En 1535 fue encargado a Miguel Ángel por el papa Pablo III el fresco más grande jamás pintado para ser dispuesto en la pared del altar de la Capilla Sixtina.
El Juicio Final (1541) es el reconocido mural realizado por Miguel Ángel Buonarrotti para decorar la Capilla Sixtina de la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano (Roma, Italia).
Esta obra al fresco de 13,70 por 12,20 metros, fue plasmada 25 años después de que el mismo Miguel Ángel hubo terminado de pintar la bóveda de la capilla.
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La imagen representada en el techo se extrae del Apocalipsis de San Juan. En ella resaltó la angustia y fatalidad de la circunstancia. Artísticamente hizo gala de su típica terribilitá, desnudos con cuerpos hercúleos o bien formados; y en cuanto al color, empleó tonalidades vívidas y contrastantes, además del uso de luz y sombra.
En el fresco aparecen alrededor de 400 figuras de las cuales solo se han identificado 50.
En la parte superior está ocupado el mundo celestial. La imagen de Cristo aparece en el centro de la obra con el brazo derecho alzado, haciendo un enérgico movimiento para separar a los justos de los pecadores. Se le notan las manos y pies marcados por la crucifixión, y una herida en el pecho por una lanza.
Junto a él se encuentra la Virgen María, temerosa. Detrás de ellos surge un destello de luz, y se encuentran rodeados de santos, apóstoles, mártires, confesores y bienaventurados de la iglesia.
Se muestra a San Pedro con las llaves del Paraíso, San Pablo es reconocido por su barba y ceño. Los próximos santos llevan los símbolos de su martirio: San Andrés lleva una cruz a modo de “X”, San Bartolomé tiene un pedazo de piel en su mano, San Lorenzo sostiene una parrilla, San Blas dos rastrillos, San Sebastián tiene flechas y Santa Catalina usa una rueda de púas que evita el paso de los pecadores al Cielo.
Debajo aparecen un grupo de ángeles, unos con trompetas y otros con el Libro de la Vida y el Libro de la Muerte.
En la parte inferior de la obra, el grupo se divide en los que ascienden al cielo (izquierda) los que estaban en la Tierra al momento del llamado de Dios; y los que descienden al infierno (derecha), que han sido condenados, se ven desesperados y son obligados a subir a la barca de Caronte.
Se muestran también dos lunetos en la parte superior del fresco. A la izquierda unos ángeles llevan la cruz, clavos de la pasión y corona de espinas, y a la derecha, otros llevan la columna de flagelación de Cristo.
Anterior a esta obra de arte, justo donde se encuentra hoy día el Juicio Final, la Capilla Sixtina exhibía murales hechos por Perugino: la Asunción, la Natividad de Jesús, el Descubrimiento de Moisés y la imagen de los tres primeros Papas. Miguel Ángel tuvo que sacrificarlos para plasmar su obra.
Es importante resaltar que este fresco fue encargado en un principio por Clemente VII. En ese momento, él le había propuesto pintar La caída de los ángeles. Pero fue Pablo III quien ordenó la escena del Juicio Final.
La pintura al verse finalizada provocó toda suerte de polémica y críticas por los desnudos allí expuestos. Para muchos no se consideraba moralmente apto que ese tipo de figuras se vieran en un lugar tan sagrado como la Capilla Sixtina.
De hecho, fue mandada a censurar por el papa Pío V y Daniele da Volterra –un discípulo de Buonarrotti- fue el encargado de colocarle “vestimenta” a algunos de los personajes.
Otro detalle interesante es que Minos (figura con serpientes enrolladas alrededor) posee la cara de uno de los sacerdotes que criticó la obra.
Pialet Narváez | Culturizando
Con información de: Wikipedia / artehistoria
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