Los dioses olímpicos son los máximos gobernantes dentro de la mitología griega, pero para alcanzar ese estatus debieron luchar contra los titanes, una poderosa raza que dominó la tierra con antelación. Su guerra fue conocida como la Titanomaquia.
El origen de los titanes
En los inicios de la historia mitológica solo estaban el cielo y la tierra, representados por Urano y Gea, respectivamente. De su unión nacieron seres poderosos: gigantes, melíades, ninfas, titanes, cíclopes y hecatónquiros; los dos últimos fueron encerrados en el Tártaro.
Urano tenía miedo de que sus hijos se revelaran en su contra y los encerraba, pero el titán Cronos recibió una hoz de la mano de Gea y castró a su padre. Luego de derrotar a Urano, el resto de los titanes fueron liberados y dominaron un mundo en el que no existían las leyes.
Cronos y sus hijos
Cuando Cronos derrotó a Urano, este último profetizó que su hijo sufriría el mismo destino y sería derrotado por sus descendientes. Cronos, temiendo que las palabras de su padre fuesen ciertas, fue devorando a los hijos que tuvo con Rea, su hermana.
Luego de que Cronos acabó con Démeter, Hera, Hestia, Hades y Poseidón, Rea decidió ayudar a su sexto hijo, Zeus. El dios fue ocultado por su madre en Creta, mientras que su padre devoró una roca creyendo que era él.
El dios del rayo fue criado por los Curetes y Adrastea e Ida las ninfas. Al crecer hizo alianzas con Metis, su primera amante y quien le dio una bebida especial para que su padre vomitara al resto de los olímpicos. Una vez reunido con sus hermanos, Zeus le declaró la guerra a Cronos, y así inició la Titanomaquia.
Titanomaquia: la guerra por el poder
Titanes y olímpicos instauraron un conflicto que duró 10 años y un sinfín de batallas. En un principio, Cronos y sus aliados Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Menecio y Atlas; contra sus hijos Démeter, Hera, Hestia, Hades, Poseidón y Zeus… no obstante, en el transcurso de la guerra, varios titanes se unieron a los olímpicos, como lo hizo Estigia y su generación.
La guerra se prolongó y no daba señales de una pronta resolución, hasta que Gea profetizó que los olímpicos vencerían si se unían a los seres encerrados en el Tártaro. Zeus liberó a los hecatónquiros y los cíclopes, quienes ayudaron a los dioses y obsequiaron el rayo al rey del Olimpo, el tridente a Poseidón y el casco de invisibilidad a Hades.
El dios del inframundo usó su nuevo poder para robar las armas de los titanes mientras Poseidón los distraía y Zeus atacaba con sus rayos. Una vez derrotados, los hecatónquiros arrojaron con sus 100 brazos una cantidad indescriptible de piedras sobre los titanes y los sepultaron hasta llegar al Tártaro.
Los dioses se situaron en el Monte Olimpo y desde allí gobernaron el mundo, el cual fue dividido entre Zeus -cielo-, Poseidón -mar- y Hades -inframundo-, mientras que los titanes aliados a los olímpicos no fueron castigados, los hecatónquiros fueron designados como guardias ante los prisioneros y el titán Atlas fue condenado a cargar con el peso del mundo en sus espaldas debido a todo el desgaste que sufrió durante la guerra.
Con información de Sobre Grecia / Misterio World / Sobre Leyendas / Foto: Shutterstock
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