La vida está llena de experiencias tanto buenas como malas, de las cuales se debe reflexionar y a su vez aprender de ellas. Hoy en día es fácil olvidar que para conseguir el éxito hay que tener paciencia y constancia; sin embargo, es común caer en la desesperación y la frustración… La fábula del helecho y el bambú nos cuenta que perseverar siempre trae grandes frutos…
La definición de felicidad es bastante subjetiva y depende de cada ser humano… sin embargo, para muchos el significado de «felicidad» va relacionado con el tener éxito en lo que se quiere lograr a corto, mediano o largo plazo…
Es entonces cuando muchas personas al no lograr los objetivos que se propusieron en el tiempo que inicialmente estimaron, llegan a presentar angustia, desesperación o frustración… lo que lleva a no sentirse felices con ellos mismos ni con los demás…
La fábula del helecho y el bambú es una historia que se debe tener presente cuando la vida se ponga cuesta arriba, cuando se tenga ganas de renunciar a todo o cuando sientas que lo que haces no te lleva a ningún lado y ni te está dando frutos…
Presta atención a esta hermosa historia:
Había una vez un carpintero llamado Kishiro, que parecía tener su vida resuelta. Poseía su taller, una esposa que lo amaba y dos hijos. Sin embargo, un día comenzó a tener menos pedidos y por ende menos ingresos económicos en el taller…
El hombre intentó diferentes maneras para poder sacar su taller adelante, pero ninguna daba resultado. Los problemas económicos empezaron a generarle problemas en casa con su esposa, los niños, a su vez, empezaron a tener dificultades en el colegio.
Desesperado y a punto de rendirse, Kishiro decidió atravesar el bosque a ver a un viejo sabio… Media hora después se encontró con el anciano; este tenía una casa humilde completamente de madera. El anciano le invitó a que tomaran el té, y mientras esto pasaba el anciano le preguntó qué le sucedía… El carpintero terminó desahogándose, mientras el anciano lo escuchaba atento y sereno…
Cuando terminaron de tomar el té, el viejo sabio invitó al carpintero para que fuera a un esplendoroso solar que había en la parte trasera de la casa. Allí estaban el helecho y el bambú, al lado de decenas de árboles. El anciano le pidió que observara ambas plantas y le dijo que tenía que contarle una historia…
El helecho y el bambú…
“Hace ocho años tomé unas semillas y planté el helecho y el bambú al mismo tiempo. Quería que ambas plantas crecieran en mi jardín, porque las dos me resultan muy reconfortantes. Puse todo mi empeño en cuidarlas a ambas como si fueran un tesoro”…
Poco tiempo después noté que el helecho y el bambú respondían de manera diferente a mis cuidados. El helecho comenzó a brotar y en apenas unos meses se convirtió en una majestuosa planta que lo adornaba todo con su presencia. El bambú, en cambio, seguía debajo de la tierra, sin dar muestras de vida.
Pasó todo un año y el helecho seguía creciendo, pero el bambú no. Sin embargo, no me di por vencido. Seguí cuidándolo con mayor esmero. Aun así, pasó otro año y mi trabajo no daba frutos. El bambú se negaba a manifestarse.
Tampoco me di por vencido después del segundo año, ni del tercero, ni del cuarto. Cuando pasaron cinco años, por fin vi que un día salía de la tierra una tímida ramita. Al día siguiente estaba mucho más grande. En pocos meses creció sin parar y se convirtió en un portentoso bambú de más de 10 metros. ¿Sabes por qué tardó tanto tiempo en salir a la luz?”.
El carpintero luego de escuchar la historia se queda pensando en la pregunta del anciano… Pero no tenía idea de por qué el bambú había tardado tanto en manifestarse. A lo que el anciano le contestó:
“Tardó cinco años porque durante todo ese tiempo la planta trabajaba en echar raíces. Sabía que tenía que crecer muy alto y por eso no podía salir a la luz hasta tanto no tuviera una base firme que le permitiera elevarse satisfactoriamente. ¿Comprendes?”.
Es entonces cuando Kishiro finalmente comprendió que todas las luchas estaban destinadas primeramente a echar raíces. Que las cosas se demoran y que lo importante es persistir, tener paciencia y llenarse de fe… El último mensaje del anciano al carpintero fue:
“La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante”.
La humildad, la perseverancia, el esfuerzo y la paciencia son solo algunos de los valores que esta fábula contiene, recordándonos que en la vida experimentaremos tiempos difíciles, que los frutos no siempre vendrán tan rápido como lo deseemos y que hay que trabajar arduamente en unas buenas raíces para finalmente ser felice
Con información de: Bioguía | Tu cuento favorito | Foto: Shutterstock
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