Un falo inmenso y constantemente erecto, fue el castigo de Príapo, una antigua divinidad grecorromana. ¿Será un castigo o una bendición? ¿Por qué tenía un miembro gigante? Aquí te contamos todo.
Un amor prohibido, desató la furia de una diosa
La unión entre dos de los dioses más polémicos del Olimpo, fue mágica y llena de placer, pero todo dio un giro malévolo cuando una mala decisión, dio como consecuencia una creación monstruosa.
Dionisio, dios del vino y el placer, conocido por su elocuencia y encanto, conquistó a Afrodita, diosa de la belleza, el amor y el deseo. La combinación de ambos, parece ser el éxtasis para los humanos, pero en la mitología, todo salió al revés.
Ambos mantenían una relación llena de pasión y lujuria, pero el mundo cambió completamente en un viaje que hizo Dionisio. Como parte de sus responsabilidades, partió a la India. Afrodita, viéndose sola, buscó distracción. Nadie sabe con quién apaciguó su deseo; pero, producto de su infidelidad, quedó embarazada.
Al regresar Dionisio, intentó hacerle creer que el fruto que tenía en su vientre, había surgido del amor que ambos se profesaban, pero Hera, la reina de los dioses, no lo iba a permitir. Le contó toda la verdad a Dionisio y maldijo a Afrodita, asegurándole un futuro terrible a la criatura que venía en su vientre.
Un monstruo nacido del vientre de la diosa de la belleza
Hera maldijo a Afrodita, por su adulterio y falta de compromiso. Como consecuencia, su hijo nacería deforme y condenado a la infelicidad. Así nació Príapo.
Retratado como un hombre bastante mayor, velludo y poco agraciado, Príapo sería reconocido ante todos por un rasgo en particular: un falo gigante lo acompañaría por el resto de su vida.
Su maldición consistía en tener su falo inmenso siempre en erección. Se convirtió en el dios de la fertilidad de la naturaleza en los pueblos paganos. La peor de las ironías, es que no podía reproducirse.
Además de vivir eternamente como un monstruo, Príapo fue condenado a no conocer el amor ni la satisfacción sexual. Ninguna mujer se atrevía a acercársele, por lo que vivió eternamente solo, frustrado y obligado a cargar con su maldición.
Príapo, rechazado por los dioses, pero venerado por algunos
Pese a su mala suerte, Príapo tenía un grupo de seguidores que lo consideraban un dios de la fortuna. En la antigua Roma, su figura se utilizaba en los jardines con el propósito de que su energía reproductora trajera buena fortuna a las cosechas.
Además, algunos lo utilizaban como una especie de guardián en las casas. Aquel que se atreviera a entrar a una casa resguardada por una estatua de Príapo, debía prepararse para ser violado como castigo.
En tiempos más recientes, existe un templo que lo venera en Norteamérica, específicamente en Canadá. Conocida como la Iglesia de San Príapo, está ubicada en Montreal y tiene como fundamento de fe, venerar el falo de Príapo como fuente de vida, belleza, alegría y placer. Para poder pertenecer a la iglesia, los fieles (mayormente hombres homosexuales) deberán cumplir con una serie de requerimientos sexuales como la masturbación en grupo, orgías y raras ofrendas para el dios griego.
Una enfermedad inspirada en su condición
La temida maldición que caracterizó la vida de Príapo, fue lo que le dio el nombre a una terrible enfermedad que consiste en tener el pene erecto durante horas, sin posibilidad de bajar la erección. El priapismo es una de las condiciones físicas más dolorosas, imposibilita la relajación del pene, haya tenido o no, una estimulación previa. Las erecciones pueden durar hasta 12 horas.
Con información de: Mitología Theoi ABC.es
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