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Horrores Humanos: los Asesinos de los Páramos

Horrores Humanos: los Asesinos de los Páramos

La fotografía de Myra Hindley, con el cabello rubio, ojos oscuros y amenazadores, y vestida con lo que irónicamente podría pasar por un uniforme de mujer policía, permanece en la memoria de muchos como el epítome de cuanto hay de malo y demencial en este mundo. En Gran Bretaña, especialmente en la zona de Lancashire en la que se cometieron los terribles crímenes, millones de horrorizados ciudadanos, abogados y políticos coincidieron en que los «Asesinos de los Páramos» (como fueron llamados posteriormente),  no debían abandonar jamás la prisión.

El terror comenzó en 1961, cuando la empresa en la que trabajaba Ian Brady contrató a un a nueva secretaria, Myra Hindley. Brady y Hindley se unieron en una relación amorosa que resultaría ser un cóctel letal, una de las parejas asesinas más sangrientas y crueles de la historia.

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Ian Brady

Ian Stewart nació en el hospital maternal de Rottenrow (Glasgow). Creció, junto con su madre biológica Margaret Stewart (más conocida como Peggy), en Gorbals (Escocia), mientras que su padre biológico se dice que fue un periodista fallecido poco antes de su nacimiento. A Peggy se le hizo muy difícil cuidar de su hijo y decidió darlo en adopción. Así fue como, desde muy pequeño, Ian Stewart se convirtió en Ian Sloane.

Ian era un niño extraño, introvertido y con impredecibles ataques de ira. Vecinos y compañeros se referían a él como un inadaptado social. Sin embargo, Ian era conocido también por ser un joven guapo, rebelde y muy inteligente

Durante su juventud, Ian desarrolló una fascinación por la ideología nazi y sus símbolos. Un ejemplo que se recuerda es que le llamaban «el alemán» cuando jugaban a imitar la guerra con sus compañeros. Ya por aquel entonces mostraba sus tendencia sádicas molestando a niñas más pequeñas que él y torturando brutalmente a animales.

Siendo adolescente fue arrestado en dos ocasiones por robo. El tercero de sus arrestos, en 1954, trajo como consecuencia que Ian se mudara a vivir con su madre biológica fuera de Glasgow. Peggy vivía en Mánchester junto con su pareja, el irlandés Patrick Brady. De allí que Ian adoptara Brady como su nuevo apellido.

Refugiándose en la lectura y la música, Ian leyó al Marqués de Sade y a Friedrich Nietzsche, así como obras que defendían la intromisión de los fuertes contra los débiles, defendiendo el ataque a ellos. También se interesó por libros sobre el sadomasoquismo y la dominación.

Brady comenzó a trabajar en aquel entonces en una carnicería y algunos dicen que, mientras cortaba carne y huesos de animales, adquirió más interés sobre la mutilación. Ian, se volvió alcohólico y ludópata y problemas con la ley lo llevaron a la cárcel veces más, llegando incluso a ser condenado durante dos años en la prisión de Strangeways.

Myra Hindley

Myra Hindley nació el 23 de julio de 1942 en el distrito de Crumpsall, Manchester (Inglaterra), hija de Robert “Bob” Hindley y de su esposa Nellie. Su padre sirvió en un regimiento de paracaidistas durante tres años y Myra fue criada por su abuela, Ellen Maybury. Su hermana pequeña, Maureen, nació en agosto de 1946.

Myra, quien tenía un coeficiente de 107 puntos, estudió en la Ryder Brow Secondary Modern School donde era considerada una buena alumna, atleta, escritora y responsable. En su adolescencia trabajó como niñera, siendo considerada siempre como una chica responsable y muy cuidadosa.

A los 15 años, Myra sufrió una tragedia que marcaría su vida para siempre: su gran amigo Michael Higgins, de 13 años, murió ahogado al ir a nadar una tarde. Al parecer, Michael le había pedido a Myra que le acompañase, pero ella decidió no ir. Myra creyó que si hubiera ido con Michael podría haberlo salvado. Myra no pudo con la culpa. Después de esto, la joven se convirtió al catolicismo romano, la religión de su amigo Higgins y dejó de importarle sus estudios, bajando su rendimiento y nivel notablemente. Durante meses, Myra lloraba constantemente y encendía velas en nombre de su amigo por todo Mánchester.

