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La frustrada vida artística de Adolf Hitler (+Obras)

La frustrada vida artística de Adolf Hitler (+Obras)

El líder del Partido Nazi de Alemania, conocido por los horrores de la Segunda Guerra Mundial y por su excéntrica personalidad, deseó desde niño convertirse en un reconocido pintor, sin embargo, su sueño nunca se materializó.

INTERESANTE

Los dos intentos

Adolf Hitler, quien desde niño quería ser artista, cuando cumplió 18 años decidió probar su suerte como pintor y presentó ante el jurado de admisiones de La Academia de Bellas Artes de Viena -una de las instituciones artísticas más respetadas del mundo-, parte de sus dibujos y pinturas.

La respuesta de la Academia fue desfavorable.  Los especialistas negaron su admisión porque consideraron que no tenía suficiente talento para la pintura. El austríaco en su afán por cumplir su sueño, intentó figurar en dos ocasiones (1907 y 1908), y ambas les fueron negadas.

Hitler y la arquitectura

La decepción de no ser admitido en la prestigiosa academia, no desmotivó a Hitler. Decidió continuar explorando su pasión pintando postales y cuadros para vender. Este trabajo le sirvió de sustento para mantenerse mientras vivía en Múnich- Alemania.

Había algo curioso en sus pinturas: repetía siempre un mismo patrón. No solía pintar personas ni animales, si aparecían, no eran el centro de atención (salvo una pintura de la Virgen María y algunos vagos retratos hechos en carboncillo), en su gran mayoría eran edificaciones y paisajes.

El director de la Academia de Bellas Artes de Viena, al analizar el modelo repetitivo, le recomendó que asistiera a la escuela de arquitectura, pero Adolf se negó. De haber querido estudiar la carrera, habría tenido que regresar a la escuela secundaria –que nunca terminó- y se negó rotundamente.

En su libro autobiográfico “Mein Kampf” (Mi lucha) lo explica así:

«Me convencí de que un día llegaría a ser arquitecto. El camino era dificilísimo, pues lo que yo, por capricho, había esquivado aprender en la escuela profesional, iba a hacerme falta ahora. La asistencia a la Escuela de Arquitectura dependía de la asistencia a la escuela técnica de construcción, y el acceso a la misma exigía el examen de madurez de la escuela secundaria. Todo ello me faltaba. Dentro de las posibilidades humanas, no me era fácil esperar la realización de mis sueños de artista.»

Su distracción en la Guerra

Con la resignación de no poder estudiar ni arte ni arquitectura, sobrevivió a duras penas vendiendo sus pinturas. Su vida cambió por completo cuando fue reclutado por Alemania para la Primera Guerra Mundial.  Se dice que fue un soldado valiente y entregado, ganó reconocimientos y fue herido en varias ocasiones.

A pesar de estar en un entorno tan hostil como lo es una guerra, nunca dejó su pasión por la pintura. En sus tiempos libres, se dedicaba a pintar los paisajes que lo rodeaban: granjas, estaciones de tren, casas, etc.

¿Qué hubiera pasado si…?

La carrera de Hitler como pintor, más allá de las criticas desfavorables de los expertos, genera en el público una pregunta que tienta a la historia contra factual ¿qué hubiese pasado si a Adolf Hitler lo aceptaban en la Academia de Bellas Artes de Viena? ¿El austríaco sería recordado como pintor y no por todo lo ocurrido en su vida política?

A fin de cuentas, el sueño de Adolf no era convertirse en político, en “Mein Kampf” (Mi lucha), explica la disyuntiva que tuvo con su padre cuando le contó que su sueño era ser artista. A pesar de todas las trabas en el camino, él nunca dejó de pintar, pues su fantasía principal era ser artista.

Nos queda a la imaginación la respuesta: ¿Qué hubiera pasado si Adolf Hitler se hubiera convertido en un artista u arquitecto y no en político?  

Aquí tienes algunas de sus pinturas para que puedas juzgar con tus propios ojos la calidad artística de sus obras:

«El patio de una antigua residencia en Múnich» (1914).

«Teatro de la Ópera en Múnich»

«El Castillo y la Iglesia de Perchtoldsdorg.»

«Ratzenstadl»

«Perro»

«Virgen María y Jesucristo»

Con información de: Mi Lucha  | 20 minutos | The Washington Post

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