Por Daniel Colombo | Hay momentos en la vida en que solo queda confiar y arriesgarse. Ese paso a lo incierto es conocido como “salto de fe”, donde la mente racional deja espacio para la intuición y la posibilidad.
Algunos ejemplos de saltos de fe pueden ser: tomar decisiones sobre aspectos urgentes e importantes aún desconociendo cómo resultarán las cosas; aceptar un tratamiento médico experimental que parece ser la alternativa para recuperar tu salud; emprender un viaje inesperado porque lo sientes profundamente; dejar un trabajo que no soportas sin tener otro asegurado; animarte a emprender algo que te apasiona; o hacer un giro en tu vida respecto a cómo la venías llevando.
Un salto, en este contexto, es arrojarte a lo incierto pese al miedo, a desconfianza y a la falta de certeza. Dejas atrás tus temores y fantasías oscuras, y simplemente, lo haces, como un cheque en blanco que te das a ti anhelando llenarlo de esa experiencia de libertad que estás buscando. Porque en el salto hay algo liberador: de no existir, sería inviable el sentimiento irrefrenable por hacerlo.
¿Y qué es la fe? Según el filósofo alemán Immanuel Kant, “es la aceptación de ideas que son teóricamente indemostrables, aunque impuestas por la realidad indudable de la libertad.” Esto significa que hay ocasiones en que necesitas aceptar y actuar frente a lo indemostrable, con una confianza total más allá de cómo concluya el resultado.
- El punto ciego del salto de fe
Cuando tomas la decisión de hacer un salto de fe, pasas de una experiencia que estás viviendo, a otra completamente incierta. A veces son las circunstancias las que están ahogándote interiormente en forma emocional, material, mental o espiritualmente. Y es ese estado límite el que te lleva a darlo.
Más allá de la impulsividad que implica el salto mismo, justo ahí aparece el principio de fe frente a una decisión clave, ya que no se sabe si será la decisión correcta hasta que lo haces. Y si no lo haces, tampoco lo sabrás. Es un punto ciego entre un estadío de las cosas y otro, que, anhelas, será mejor.
3 claves prácticas para animarte a dar un salto de fe
Para ayudarte a prepararte para afrontar esta experiencia, aquí van tres claves con herramientas prácticas:
- Salir de tu zona de confort para experimentar la zona de aprendizaje.
La mayoría vive espacios de sus vidas cómodos y confortables, de los que no se animan a salir especialmente por miedo. Esto retrasa su nivel de experiencia en la vida. El salir de esa zona conocida, repetitiva y hasta angustiante si no representa lo que sí quiere lograr esa persona, les permitirá practicar cómo es dar saltos de fe hacia lo nuevo, lo desconocido. Al hacerlo se fortalecerá el salto de fe hacia lo nuevo, que representa la transformación que estaban buscando. Algunas herramientas: practicar desafíos cotidianos; abrirse a la oportunidad de lo nuevo; ejercitar la flexibilidad interna para aceptar los cambios y experimentar permanentemente recordando la frase: “Hazlo. Y si te da miedo, hazlo con miedo.”
- Eres más grande que tus limitaciones
Recordar que cada persona tiene una gran fortaleza interna para atravesar los desafíos y conseguir prácticamente todo lo que se propone, te convierte en un ser íntegro, profundo, conectado contigo y con la auto confianza que nace de la certeza de que sí podrás con lo que se presente. Herramientas: toma consciencia de puntos de referencia en la historia de tu vida donde creías que estabas al límite de tus fuerzas y sin embargo, lo hiciste. Nutrirte de experiencias de otras personas que han dado saltos de fe: conoce cómo lo hicieron, qué los llevó, y cómo se sintieron antes y después.
- Deja la mente lógica, y conéctate con la intuición y el aprendizaje
La mentalidad fija tiende a repetir patrones permanentemente y opaca la posibilidad de vivir experiencias nuevas. Al dar un salto de fe, te conectas con la mentalidad de crecimiento y la intuición. Al ejecutar este salto pones toda tu confianza y fuerza a favor de que sucedan cosas positivas; e incluso si así no fuese, porque existe 50/50% de probabilidades, hay un enorme capital de aprendizaje para asimilar. Herramientas: pruébate en distintos desafíos más pequeños. Anímate a ir por tus metas y objetivos. Plantéate algo disparatado para tu mente racional, y llévalo adelante. Desafía tus creencias y paradigmas limitantes para expandirte más allá de lo conocido.
La invitación es que te animes a sentir, latir, vivir la experiencia del salto de fe; experiencia que solo se completa en ese punto ciego entre el pasado y lo nuevo: justo en medio del salto hacia lo desconocido.
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