En el año 2000 un equipo de científicos afirmó haber encontrado restos de un corazón fosilizado en un ejemplar de Thescelosaurus, al que llamaron «Willo». Una década después, la revisión de los restos indica que todo fue un espejismo y que, donde otros vieron corazón, sólo hay arena.
De la noche a la mañana, el viejo «Willo» se ha quedado sin corazón. En la vitrina del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte, los restos de este Thescelosaurus (un pequeño dinosaurio herbívoro que habitó la Tierra a finales del período Cretácico) siguen anunciándose como los poseedores de un valioso corazón fosilizado, que en su día ocupó titulares y sorprendió a los paleontólogos porque contenía algunas informaciones contradictorias.
Diez años después, otro equipo de científicos de Carolina del Norte ha utilizado nuevas técnicas de escaneado en alta resolución para descubrir que donde creyeron detectar un viejo corazón, no hay más que arena compactada y restos no orgánicos. Los autores del estudio, que se publica en la revista Naturwissenschaften del mes de marzo (ver referencia), utilizaron tomografía de alta resolución, microscopía electrónica y espectroscopía con rayos X para analizar los restos y salir de dudas.
«Ni el más detallado de los exámenes de la morfología y la orientación de la caja torácica, ni los estudios microestructurales», dice el trabajo, «apoyan la hipótesis de que la estructura sea un corazón». «El análisis microestructural de un fragmento extraído del ‘corazón’ consistía en granos de arena compactados», añaden, «y no se han detectado señales químicas que indiquen un origen biológico».
Entre los restos de arena, sin embargo, parecen haberse conservado algunas microestructuras que podrían contener restos celulares. El siguiente estudio que hagan se centrará en estos pequeños restos, que pueden aportar algo de información sobre el animal. No es un corazón pero, como diría un paleontólogo con ganas de hacer chistes, menos da una piedra.
25/03/2011
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