El término amabilidad tiene su origen etimológico en el latín. Concretamente podemos exponer que toma como punto de partida lo que es el verbo amare, que es sinónimo de “amar”, y el sufijo –idad, que es equivalente a “cualidad”.
La amabilidad es la cualidad de amable. Este adjetivo se refiere a aquel o aquello que es afable, afectuoso o digno de ser amado. La verdadera amabilidad es aquella que nace de manera espontánea, natural y sin ningún tipo de interés o de intención de conseguir algo.
Todo ello sin olvidar que cuando se produce esa amabilidad libre, universal y que ejerce como valor es cuando se puede decir que el individuo que la lleva a cabo es una persona absolutamente madura.
La amabilidad puede definirse como un comportamiento o acto que resulta caritativo, solidario o afectuoso con otras personas. Por eso engloba diversas actitudes, como la simpatía, la generosidad, la compasión y el altruismo.
Esta semana reflexionamos sobre la «amabilidad» porque, «Sin amabilidad el ser humano deambula por la vida torpemente» Doménico Cieri Estrada
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