El pintor y precursor del movimiento impresionista Claude Monet pintó en 1900 una de sus obras más pintorescas: ‘El jardín del artista en Giverny’. En la pintura de óleo sobre lienzo, el artista retrató su propio jardín ubicado en los suburbios de Giverny, París. Conoce más sobre esta obra y el jardín que sirvió de inspiración…
En 1883, el pintor nativo de la ciudad de París, Claude Monet se instaló en los suburbios de Giverny junto a su esposa Alice Hoschedé y sus ocho hijos.
Inicialmente, Monet alquiló la casa donde viviría los últimos años de su vida. Años después, lograría comprarla y modificarla a su gusto. Transformó el huerto, edificó tres invernaderos y repintó la casa. Erigió un segundo atelier (1899) en el que incluso alcanzó a montar un laboratorio fotográfico.
‘Impresión, sol naciente’, la pintura que marcó el inicio del impresionismo
En esta casa, Monet logró dedicarse a dos de sus pasiones: la pintura y la botánica, pues durante toda su vida, fue un jardinero ávido y conocedor.
En Giverny, el afamado pintor logró que su visión de jardín se hiciera realidad. Plantó lirios, sauces llorones, construyó un estanque japonés y en 1895 levantó el puente japonés -amaba el arte oriental- inmortalizado en muchos de sus cuadros. Monet hizo todo esto para crear su propio “Edén artístico” donde podía pintar la naturaleza como la veía.
“Mi más bella obra maestra es mi jardín”, dijo Monet.
El jardín del artista en Giverny
Los jardines de Monet estaban divididos en dos partes, uno de flores delante de la casa, llamado Le Clos Normand, y el otro es un jardín de agua de inspiración japonesa.
En la pintura El jardín del artista en Giverny, Monet deja en segundo plano la casa en la que vivió y le da protagonismo a las flores y árboles que formaban parte del jardín. Las pinceladas gruesas y características del pintor se hacen presentes en los brillantes lirios pintados con diferentes tonos de violeta.
Aunque los árboles bloqueen la luz del sol, Monet mostró el brillo del día en las delicadas flores, llenando el espacio con tonos púrpura, lila, rosa y blanco. El marrón de los caminos de tierra contrasta con los tallos verdes de los brillantes lirios, los protagonistas de la pintura.
En la parte superior se perciben las hojas de los árboles que crecen detrás de las flores presentadas en la imagen. Los diferentes tonos de verde profundo, rojos y marrones hacen alusión a las variadas familias de árboles que Monet tenía en su jardín.
Su jardín fue una constante fuente de inspiración para el padre del impresionismo. Ya no solo pintaba la naturaleza como la percibía, podía manipularla, escogiendo las plantas y flores que formarían parte de su cuidado jardín y que luego inmortalizaría en sus obras pictóricas.
Con información de: Claude Monet / Museoteca / CMonet Gallery / Descubrí el arte
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