Las personas que sufren un paro cardiaco repentino en un gimnasio tienen más probabilidades de sobrevivir que las que se ven afectadas en otros lugares bajo techo, como restaurantes o centros comerciales, halla un estudio reciente.
La mejora en las probabilidades de supervivencia probablemente se deba a una mayor disponibilidad de desfibriladores automáticos externos y unas mayores probabilidades de recibir RCP temprana, apuntaron los investigadores.
«Nuestros hallazgos deben animar a una implementación y cumplimiento más amplios de las recomendaciones sobre la colocación de [desfibriladores automáticos externos] y de los protocolos de respuesta del paro cardiaco en los gimnasios tradicionales», planteó el autor líder del estudio, el Dr. Richard Page, catedrático del departamento de medicina de la Facultad de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Wisconsin. «Además, esos estándares deben extenderse a centros alternativos de ejercicio, donde la incidencia de los paros cardiacos es comparable a la observada en los gimnasios tradicionales».
El paro cardiaco repentino, que ocurre cuando el corazón deja de latir súbitamente, por lo general es letal si no se trata en un periodo de unos minutos.
Para el estudio, que aparece en la edición en línea del 7 de agosto de la revista Journal of the American College of Cardiology, el equipo de investigación observó casi 850 paros cardiacos repentinos que ocurrieron en centros públicos bajo techo en dos condados de Washington entre 1996 y 2008. Entre ellos había gimnasios tradicionales como los centros de salud y de ejercicio; centros alternativos de ejercicio como boleras, estudios de baile y gimnasios en el trabajo o de hotel; y centros donde no se hacía ejercicio, como bancos, restaurantes, centros comerciales y aeropuertos.
Los investigadores hallaron que 52 paros cardiacos repentinos ocurrieron en gimnasios tradicionales, 84 en centros de ejercicio alternativos y 713 en centros donde no se hacía ejercicio. Las tasas de supervivencia fueron del 56, el 45 y el 34 por ciento, respectivamente.
El 77 por ciento de los paros cardiacos repentinos ocurrieron durante el ejercicio, el 18 por ciento tras el ejercicio y el 4 por ciento antes del ejercicio, hallaron los investigadores.
Cuando sufrieron el paro cardiaco repentino, alrededor del 20 por ciento de las víctimas jugaban al básquetbol, alrededor del 12 por ciento estaban bailando o haciendo ejercicio, más o menos el 9 por ciento estaban usando una cinta caminadora y casi el 6 por ciento estaban jugando al tenis. Alrededor del 5 por ciento estaban jugando a los bolos o nadando.
El básquetbol con frecuencia se juega en lugares no tradicionales, como los gimnasios de las iglesias o los centros recreativos comunitarios, que podrían carecer de desfibriladores, apuntaron los investigadores.
Los estudios anteriores han mostrado que el ejercicio regular reduce en gran medida el riesgo general de una persona de sufrir un paro cardiaco repentino. Sin embargo, el riesgo de paro cardiaco repentino es ligeramente más alto durante e inmediatamente después del ejercicio.
Fuente: HealthDay, traducido por Hispanicare
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