Por Erika De Paz |
¿Qué mujer no desea tener un cabello hermoso? ¿Acaso existe alguna que no se desviva por lucir un pelo como el de los comerciales de champú? Las mujeres, en general, somos vanidosas (unas más, otras menos); y esa vanidad nos hace probar un sinfín de productos capilares con la esperanza de tener una melena de diosa.
Nos encanta consentir nuestro pelo: no nos importa gastar dinero en aguacates o aceites, ni nos perturba el hecho de tener que colocarnos ingredientes como el huevo, luego de preparar alguna mascarilla casera; después de todo, nuestra cabellera lo vale.
Sin embargo, muchas veces terminamos gastando tiempo y dinero de manera innecesaria: nuestro pelo no requiere tantos frasquitos. Y es que es tan noble que nos pide cosas sencillas… como ver las etiquetas de los envases, por ejemplo. Precisamente allí es donde encontramos (o no) la palabra “silicona”, una palabra que en la mayoría de las ocasiones aparece disfrazada de otras un tanto complicadas (Diméthicone, Phenyl triméthicone, Cyclométhicone, Cyclotertrasiloxane…).
Si alguna vez te preguntaste cómo tu enjuague favorito es capaz de dejarte el cabello sedoso, liso y fácil de peinar; la respuesta es la silicona. Este componente sintético que encontramos en champús, mascarillas y, sobre todo, en acondicionadores, podría parecer el mejor de los inventos.
Ciertamente, es maravilloso en eso de lograr que nuestra cabellera luzca brillante, manejable, y tenga una apariencia saludable. Pero, tal y como ocurre con muchas historias de amor, al principio lo que “parece” lindo (un pelo hermoso), con los años se transforma y se llena de defectos (un pelo quebradizo y sin vida).
En teoría, la silicona protege nuestra cabellera de los agentes externos (clima, polvo, secadores…), pero con el paso del tiempo esta capa que cubre cada hebra del cabello se vuelve impermeable, impidiendo que el pelo respire. En este sentido, se hace imposible que factores como la luz, el aire o cualquier producto penetre en nuestro cabello y pierda su efecto (sin importar lo costoso que sea, pues no hay manera de que “entre” y haga bien “su trabajo”).
La silicona, además, cierra los folículos capilares, evitando el crecimiento del cabello y, su uso excesivo, vuelve el pelo más graso. Sin embargo, hay quienes todavía confían en sus “milagrosos” beneficios. ¿La razón? Existen personas que al usarla les va estupendo por el tipo de pelo que tienen (las mujeres con cabello grueso son las más favorecidas).
En esto de la belleza, lo ideal es probar de todo hasta dar con aquello que satisface nuestras necesidades. Debemos estar atentas con las cantidades que utilicemos (en caso de aplicar la silicona pura). No se trata de desterrar para siempre los productos que contengan este componente, sino de usarlos con moderación, alternarlos y, en caso de querer aplicarlos más seguido, optar por aquellos con siliconas solubles que son las que pueden disolverse con el agua y, por ende, son más fáciles de quitar. ¡Prueba!
Erika De Paz | IG @ERIKADPS |
Foto: Cabello de mujer / Shutterstock
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