Finalmente, Myra dejó la escuela. Su primer trabajo fue como empleada en Lawrence Scott and Electrometers, una agencia de ingeniería eléctrica. El 16 de enero de 1961 Myra comenzó a trabajar en la empresa química Millward’s. Allí fue donde Myra conoció a Ian Brady, un joven cuatro años mayor que ella, procedente de Glasgow quien tenía un fronduoso historial de crueldad animal, violencia y algunos arrestos por motivos sexuales. Myra se sintió atraída por él inmediatamente, pero Brady la ignoró durante un año. Durante 1961, Myra escribía un diario íntimo en el que relataba a lo largo de ese año la fascinación y admiración que sentía por Brady. Éste mismo diario fue descubierto en 1965, después de su arresto.

Una pareja maldita

El 22 de diciembre de 1961, luego de la fiesta de navidad de la empresa donde trabajaban, Brady y Myra finalmente iniciaron una relación. Durante una de las primeras citas, Brady obligó a Myra a ver Judgement at Nuremberg. Las semanas siguientes, Myra tuvo que leer todo aquello relacionado con el nacionalsocialismo, algo que fascinaba a Brady. Leyó Mein Kampf (Mi lucha) de Adolf Hitler, Crime and punishment (Crimen y castigo), además de todo sobre el Marqués de Sade.

Brady consiguió que Myra sacara una licencia de armas para poder comprarlas, ya que él no podía  por sus antecedentes criminales. Myra también se sacó el carnet de conducir.

Myra adoptó la filosofía de Brady, ideologías, forma de vida, intereses y hasta cambió color su pelo y estilo al vestir, para complacerlo. Brady la inició además en la sexualidad desaforada; le enseñó el placer del dolor y la convenció para que se tomaran fotografías desnudos o teniendo relaciones. Filmaron algunas cintas pornográficas, pero su interés en esto decayó rápidamente. Más que la experimentación sexual, la verdadera pasión de Brady era la violencia.

Brady comenzó a planear robos a bancos que nunca llegaron a efectuar. Por esos días, Ian llevó a Myra al lugar donde disfrutaba estar a solas: los Páramos de Saddleworth. Le mostró la zona, con algunas construcciones en ruinas, tierra floja y muchísima soledad. Myra quedó fascinada con el lugar y se acostumbraron a ir allí para estar a solas, tener sexo y tomarse fotografías.

Estando con Ian, Myra desarrolló su odio a los niños. A ella, que tanto los había amado y protegido, de pronto le parecían seres detestables, llenos de manías, pequeños locos problemáticos que solamente causaban conflictos y disgustos. En sus escritos posteriores, Myra afirmaría: “Sí, me hundí en niveles subhumanos. Yo conocía la diferencia entre el bien y el mal y me preocupaba por ello, aunque encerré esos sentimientos.

Los Crímenes del Páramo

El 12 de julio de 1963, Ian Brady decidió dar el paso definitivo. Pauline Reade, una chica de dieciséis años, se dirigía a un baile de los trabajadores ferroviarios la noche de su desaparición. Vestida con un traje color rosa, salió de su casa a las 20:00 horas. Ian convenció a Myra para que abordara a la chica y la invitara a acompañarlos a los Páramos de Saddleworth, para que la ayudara, supuestamente, a buscar un guante. Ian las siguió en su motocicleta.

Una vez en la zona, Ian sometió a Pauline. La zona seguía siendo un lugar solitario, nadie iba por allí. Ian golpeó a la chica, luego le quitó la ropa y la dejó completamente desnuda. Myra miraba la escena atentamente, fascinada al contemplar el otro lado de la violencia: la posibilidad no solamente de sufrirla, sino de ejercerla. Una vez desnuda, Ian golpeó a Pauline un rato más; ella lloraba y pedía que la dejaran en paz. Nadie le hizo caso; Ian la violó mientras la chica no dejaba de gritar. Después tomó un cinturón y la estranguló.

