Por Erika De Paz |
Resulta casi inevitable asociar el colágeno con la cosmética. Para nadie es un secreto que ha sido el ingrediente estrella de muchos productos de belleza (quizá de allí provenga su fama). Su nombre aparece comúnmente en las etiquetas de las cremas antiarrugas y en las publicidades. Por ello, solemos tener una idea de lo que es, y todos sabemos (en mayor o menor medida) la importancia que tiene en aquello de mejorar nuestra apariencia. Pero ¿conoces exactamente qué es el colágeno?
Pues “esto” que tanto sirve para promocionar y disparar las ventas de cualquier pomada milagrosa, no es más que una proteína de origen animal, una proteína que produce nuestro cuerpo. Se encuentra en casi 80 % del tejido conectivo, y mantiene unidas las distintas estructuras del organismo.
El colágeno está en la piel, las uñas y el cabello. También en los tendones, ligamentos, huesos, y cartílagos: está en todos los órganos multicelulares (no existe nada en el cuerpo que no tenga que ver con esta proteína). Una de sus grandes cualidades es la flexibilidad que le otorga a la piel, de allí que los laboratorios sinteticen la molécula del colágeno para añadirla a los productos de belleza, lo que ha resultado ser bastante exitoso.
Según muchos especialistas la manera más efectiva de aplicarlo es de forma tópica, aun cuando hay quienes recomiendan consumirlo en tabletas o beberlo. Pero, más allá del aspecto superficial (mejora el aspecto de nuestras uñas y cabello, favorece la cicatrización y combate la flacidez), el colágeno alivia los dolores articulares causados por enfermedades como la artritis, estimula la producción de nuevas células cartilaginosas, y brinda resistencia y flexibilidad para poder estar de pie y caminar.
Con el tiempo, la producción del colágeno comienza a reducirse, sobre todo después de los 40 años. En ese momento la piel se vuelve más fina y se arruga, y el pelo puede empezar a debilitarse, al igual que nuestras articulaciones. Esta pérdida de colágeno no se puede frenar, pero si estamos al tanto de que los radicales libres son capaces de destruir esta molécula, podemos contrarrestar el daño evitando “a toda costa” el cigarro, el alcohol y los rayos ultravioletas.
Los tratamientos cosméticos como el láser y la radiofrecuencia son algunas opciones para estimular la producción del colágeno. Y existe quienes creen fielmente en la alimentación, aunque esto no esté del todo demostrado. Algunos alimentos de origen animal (como los huesos y articulaciones) son magníficos para aportar colágeno.
La gelatina también es muy beneficiosa, al igual que los productos a base de soya, el pescado, los huevos, ciertas semillas (como la de calaza y girasol), y los alimentos ricos en licopeno (como los tomates). Las frutas cítricas, igualmente, son muy recomendables, así como las cremas con vitamina C que aplicamos de forma tópica.
Todos queremos tener una piel de porcelana. Lucir de veinte, aunque tengamos un poco más, siempre será el deseo de muchos. Sin colágeno no tendríamos, entre otras cosas, una piel elástica y hermosa. Pero no es únicamente por el efecto en nuestra apariencia lo que lo convierte en una sustancia de investigación; más allá de lo estético, esta proteína es vital para el organismo de cualquier mortal. ¿La conocías?
Erika De Paz | IG @ERIKADPS |
Con información de: Onmeda.es, mejorconsalud.com | Foto: Colageno / Shutterstock
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