ONU tomaría el control de algunas zonas y acabó con los conflictos militares, aunque hasta 1995 no se detendrían definitivamente los ataques esporádicos de artillería sobre ciudades croatas y las incursiones ocasionales de fuerzas croatas en zonas bajo el control de la ONU. En agosto de 1995 las fuerzas croatas llevaron a cabo la Operación Tormenta, anexionando finalmente la República Serbia de Krajina y provocando la expulsión de unos 250 000 serbios que habitaban en Croacia.​ Se estima que en todo el conflicto murieron alrededor de 25 000 personas de forma violenta.

La tercera guerra se conoce como la Guerra de Bosnia. Con la independencia de Croacia y Eslovenia, los líderes nacionalistas serbobosnios como Radovan Karadžić y serbios como Slobodan Milošević se marcan como objetivo principal que todos los serbios —diseminados por las distintas repúblicas que componían Yugoslavia— vivan en un mismo país. En febrero de 1992, el pueblo de Bosnia-Herzegovina decide en referéndum su independencia de Yugoslavia.

Bosnia y Herzegovina ha sido históricamente un Estado multiétnico. El 90% de los bosnios eran musulmanes para 1991, el 93% de los serbios de Bosnia eran cristianos ortodoxos y el 88% de los croatas de Bosnia eran católicos. Las partes dividieron el poder entre las distintas etnias: mientras que el Presidente del Gobierno de la República Socialista de Bosnia y Herzegovina era un bosnio, el Presidente del Parlamento era un serbio de Bosnia y el Primer Ministro un croata.

El equilibrio se rompió justo cuando Bosnia preparaba un referendo para independizarse de Yugoslavia. Los serbios de Bosnia fundan la República Srpska con la finalidad de impedir la separación de Serbia y los croatas la Comunidad Croata de Herzeg Bosnia  como una separación «política, cultural, económica y territorial» en el territorio de Bosnia y Herzegovina. Tras la independencia, la guerra estalló. Los bosnios recibieron el apoyo de grupos islámicos, los serbios de cristianos eslavos de otros países como Rusia y Grecia. Inicialmente las fuerzas serbias, de religión cristiana ortodoxa, atacaron a la población civil no serbia musulmana, en Bosnia oriental. Una vez que las ciudades y los pueblos estaban asegurados, procedían a la expulsión de sus habitantes (limpieza étnica), que incluyó violaciones masivas y asesinatos.

La mayor parte de la capital Sarajevo, estuvo permanentemente en manos de los bosnios, aunque el gobierno oficial de la República de Bosnia y Herzegovina siguió funcionando con relativa composición multiétnica. En los 44 meses del asedio, el terror contra Sarajevo y sus residentes varió en su intensidad, pero el objetivo siempre fue el mismo: infligir el mayor sufrimiento posible a los civiles a fin de obligar a las autoridades bosnias a aceptar las demandas de los serbios. La guerra fue descomunal: croatas y serbios contra los bosnios.

En 1994 intervino la OTAN a proteger las zonas seguras proclamadas por la ONU. En julio de 1995, las tropas serbias del general Ratko Mladić, ocuparon la «zona segura», controlada por UNPROFOR, de Srebrenica en el este de Bosnia, donde alrededor de 8000 civiles bosnios fueron asesinados, en la conocida masacre de Srebrenica. La mayoría de las mujeres fueron expulsadas a territorio bosnios y algunas asesinadas y violadas. Genocidio. Durante la guerra de Bosnia, se realizaron abusos sexuales de niñas y mujeres que más tarde se conocerían como fenómeno de violaciones en masa. Entre 20 000 y 44 000 mujeres musulmanas fueron sistemáticamente violadas por las fuerzas serbias cristianas. La guerra terminó con los Acuerdos de Dayton firmados en diciembre de 1995. Según los Acuerdos de Dayton, los serbios reconocían la existencia de Bosnia como estado independiente.

Pero la Guerra de los Balcanes no terminó ahí. En 1998 estalló otro conflicto, esta vez entre serbios y albaneses, por el territorio de Kosovo. Al final de la guerra, este territorio quedó como una provincia autónoma de Serbia administrada por la ONU. En 2008, el gobierno de Kosovo declaró unilateralmente su independencia, reconocida por la mayor parte de la comunidad internacional pero no por Grecia, Eslovaquia, Chipre, Rumanía, España. Tampoco potencias como Rusia o China reconocen la independencia del país.

La Guerra de los Balcanes fue uno de los primeros conflictos que se retransmitió por televisión en todo el mundo. A menudo se presentó la historia de manera simplificada: los serbios eran los malos y, con el apoyo del gobierno yugoslavo, atacaban a los croatas. Sin embargo, en todos los bandos hubo líderes políticos y religiosos que incitaron a la guerra y enfrentaron a la población.

Imagen portada: Shutterstock

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