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¡Nuestros seguidores reimaginan el arte! (Parte 1)

¡Nuestros seguidores reimaginan el arte! (Parte 1)

CULTURIZANDO EN WHASTAPP

Cada jueves publicamos en nuestra cuenta de Instagram la sección #CuentaCuentos, donde le damos a nuestros seguidores la oportunidad de crear una historia original a las famosas pinturas que han sido parte de la cultura desde hace años. ¡Te traemos las mejores historias del mes!

 

Judith y Holofernes, de Caravaggio

Historia de Gabriel Omar Ls [@gabriel.omarls]

“Era una familia campesina poco adinerada, una madre viuda, una hija sin estudios pero trabajadora y una abuela con muchos estragos y enfermedades.

Aquel día Martha (la madre) conoció a Pedro, un campechano del pueblo que con halagos enamoró aquella mujer y se convirtió en el hombre de la casa por unos años.

Pedro, hombre de suburbios, maltrataba a la familia de Martha y a sus seres queridos. Hasta que un día este hombre cometió una tragedia: degolló a Martha por celos y narró el hecho como accidente; pero Esther (la hija) no creía en este hecho.

Pedro se quedó bastante tiempo en esa casa violando a Esther y maltratándola. Pero Esther fantaseaba con algo muy justo para ella y se lo hizo saber a su abuela…

Nacía la noche, ella se preparaba y su abuela también. Justo a las 12, cuando sabían que Pedro llegaba borracho a dormir, prepararon la escena y sin tapujos, agarrando la cabeza de Pedro, clavó una estaca y la cortó…

Cerca de un pozo la tiraron”.

El grito, de Edvard Munch

Historia de Mercury Sax [@mercurysax]

“Eduardo era un chico solitario, abrumado por la desolación que existía en sus sentimientos, carente de emociones, él deseaba un amor para sí mismo…

La vida es cruel a veces. La vida a veces nos cobra primero y después nos regala lo más maravilloso; pero de vez en cuando uno se pierde en el camino.

Por cada sueño perdido habrá una victoria. Eduardo deseaba ser feliz en el mundo y tener muchos amigos; la historia es triste y tú ahora la sabes. Muchos intentaron saciar su sed, pero el escogió un camino distinto… Noches tristes rompiendo su nariz, rompiendo su alma; él se perdió.

Poco a poco se fue hundiendo en ese mundo de tristeza, en la desolación, en ese mundo de depravación…

Joanne lo veía a escondidas pero él nunca lo supo. Ella estaba enamorada de él, de su pasado, de su presencia cuando caminaba por el puente… ella veía a todas las personas pasar y a Eduardo lo veía gritando.

Joanne ahora llora por su soledad, Joanne llora por ver perder sus sueños, Joanne extraña a Eduardo en el puente.

Ella se maldice todo el tiempo por su cobardía por no poder declarar su amor en aquel momento.

Ella ve la vida pasar.

Ella retrata sus más oscuros pensamientos.

Ella retrata a Eduardo en el puente”.

Historia de Jessi López [@Jeesslopez]

“Era un 12 de septiembre por la tarde, pasadas las 18 horas. Como todos los días Joseph salía a caminar, particularmente por un puente. Había algo en ese lugar que siempre le llamaba la atención, no sabía qué era pero él sentía que algo le decían.

Era como si cada vez que pasaba por allí una voz distinta le susurraba que mire, que mire más allá de lo que suele ver siempre… Él observaba todos los días pero nada hallaba. Pasaban días, semanas y meses y las voces se repetían en cada paseo, hasta el punto de soñar por las noches sumergirse en el hermoso atardecer que ese paisaje le brindaba y descubrir qué le hablaba.

Hasta que un día, cansado de intentar descubrir qué era, dejó de lado su curiosidad. Salió a pasear como todas las tardes y como nunca, observó el color del cielo tan atractivo junto al sol que se perdía en él.

Sintió una paz, un completo silencio, como si el fluir del arroyo se detuviese y todo desapareciera por un momento.

Volteó su cara y miró el agua, como nunca completamente quieta, clara, que mostraba desde el fondo del arroyo varios rostros, que correspondían a las voces que todos los días le susurraban y allí entendió que eran personas que al no encontrar sentido en su vida, solo incertidumbre, decidieron terminar con ella, arrojándose desde ese puente para poder encontrar tal vez en las olas un poco de paz y serenidad”.

American Gothic, de Grant Wood

Historia de Kim Núñez [@Kimnunezcruz]

“El broche que la señora Harper llevaba en su cuello en esa desteñida pintura, es la razón de que yo tenga una historia de terror vivida.

