Diego Rodríguez de Silva y Velázquez es, sin duda, el pintor más destacado del Siglo de Oro español. Autor de reconocidas obras, destacó por tener una composición segura, contornos claros y un uso inteligente del color, consagrándose así como uno de los pintores más grandes del siglo XVII. Su famosa ‘Venus del espejo’ es uno de los desnudos femeninos más hermosos y sensuales de la historia, ¿lo conoces?
Venus, diosa del amor, la belleza y la fertilidad de la mitología romana, es uno de los personajes que más se ha representado en el arte debido, en gran parte, a la recién descubierta pasión por los temas clásicos y la mitología grecorromana durante el Renacimiento, aun cuando nunca había desaparecido por completo de la cultura occidental.
Esta pasión brindó a los artistas la oportunidad de escapar de las restricciones del cristianismo, en una época en la que cualquier atisbo de sexualidad estaba totalmente prohibido en el arte. Así, una nueva actitud hacia la desnudez y el erotismo fue entonces posible cuando la mitología, especialmente a través de la diosa del amor, le dio a los artistas la posibilidad de evocar el erotismo y la sensualidad sin el estigma de la indecencia.
Diego Velázquez no fue la excepción, por lo que no dudó en plasmar a la inspiradora diosa en lo que es hoy en día una de sus pinturas más famosas: la Venus del espejo. Para esta obra, el pintor español se vio influenciado por Paul Rubens, el maestro flamenco del Barroco cuya fama se basa en sus motivos clásicos mitológicos, y en el retrato de mujeres desnudas y voluptuosas.
Una diosa capaz de robar el aliento
Representado, al igual que siempre, como un niño alado, pero carente de su arco, en la obra de Velázquez vemos a Cupido, el dios del deseo amoroso, sosteniendo un espejo en el que Venus -su madre-, contempla su reflejo con un aire lascivo e indiferente.
Reclinada lánguidamente en su cama, con la espalda hacia el espectador y con sus rodillas dobladas, Venus se muestra con una cabellera muy morena, contraria a los castaños claros y rojizos con los que se acostumbraba pintar a la diosa en aquel entonces.
Esta Venus española marca, además, una diferencia notoria con muchas de las otras, y es que se muestra sin la parafernalia mitológica que normalmente se incluye en representaciones de la diosa… La vemos recostada en una cama de lo más sencilla en lo que parece ser una alcoba, con su cabello recogido en un moño despeinado como si de una mortal se tratase.
Sin embargo, su belleza es capaz de robar el aliento de cualquiera… Su estilizado y joven cuerpo muestra un detalle meticuloso que deja en evidencia una composición segura, contornos claros y un uso muy inteligente del color, donde Velázquez contrasta exquisitamente el pálido tono perlado de la piel de la diosa con el frío gris de la sábana de seda.
El oscuro marco del espejo forma un rico contraste con el tono granate de las cortinas, añadiendo un tono cálido a la pintura; lo que equilibra a la perfección los subtonos fríos de la mayor parte de la obra. Además, el detalle que muestra la espalda de Venus ilustra la meticulosa atención de Velázquez a los detalles.
Venus del espejo se considera uno de los desnudos más sensuales y hermosos de la historia del arte, y descansa en las paredes de la Galería Nacional de Londres.
Con información de: Diario El Universal, C.A. (2008). 100 mujeres más bellas en la pintura. Chile: Editorial Amereida, S.A.
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