Pauline fue su primera víctima. Cuando todo terminó, Ian le pidió ayuda a Myra: cavaron un agujero y allí enterraron el cuerpo. Luego regresaron a la ciudad. Como Pauline aún no había llegado a casa a la medianoche, sus padres, Joan y Amos, salieron a buscarla. Llamaron a la policía a la mañana siguiente. La búsqueda de la policía también resultó inútil. Parecía que Pauline se había evaporado.

John Kilbride, 12 años: el 23 de noviembre de 1963, Myra engañó a este chico llevándole a la misma pradera. Allí estaba esperando Ian, quien lo violó. Más tarde, enfurecido porque el arma que quería utilizar para matar al chico no funcionaba, lo estranguló y lo enterró. Myra volvió a ser cómplice del horrible hecho.

Keith Bennet, 12 años: 16 de junio de 1964. Esta vez el pequeño es engañado por ambos, quienes lo llevan a su acostumbrada pradera. Allí, mientras Myra observaba, Ian lo violó, lo estranguló y luego lo enterró.

Lesley Ann Downey, 10 años: Fue en un parque de diversiones donde conocieron a Lesley Ann Downey. Ian y Myra habían ido a pasear a la feria y vagaban por allí, comiendo helados, cuando la vieron. Lesley les sonrió amigablemente; había ido sola a aquel lugar. Ellos intercambiaron una mirada cómplice y la abordaron. Se mostraron muy amables con ella, le compraron un algodón de azúcar y finalmente la invitaron a acompañarlos y quedaron de verla en otro sitio un rato después. Esta vez la llevaron a su casa. Ian y Myra la obligaron a que se desnudara por completo. Al principio ella, desconcertada, se negó, pero Ian le dijo que era para un trabajo fotográfico y le mostró su cámara. Como ella se resistía, la obligaron. Una vez desnuda, Ian la amarró, la colocó en varias posiciones sexualmente explícitas y le tomó nueve fotografías.

Satisfecho, Ian comenzó a pegarle, abofeteándola y propinándole puñetazos y patadas. Habían puesto un disco de The Beatles y la canción “I feel fine” sonaba como fondo. Myra tenía una grabadora; aprovechó la ocasión y grabó los gritos de su víctima; la niña lloraba, gritaba y rogaba por su vida. La grabación de dieciséis minutos era escalofriante: “¡Por favor, no me hagan nada, por favor, mamá, ayúdame! ¡Dios mío, ayúdame! ¿Qué van a hacer conmigo?” Se escuchaba la música al fondo, así como la voz de Myra, primero tratando de convencerla de que se calmara, luego insultándola y amenazándola. También se oía la voz de Brady, furioso, gritándole. Éste finalmente la violó, mientras Myra observaba todo con frialdad. Luego Ian la estranguló.

Después de llevar a cabo este ritual, la enterraron a la mañana siguiente en los Páramos de Saddleworth. Las nueve fotos y la grabación fueron utilizadas para ambientar sus siguientes encuentros sexuales: tenían sexo rodeados de las imágenes de la niña torturada y escuchando sus gritos de dolor y terror, lo cual los excitaba. Luego, las fotos y el cassette fueron guardados en una maleta.

Jennifer “Jenny” Tighe, 14 años: el 30 de diciembre de 1964, la niña fue a un club en Manchester para escuchar a varios de sus grupos de rock locales favoritos. Myra e Ian la interceptaron en la calle, la llevaron a su casa, le pusieron la canción de The Beatles y repitieron el procedimiento: la desnudaron, la golpearon, la torturaron quemándola con cigarrillos, la violaron y estrangularon. Su cuerpo terminó enterrado en los Páramos. Su padre estaba seguro de que la niña se había fugado “con los beatnicks” y así se lo comentó a la policía: fue un gran error. En la investigación que tendría lugar tiempo después, Jennifer no sería considerada víctima de la pareja, hasta que Myra, muchos años después, confesó el crimen.

Edward Evans, 17 años: el 6 de octubre de 1965, en presencia del cuñado de Myra, David Smith, Ian acaba con la vida de este joven dándole un hachazo en la cabeza.

David Smith fue quien, después de ayudar a Ian a cargar el cadáver de Edward Evans, dio una buena excusa y se marchó del lugar, prometiéndoles volver. Pero lo que Ian y Myra no sabían, era que Smith contactó con la policía y los delató.