No fue cuando me di cuenta de su presencia paranormal, ni mucho menos cuando encontré aquel broche en esa tibia, pintoresca e inusual noche… porque debo resaltar que en Monroeville todas las noches son noches oscuras donde solo aprecias los gritos del viento.

Jamás llegué a imaginar que mi vida sería salvada por aquel hombre de piel oscura; un hombre señalado por la sociedad solo y únicamente porque Dios lo hizo de color, me sacaría de aquel aprieto en el que me había metido por andar de curiosa en aquella vieja casa olvidada donde murieron los señores Harper.

Pero, solo les diré, que de no ser por él, ese joven de ojos saltones y piel morena, mi alma y espíritu se habrían absorbido para siempre de mi cuerpo, como una esponja a la espesa sangre y habría sido reemplazada por el alma y espíritu de aquella mujer que quería cobrar su muerte, que vagaba por las esquinas de esa olvidada casa, era como si hubiese almacenado su presencia en una llamativa y antigua joya, en espera de una virgen, solitaria y curiosa joven.

Supongo que para creer en historias paranormales tienes que vivirlas, tienes que ser el testigo mismo de cómo tu piel se eriza y tu corazón huye a toda prisa de tu pecho”.

Historia de Zile Bastidas [@zilebstids]

“Era el año 1930, la pareja de más de 25 años de casados vivía en una aislada granja. Todas las personas los conocían como Margaret y James Wood, sin hijos ni pasado.

Un día un joven pintor se enamoró de la hermosa y tranquila granja. Cuando conoció a la pareja se dio cuenta de que había mucho potencial en ambos y sin duda él podría convertirse en el pintor del momento.

El joven artista continuó visitando la granja para hacer varios retratos del paisaje y así continuar mejorando la pintura, la señora Margaret siempre se mostraba tranquila al igual que el señor James, pero el joven pintor siempre los veía un poco alejados y distantes y sobre todo muy silenciosos.

Pero el día esperado llegó, y el joven pintor que llegó a la granja con más entusiasmo de lo usual, tocó fuertemente la puerta para avisar que había llegado… Pero algo le extrañó en ese momento; la tranquila pareja se encontraba más rara de lo usual, enojados y hasta preocupados cuando salieron de la granja, pidiéndole al joven pintor no hacer ruido.

Él se extrañó pero no lo notó extraño ya que comprendía que era una pareja mayor que celaba su privacidad. Les pidió que posaran y estos obedecieron… sonreían poco pero se notaban nerviosos de que era su primera pintura… El joven pintor continuó con su trabajo y mientras más se adentraba en su arte, más escuchaba ruidos lejanos.

Al principio pensó que tal vez estaba escuchando mal o hasta tal vez estaba delirando… pero, sabía que no estaba loco. Poco a poco los gritos comenzaron a sonar más fuerte y se percató que eran gritos de ayuda, y mientras más pintaba más se daba cuenta de que esos gritos eran de niños.

Niños desesperados por ayuda, niños llorando por ser liberados; el joven pintor notó que los gritos provenían por debajo de la granja. Comenzó a temblar mientras seguía pintando. Y sin duda logró capturar los rostros llenos de maldad de la monstruosa pareja Wood”.

Saturno devorando a su hijo, de Francisco de Goya

Historia de Erick Shot [@erickarigato]

“Érase una vez, en el año 1819, cuando comenzó uno de los mejores experimentos en la historia de España, donde uno de los grandes científicos de esos años quería desarrollar a los súper soldados.

Los militares de gran poder le dieron permiso y capital para que comenzara, pero no había un soldado para hacer las pruebas y el científico le pidió a su hijo que le ayudara con eso.

Su hijo aceptó y cuando comenzaron las pruebas el científico comenzó a mutar, con crecimiento de las extremidades del cuerpo y después de la cabeza, con una boca tan grande que los demás científicos tuvieron que encerrarlo en una habitación especial.

Su hijo quería ayudarlo, pero los militares no lo dejaron porque ya no era un hombre sino una bestia muy hambrienta, porque dejaron de alimentarlo… y en las noches se escuchaban los gritos del científico pidiendo ayuda a su hijo.

Un día el hijo decide entrar porque creía que su padre le hablaba; el hijo entra por voluntad propia y la bestia ya no tenía razón de pensar y solo lo devoró… Cuando los militares llegaron… encontraron al padre-bestia comiéndose al hijo y llorando a la vez”.

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