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Henrietta Lacks, el cadáver que ha salvado millones de vidas

Una de las historias más injustas y sorprendentes del mundo de la ciencia, se oculta bajo el nombre Henrietta Lacks. Una mujer cuyas células tienen el súper poder de reproducirse hasta fuera del cuerpo humano, por lo cual se convirtió en la clave para la cura de múltiples enfermedades.

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El momento en que todo cambió “tengo un dolor en el vientre”

Henrietta Lacks había sido una mujer saludable toda su vida. Llevó a cabo sus 5 embarazos sin mayores complicaciones, pero a sus 31 años su ciclo menstrual parecía estar descontrolado. Sus cólicos eran muy dolorosos y su sangrado era cada vez más abundante, por lo que acudió al Hospital Johns Hopkins.

Además de los dolores menstruales, Lacks sentía un bulto en su vientre que resultaba ser su mayor preocupación. Tras examinarla varios doctores, determinaron que era cáncer en la cérvix –parte interior del cuello uterino- y decidieron hacerle una biopsia puesto que la enfermedad no era común –al menos, no en esa parte del cuerpo-.

¿Cómo descubrieron sus células “súper poderosas”?

Lacks tenía 31 años, era una mujer joven y productiva, pero el cáncer estaba extremadamente avanzado y eran pocas las esperanzas de vida. Si bien estaban casi seguros de la ubicación del tumor –puesto que era palpable-, decidieron hacer una serie de exámenes para estudiar más a fondo el caso y pasó algo sorprendente.

Las células cancerígenas, una vez que están fuera del cuerpo al que atacan mueren al cabo de unos días, pero las de Lacks no solamente se mantuvieron vivas, sino que se comenzaron a reproducir.

24 horas después de la extracción de la biopsia, las células se habían duplicado y el proceso reproductivo seguía completamente activo. Cada vez eran más y no había manera de frenarlas. Un fenómeno nunca antes visto.

Un cuerpo extraordinario, una mujer “milagro”

La forma en la que sus células se reproducían resultaba inaudita. Los doctores tratantes enseguida comenzaron a usar sus células para hacer estudios –sin su consentimiento- mientras intentaban recuperar la salud de Lacks.

El tumor no respondió de forma adecuada al tratamiento, por lo que Lacks murió 10 meses después de haber ingresado por primera vez al hospital. Tras su muerte, los médicos se encargaron de extirpar la mayor cantidad de células posibles, sin el consentimiento de su familia.

Unas células extraordinarias que han salvado millones de vidas

Las células de Henrietta Lacks, siguen vivas años después de su muerte y han viajado por todo el mundo, son unas de las más utilizadas en los laboratorios para estudios de enfermedades crónicas y se utilizaron para el descubrimiento de la cura de múltiples enfermedades.

Su conjunto de células se titula “HeLa”, en honor a las primeras sílabas de su nombre y apellido. Su sistema celular ha sido clave para el desarrollo de tratamientos médicos contra la hemofilia, el herpes, la leucemia, el párkinson, la influenza, la fecundación in vitro e incluso la quimioterapia.

Hay quienes consideran que en sus células está la clave para la cura del cáncer. HeLa es la línea celular humana más prolífica y más utilizada en biología, son las únicas células humanas capaces de reproducirse fuera del cuerpo.

“Es muy probable que a partir de estudios fundamentales como estos seamos capaces de encontrar una forma de erradicar el cáncer por completo”

George Gey, el médico que se encargó de su caso.

La injusticia tras el racismo: las células de “Helen Lane”

George Gey fue el oncólogo que se encargó de estudiar a fondo el caso de Lacks. Tenía su propio laboratorio y su meta era conseguir la cura para el cáncer. Al descubrir el potencial de las células de Henrietta, se dio cuenta de que tenía en sus manos un arma extremadamente poderosa: células indestructibles.

Mientras los médicos gozaban con su descubrimiento, la familia Lacks sufría la pérdida sin tener ni la más mínima idea de lo que habían generado las células de Henrietta.

Gey no podía permitir que la comunidad médica negara su descubrimiento por el origen de las células –una paciente afroamericana-. El racismo estaba demasiado arraigado e incluso la medicina que se le administraba a los “negros” era diferente, por lo que publicó que eran las células de una mujer llamada “Helen Lane”, sin dar más detalles al respecto.

Una injusticia que pasó debajo de la mesa ¿cómo se enteró su familia?

Las células HeLa ya habían recorrido el mundo y se reproducían en más de 100 laboratorios y la familia seguía sin saber nada al respecto. Fue en 1973 cuando por casualidad un oncólogo amigo de la familia Lacks, sintió curiosidad por el nombre “Henrietta Lacks”, y tras preguntar si había muerto de cáncer cervical, confirmó lo que pensaba: estaba frente a la familia de las células inmortales.

Fue en ese momento que los Lacks se enteraron de lo que había estado sucediendo durante años, pero no entendían exactamente qué era. El nivel de educación de la familia Lacks, era tan pobre, que años después cuando se enteraron que todavía existían células vivas de Henrietta, su esposo David, no tenía idea de lo que significaba la palabra célula.

Una industria millonaria, a costas de una familia pobre

Rebecca Skloot es una periodista que decidió tomar las riendas del caso de Henrietta Lacks, y escribir un libro que contara su historia, tras sentirse indignada al descubrir la cantidad de dinero y de hallazgos asombrosos que se esconden tras las células indestructibles de Lacks y saber que su familia nunca recibió ni un céntimo.

Fue en el 2001 cuando su hija Débora Lacks, se atrevió a ir al Hospital John Hopkins a “ver las células de su madre”. Para la familia resultó una noticia impresionante, difícil de creer y dolorosa.

Un intento por devolverle la dignidad a Henrietta Lack

Gran parte de las muestras de células se obtuvieron del cadáver de Henrietta Lacks, que posteriormente fue enterrado en una tumba sin lápida –puesto que la familia no tenía cómo costearla-. Millones de vidas se han salvado gracias a las células HeLa, pero son escasos los casos de quienes conocen la historia detrás de ellas.

Oprah Winfrey se enteró del caso por lo que decidió trabajar en una producción cinematográfica que se dedicara a exponer la vida de Henrietta y a crear consciencia en cómo fue su vida y todo lo que se tiene hoy, en la industria farmacéutica y en la medicina, gracias a su cuerpo –que fue utilizado involuntariamente-.

Winfrey explicó que se enteró del caso gracias a un miembro de su equipo de trabajo que estaba leyendo el trabajo de Skloot y enseguida sintió empatía con el caso y la necesidad de ayudar, pues también fue víctima del racismo y la segregación social.

Con información de Playbuzz / The New York Times / BBC

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