La captura y la condena

La policía llegó a la casa de Brady y Hindley; allí descubrieron el cuerpo ensangrentado de Evans cubierto con una sábana, en una habitación del segundo piso de la casa. Ian Brady y Myra Hindley fueron arrestados inmediatamente y acusados de asesinato tras la declaración de David Smith.

Tras ser interrogados, Myra confesó. Ian lo hizo poco después: admitió haber matado de un hachazo a Edward Evans porque había un testigo, pero exculpó a Myra del crimen; también admitió cuatro asesinatos más. Hasta noviembre de 1986, veinte años más tarde, Ian no admitió ser el culpable de las muertes de Pauline Reade y Keith Bennet.

Los agentes localizaron la maleta que contenía las nueve fotografías de la desnuda y torturada Lesley Ann Downey, así como la grabación con sus gritos. El nombre de John Kilbride estaba escrito en un cuaderno; las descripciones de los asesinatos se hallaban en el diario de Myra y también las fotografías sobre los sepulcros.

Ann West, la madre de la fallecida Lesley Ann Downey, fue una de las personas que más sufrió a causa de la pareja. Tuvo que ver las nueve fotografías de su hija desnuda, atada y violada, además de escuchar su voz en la grabación para poder inculpar a Ian y Myra. Su dolor aumentó cuando Ian declaró que no se arrepentía de nada de lo que había hecho.

La investigación se centró en los Páramos de Saddleworth en las afueras de la ciudad, donde Brady y Hindley habían enterrado a sus víctimas; varios cadáveres fueron recuperados. El juicio comenzó el 21 de abril de 1966. El fiscal Sir Elwyn Jones acusó a Ian Brady y Myra Hindley de ser «personas malvadas», que se jactaban de sus asesinatos y disfrutaban del dolor de las familias.

La policía nunca pudo encontrar dos de los cuerpos enterrados y se conformaron con acusarlos por los que sí habían hallado. Durante todo el juicio, Ian y Myra intentaron culpar a David Smith de los asesinatos, una actitud que sólo sirvió para profundizar el odio del público hacia ellos.

En ningún momento durante el juicio mostraron arrepentimiento o alguna reacción emocional ante el dolor de las familias de sus víctimas. Además, la fotografía de Myra tras su detención se reprodujo en todos los periódicos y se convirtió en un icono instantáneo: «el rostro del Mal» que los británicos identificaban y maldecían.

El 6 de mayo de 1966 ambos fueron condenados a cadena perpetua. En 1967, el Secretario General de Justicia decidió que la pareja de asesinos nunca saldrían de prisión. Luego de ser condenada, Myra Hindley solicitó varias veces la libertad condicional pero nunca le fue concedida.

En 1985, tras 19 años en prisión, Ian fue declarado mentalmente insano y enviado, por tanto, al hospital psiquiátrico de Broadmoor. Actualmente se encuentra ingresado en el hospital de Ashworth (Liverpool, Merseyside, Inglaterra). Brady, en varias ocasiones, ha intentado suicidarse, pero siempre se lo han impedido. Al igual que cuando inició una huelga de hambre, un juez ordenó mantenerlo vivo con una sonda gástrica.

El 15 de noviembre de 2002, tras una enfermedad pulmonar, Myra sufrió un ataque cardíaco y fue ingresada en el hospital; pocas horas después murió de insuficiencia respiratoria, derivada de una grave infección en el pecho después de su ataque al corazón. Tenía 60 años.

Sus crímenes marcaron la historia británica. Después de ellos, pocos asesinos en el Reino Unido calaron tan profundo en la opinión pública y despertaron tanta animadversión. Hasta la fecha, los cadáveres de algunos de los niños que mataron siguen allí: enterrados en algún lugar de los Páramos, sin que se les haya podido hallar. A pesar de que se sepa sólo de seis víctimas, se presume que los niños que desaparecieron, víctimas de esta pareja asesina, fueron muchos más de estos.

Espera pronto una nueva entrega con otro de los @HorroresHumanos, que nunca deben ser olvidados, para así jamás ser repetidos.

Fuente: Crímenes, los casos más impactantes de la historia | Wikipedia | Escritoconsangre

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