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¿Los filósofos son realmente tan inteligentes? No, al menos eso pensaba Montaigne

¿Los filósofos son realmente tan inteligentes? No, al menos eso pensaba Montaigne

Mientras que a la gran mayoría le gusta presumir de sus dotes intelectuales, hubo uno que pensaba que la búsqueda de la razón no es más que una práctica arrogante. ¿Quién era Montaigne? ¿Por qué pensaba así? Aquí te contamos todo.

¿Quién fue Michel de Montaigne?

Michel de Montaigne (1533-1592) fue un filósofo humanista francés conocido por su pensamiento crítico, ecléctico, escéptico y sobre la vida. Su ideología lo transformó en una de las figuras más representativas del modernismo, sus críticas a la Academia impulsaron sus trabajos y llegó a formar parte de las élites intelectuales más importantes de la época, aunque realmente nunca quiso ser famoso por sus dotes.

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¿Qué pensaba de «los intelectuales»?

Su pensamiento se puede resumir en una línea: Los intelectuales son arrogantes y sobrevalorados. Nació en la era del renacimiento, una época en la que la persecución de la razón –según Cicerón, un importante pensador romano- lo que garantizaría la felicidad. 

Su meta era desenmascarar las pretensiones del mundo intelectual, demostrar que los filósofos son personas comunes que se interesan por temas poco frecuentes. Detestaba la arrogancia y se caracterizaba por su modestia. Solía decir:

“Incluso en el trono más grande e importante del mundo, seguimos sentados en nuestros traseros”.

La inteligencia siempre fue considerada como una virtud única, que hacía de aquellos que la tuvieran, se sintieran superiores a los que no.

«El manejo de la razón representaría una herramienta única de dominación». Este pensamiento de Cicerón enfurecía a Montaigne, quien decía que muchas personas que no habían recibido ningún tipo de educación vivían de manera más “gentil, equitativa y constante” que aquellos que presumían de su intelecto. 

Un escritor con su propio castillo

Montaine pasó la mayor parte de su vida en su castillo en Saint Michel de Montaigne. Es considerada una de las estructuras más poderosas de Francia, está clasificado como Monumento histórico de Francia desde el 28 de marzo de 1952.

Una mentalidad única y tajante era lo que hacía destacar

Montaigne es considerado como una de las figuras más representativas de la modernidad. Leonard Woolf, un importante filósofo y político británico insistió en que fue el “primer hombre completamente moderno por su intensa conciencia e interés apasionado por su misma individualidad y la de todos los demás.” 

Era un hombre muy caustico -irónico, sarcástico, crítico-. Estaba en contra del sistema educativo porque no promovía la inteligencia o el estudio de los sentimientos individuales, sino en la práctica constante del caletre. Consideraba más importante aprender a entender la mente individual, antes que estudiar las ideologías de otros. 

De los libros lo único que busco es diversión, pasar el rato de forma agradable. Si leyendo me encuentro con algo que no entiendo, no me comeré las uñas intentando descifrarlo, simplemente paso la páginaSi un libro no me parece entretenido, lo cambio por otro”. 

Su pensamiento siempre buscó el placer y la diversión individual por encima de lo que es considerado aceptable en la sociedad.

«El matrimonio es como una jaula; uno ve a los pájaros desesperados por entrar, y los que están dentro igualmente desesperados por salir»

Michel de Montaigne consideraba que la unión matrimonial no era más que un capricho de la sociedad.

Una inteligencia que no quería reconocimiento

Montaigne era un hombre brillante, desde niño se destacó por su sabiduría, pero al contrario de muchos filósofos, no soñaba con formar parte de la La Academia, los consideraba a todos como “arrogantes”.

La Academia siempre fue una institución de gran prestigio, únicamente aquellos que eran considerados extraordinarios formaban parte del equipo y esto le parecía inaceptable. Se mantuvo crítico durante toda su vida.

¿Cómo se resume su pensamiento? Era un hombre de pensamiento muy liberal, estaba en contra de los dogmas. En temas religiosos, siempre fue muy receptivo, en su familia habían muchas influencias -judías, católicas y protestantes- y él siempre se mantuvo neutral.

Opinaba que la búsqueda de la razón no era lo importante y durante toda su vida practicó el escepticismo: no existe una verdad absoluta, solamente hay opiniones. No creía en la inteligencia absoluta de los filósofos, ni en que existía una sola verdad, pues cada pensamiento es subjetivo y cada realidad es distinta.

Con información de PlayBuzz

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