Por Pónganse a Leer | … “Sabe Dios qué angustia te acompañó. Qué dolores viejos calló tu voz. Para recostarte arrullada en el canto de las caracolas marinas. La canción que canta en el fondo oscuro del mar. La caracola” …
¡Esto es Pónganse a Leer con Pedro Julio! Un espacio de divulgación de la lectura. En él nos encontramos para hacer apología de este vicio maravilloso que nos une y nos consume a todos los que andamos por aquí, la lectura.
Y lo que les acabamos de citar es parte de la letra de la canción ‘Alfonsina y el mar’, una belleza de canción compuesta por el pianista Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna; porque hoy en pónganse a leer con Pedro Julio vamos a seguir hablando de escritoras suicidas.
Un episodio se hacía corto para hablar de estas mujeres luminosas que decidieron quitarse la vida por su propia mano, de manera que vamos a arrancar de una vez, para que no nos agarre el sereno en el camino.
Alfonsina Storni
Alfonsina Storni, nació en mayo de 1892 en un cantón suizo del Ticino. Cuando Alfonsina tenía 4 años, la familia se mudó a Argentina.
En Argentina se instalaron primero en la ciudad de San Juan, después se mudaron a Santa Fe, después a Rosario, después a Buenos Aires y finalmente a Mar del Plata.
Cuando era una adolescente su padre murió, entonces entró a una compañía de teatro. Se fue de gira actuando en algunas obras, siguió estudiando, trabajó como maestra de escuela y también dio clases de arte dramático, y colaboró en «Caras Y Caretas» de Buenos Aires.
Alfonsina empezó a mostrar interés por la escritura. Incursionó en el teatro y la poesía, que sería realmente lo que la haría famosa.
En 1916 se editó ‘La inquietud del rosal’, una serie de poemas en los que habla acerca de sus sentimientos, dándole un nuevo sentido al romanticismo. Dos años después editó ‘El dulce daño’ (1918), luego ‘Irremediablemente’ (1919) y ‘Languidez’ (1920).
Se embarcó a Europa y allá conoció las nuevas corrientes y movimientos poéticos, de manera que, apropiándose de ellos, le dio un giro a su estilo. De esos años son sus mejores trabajos, en los que consolida su estilo poético: ‘Mundo de siete pozos’ (1934) y ‘Mascarilla y trébol’ (1938).
A Alfonsina Storni le diagnosticaron cáncer de mama. En 1935 le hicieron una mastectomía, pero el cáncer seguía en su cuerpo, sumado a esta situación de salud compleja, entró en depresión por la muerte de varios amigos suyos como el escritor uruguayo Horacio Quiroga, la hija de Quiroga, Egle Quiroga y el también escritor Leopoldo Lugones.
En octubre de 1938 viajó a Mar del Plata, desde allá le mandó un par de cartas a su hijo Alejandro. En la madrugada del martes 25 de octubre, Alfonsina Storni salió de su habitación y se fue a la playa La Perla, a la mañana del día siguiente, encontraron su cuerpo en la playa.
De la muerte de Alfonsina hay dos versiones, una romántica que dice que se fue internando lentamente en el mar hasta ser arropada por las olas, la otra que se arrojó desde una escollera y cayó al mar; esta versión está basada en las investigaciones que se hicieron de su muerte.
La velaron en el Club Argentino de Mujeres y luego la sepultaron en el Cementerio de la Chacarita.
Hay un poema precioso de Storni que se llama ‘Frente al mar’, una belleza que dice en su segundo verso y les leo:
… “Mar, yo soñaba ser como tú eres, allá en las tardes que la vida mía. Bajo las horas cálidas se abría… Ah, yo soñaba ser como tú eres” …
Anne Sexton
Anne Sexton, nació en noviembre de 1928 en el seno de una familia burguesa de Massachusetts.
Sexton era la menor de las tres hijas de un exitoso fabricante de lanas, su familia era muy acomodada. Se casó joven y después de tener a su primera hija entró en una fase de depresión posparto, de ahí le devino un colapso nervioso, por lo que fue ingresada en el hospital Westwood Lodge. Cuando nació su segunda hija volvió a ser hospitalizada, se llevaron a las niñas con los abuelos paternos y en 1955 intento quitarse la vida por primera vez.
