Como dice Nicolás Artusi en su libro “Café. De Etiopía a Starbucks” (2014), la historia del origen del café también puede ser la del famoso dicho “estás más loca que una cabra.” Parecerá insólito, pero, detrás del nacimiento de una de las bebidas más consumidas del mundo hay una fábula que data del año 800 y se sitúa en Abisinia, lo que actualmente es Etiopía. Según, ésta era la zona de negocios entre las tribus africanas y los comerciantes árabes. La leyenda cuenta que un pastor y poeta llamado Kaldi un día de trabajo cotidiano descubrió el cafeto gracias a sus cabras.
Diariamente, la jornada transcurría con tranquilidad. Kaldi se sentaba a descansar y dejaba que las cabras retozaran libres un rato hasta que él las reunía de nuevo tocando una melodía con su flauta. Pero, un día, los animales no atendieron a su tonada. El joven se adentró entre unos arbustos y las encontró en un estado que no era su acostumbrada pasividad. Estaban embravecidas, dándose tumbos unas con otras en estado delirante. Al parecer, la razón de su aparente locura era unos pequeños frutos rojos que habían comido.
Esa noche las cabras no durmieron y, al amanecer, estaban masticando de nuevo los brotes del arbusto mágico. Su dueño, curioso, se animó a probar aquellas pepitas rojizas. Aunque se decepcionó por su amargo sabor, decidió llevar las frutillas a los monjes de un monasterio cercano.
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A los religiosos tampoco pareció gustarles, lo clasificaron de intragable y botaron la fruta al fuego. Como por arte de magia, la semilla en las llamas se separó de la concha, el grano empezó a tostarse y de inmediato sintieron el aroma del primer café que, según, se conoce.
Adictivo, como se sabe hoy, los monjes lo adoptaron como una bebida habitual cuando necesitaban estimularse durante las noches de diálogos. Al poco tiempo, el café se hizo famoso en el mundo árabe como la bebida intelectual por excelencia.
Foto: Café / Shutterstock
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