Estando internada en el hospital psiquiátrico, el doctor Martin Orne, que era el médico que le trataba, le recomendó que escribiera poesía. Sexton se inscribió en un taller de poesía,
Cuando empezó a publicar, inmediatamente empezó a recibir el reconocimiento, publicó en varias revistas como el New Yorker, Harper’s Magazine o Saturday Review.
En aquella época también trabó amistad con la poetisa Maxine Kumin, con quien escribió 4 libros infantiles (publicados entre 1963 y 1975). También fue amiga de Sylvia Plath, de hecho, ambas son consideradas unas de las grandes exponentes de la poesía confesional.
La poesía de Sexton es una poesía tremendamente emocional, Sexton arropó su depresión con sus poemas, la emocionalidad de su vida está en cada verso.
Ella fue capaz de convertir su experiencia vital en el gran tema de su obra poética; en sus poemas también encontramos mucho de lo que significa ser mujer. Trató temas como la menstruación, el aborto o el consumo de drogas, que en aquel entonces eran temas tabúes.
La obra de Sexton fue reconocida y premiada en su tiempo, se ganó el premio Pulitzer en 1967 por su libro vive o muere, se ganó varias becas también como la Robert Frost para asistir a la conferencia de escritores de Bread Loaf. Fue profesora de la Universidad de Boston, y participó en el Congreso por la Libertad de la Cultura.
Anne Sexton alcanzó su cometido de quitarse la vida al décimo intento. La tarde del 4 de octubre de 1974 almorzó con su amiga Maxine Kumin, iban a revisar un manuscrito de Sexton juntas; se trataba del manuscrito de ‘El horrible remar hacia Dios’. Después de la comida se fue a su casa, se vistió con el abrigo de piel de su madre, se quitó los anillos, se sirvió un vaso de vodka, y se encerró en el garaje de su casa, una vez ahí prendió el carro. La muerte llegó por intoxicación por monóxido de carbono.
Su hija mayor, Linda Gray Sexton, que tenía 21 años cuando su madre se suicidó, dijo años más tarde que la muerte de su madre fue alivio para todos, que vivió una infancia infernal por los trastornos mentales de su madre.
Su hija dijo en esa misma entrevista que su madre las sometía a ella y su hermana menor a malos tratos, pero con el pasar de los años ella había logrado entenderla y perdonarla.
Teresa Wilms Montt
Teresa Wilsm Montt nació en septiembre de 1893 en Viña del Mar, en el seno de una familia acomodada. Desde jovencita fue una rebelde, no se sentía identificada con los valores burgueses.
Teresa se casó sin el consentimiento de sus padres con Gustavo Balmaceda cuando tenía 17 años, luego la acusaron de adulterio y la encerraron en un convento. Con la ayuda de su amigo el escritor Vicente Huidobro, que era también primo de su esposo, pudo escapar y huir a Buenos Aires, donde trabajó en la prensa local, fue muy activa en la vida bohemia intelectual que predominantemente estaba dominada por los hombres. Se fue a los Estados Unidos en la época de la Primera Guerra Mundial, trabajó como enfermera y fue confundida con una espía alemana, siendo liberada luego.
La obra literaria de Teresa empezó en la revista Nosotros, en la que colaboraba, en 1917 publicó sus dos primeros libros, ‘Inquietudes sentimentales’, una obra en la que encontramos cincuenta poemas con rasgos surrealistas, pero también sutiles en los que se refleja el dolor de una mujer irreverente, feminista y libertaria que luchó contra los estereotipos impuestos a las mujeres de su época. Con esta obra ganó reconociendo entre los círculos intelectuales.
Luego publica ‘Los tres cantos’, aquí se nos pone erótica la mujer, pero este es un erotismo como espiritual.
Después publicó otras dos obras más con las que también alcanzó notoriedad, ‘En la Quietud del Mármol’ en la que la muerte es el tema central, y ‘Anuarí’, que es un homenaje a un difunto enamorado argentino que tuvo. En 1919 publicó ‘Cuentos para hombres que todavía son niños’, en la que evoca la infancia y sus experiencias más íntimas.
Teresa anduvo errante entre Suramérica y Europa, hasta que en 1920 se estableció en París y pudo ver por fin a sus hijas, de las que había sido separada, pero las niñas regresaron a Chile, así que la tristeza llegó y no se fue nunca. Entró en una depresión funesta, tuvo ideas suicidas que concretó en diciembre de 1921.
En esa crisis depresiva empezó a consumir veronal, un barbitúrico que tiene propiedades hipnóticas.
Teresa se quitó la vida ingiriendo una gran dosis de veronal, después de una larga agonía, murió en la víspera de Navidad de 1921, tenía 28 años.
Escribió en su diario: «Morir, después de haber sentido todo y no ser nada»…
Miyó Vestrini
Miyó Vestrini nació en Francia en abril de 1938, siendo niña emigró con su familia a Venezuela.
Desde muy joven se interesó por el periodismo cultural, formó parte de varios grupos como: El Techo de la Ballena, Sardio, La República del Este y Apocalipsis.
Trabajó también como agregada de prensa en la embajada de Venezuela en Italia, y fue jefa de prensa de la Cancillería de Venezuela.
Tuvo un programa de radio con temática literaria y trabajó en varios diarios como: El Nacional, El Diario de Caracas, La República y El Universal.
La obra de Vestrini está notablemente influenciada por una constante lucha entre sus raíces francesas y su vida venezolana.
Otros temas que abordó en su obra son la modernidad, las posibilidades y las limitaciones desde el punto de vista de la mujer, en su poesía hay mucha memoria, y la muerte, que en la obra de Vestrini, se presenta como una salida a las vicisitudes de la vida, llega incluso a anhelarla.
El fotógrafo y poeta Enrique Hernández D’Jesús dijo que:
“Miyó fue una mujer suicida y eso tiene que ver con su poesía, porque es una poesía muy desgarrada, llena de ese mundo de protesta”.
Miyó Vestrini se quitó la vida en noviembre de 1991, tomando una gran cantidad de rivotril, un ansiolítico y anticonvulsivo. En aquella época el suicidio era un tema tabú, de manera que no se supo mucho de la muerte de Miyó; el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka, escribió un poema sobre la muerte de la poeta, llamado “Miyo”, que dice:
“Que las palabras pierdan su envoltura.
Que todo estalle.
Que cada imagen se abandone
a una imagen más líquida
y definitiva
que sólo existe ya,
por fin,
un ángel
dormido bajo el agua”
Prevención del suicidio
El suicidio es un problema de salud pública muy importante, pero lamentablemente por los atavismos culturales de nuestros pueblos está muy descuidado, porque hablar de ideas suicidas es un tabú.
Desde marzo de 2020, cuando la OMS declaró al COVID-19 como una pandemia, hemos estado expuestos a mucho estrés, a muchas pérdidas y a mucho sufrimiento, de maneta que mirar hacia el suicidio y como nos sentimos en torno a él es necesario.
Según el tercer informe regional sobre la mortalidad por suicidio, publicado en marzo de 2021, el suicidio debería ser una prioridad de salud pública en la Región de las Américas.
La mayoría de los suicidios son prevenibles con intervenciones oportunas y esas intervenciones tienen muy bajo costo para los gobiernos, parte de la prevención es la construcción de vínculos sociales, socializar con nuestra gente más cercana sobre nuestros sentimientos, la toma de conciencia y ofrecer esperanza, hay que cuidar la salud mental como cuidamos la corporal.
Las conductas suicidas son complejas y deben ser abordadas según esa complejidad. Los factores que conviven para que una persona decida quitarse la vida, suelen presentarse en forma acumulativa, y esto va aumentando la vulnerabilidad de las personas y empezamos a pensar en que no vale la pena vivir y que no hay solución al problema de la vida, de manera que la única salida es dejar de vivir.
Si se busca ayuda profesional a tiempo se pueden superar las ideas y conductas suicidas, con una intervención oportuna podemos salvar una vida.
Despedida
Me voy, renovando la esperanza de cada episodio, que ustedes después de escucharme se van a ir a buscar la obra de estas mujeres que no solo fueron escritoras suicidas, sino que fueron también unas escritoras fuera de serie, que nos dejaron una obra con una gran calidad literaria.
Nos escuchamos pronto, mientras tanto… ya lo saben ustedes, ¡pónganse a leer!
Imagen de portada: Shutterstock
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