Por Magdalena del Río |
Hace ya un tiempo que lo llevo viendo. Y es que era algo que tarde o temprano tenía que pasar: los complejos se están poniendo de moda.
Sí, señoras y señores, habéis leído bien, y a lo largo de esta entrada, os lo iré demostrando con personas muy seguras de sí mismas que presumieron de ellos en televisión. Claro que no hace falta que todos utilicemos los medios digitales para difundir que estamos a gusto con nosotros mismos, ¡basta con hacerlo en nuestra propia vida diaria! (Que se dice pronto, con lo mucho que cuesta).
La primera verdad absoluta sobre los complejos es que TODOS TENEMOS ALGUNO. En mayor o menor medida, algunos muchos, y otros pocos, pero aquí nadie se libra. Ningún ser humano ha nacido perfecto y… Aunque así fuera, también tendría algún complejo. Me explico:
Hace un par de meses que acabé un máster sobre fobias y complejos muy interesante. Una de las psicólogas que lo impartía llegó al aula diciendo que nos iba a revelar un gran secreto. Inmediatamente, todos (como buenos cotillas que somos) estiramos las orejas, y entonces dijo bien fuerte: “LA ÚNICA MANERA DE DESPRENDERNOS DE NUESTROS COMPLEJOS ES AMÁNDOLOS”. Básicamente, convirtiendo nuestros complejos que son como orugas, en bellas mariposas.
Algunos habréis pensado alguna vez,
“Si me operase de la vista y no tuviera que llevar estas gafas tan horribles diariamente… Sería más feliz”
“Ojalá pudiera crecer 10 centímetros, seguro que así tendría más seguridad en mí mismo”
“Y dónde voy yo a ligar con estas orejas de Dumbo”
Así podría seguir hasta pasado mañana, y se me seguirían ocurriendo más ejemplos. Pero mejor decir BASTA YA.
Si una persona tiene complejo de nariz gigante y se opera la nariz, cuando esté a gusto con su napia nueva le surgirá complejo de culo gordo. Tras meses de dieta y sentadillas, y ya con un trasero de infarto, se verá los dientes muy separados. Y no importa cuantas veces vaya al dentista, o cuantos miles de euros se gaste en ponerse una boca nueva, porque cuando la tenga, será infeliz porque sus pies son demasiado grandes.
¿Cuántos famosos conocemos que a lo largo de su vida se han hecho infinitas operaciones de estética? Y lo peor de todo es que han quedado muchísimo peores que al principio. Por internet podemos ver un montón de vídeos e imágenes del “antes y después” de algunos de ellos.
Pues esa es la realidad amigos, somos seres insaciables y nuestra cabecita siempre nos va a crear alguna necesidad, algo de nosotros que queramos cambiar… A no ser… Que aprendamos a querernos tal y como somos.
Antes de entrar en detalle sobre cómo vernos estupendos, es importante entender otra verdad absoluta: TU COMPLEJO NO ES PEOR QUE EL DE NADIE:
Seguro que en algún momento, alguien cercano a nosotros se ha quejado diciendo algo como “tan joven y ya tengo arrugas, qué horror” y por dentro hemos pensado “¿de verdad le preocupan dos mini arrugas de nada? Y yo que parezco una paella con la cara llena de granos… ¡De qué va!”
Otro muy común es la amiga tipazo que se queja de que le ha salido un michelín (casi inapreciable al ojo humano) mientras tú estás lidiando con muchos kilos de menos o de más (véase mi caso) y te apetece matarla en ese momento (ojo, desde el cariño).
Pues no llevamos razón. Seguramente el tipo al que le da miedo pedirle salir a la chica de su vida por sus orejas de soplillo, sufre igual que tú, tengas el complejo que tengas. Porque igual que vemos que los complejos de los demás son una ridiculez y el nuestro es gigante, los otros lo ven a la inversa. Ninguno es mejor o peor que otro, ni más grave, ni más liviano. A todo el mundo le pesan sus imperfecciones. Y justo por eso he escrito esta entrada en el blog. Porque es “apta para todos los públicos”.
Y ahora sí, aquí vienen algunos tips que ayudan a que nuestra oruga interior haga de una vez su capuyo y se convierta en mariposa, porque ya está bien de inhibirnos innecesariamente, ¿no?
Mirarnos diariamente en el espejo y decirnos cosas bonitas. Si con nosotros mismos no ha funcionado el amor a primera vista… Habrá que fomentarlo. Como dicen, el roce hace el cariño. De esta forma poco a poco iremos aceptando lo que vemos. Otro método es ponernos ante una cámara que nos grabe y luego vernos diciéndonos cosas como “Qué bonito tienes el pelo” o “en realidad da igual que tengas los ojos pequeños como pulgas porque el color es precioso”. Yo personalmente me quedo con el espejo, prefiero el directo. Parece una tontería, pero de verdad funciona. Es un proceso lento, no dejes de intentarlo. Los resultados de verdad merecen la pena.
Este cuesta más, sobre todo a los inseguros. Vive tu día interpretando un papel. ATENCIÓN que no estoy diciendo que te vuelvas una persona falsa, al revés. Sé tú mismo, pero imagínate que eres actor y tu personaje es alguien que ama de sí mismo lo que tú odias. Por ejemplo, si opinas que andas como un pato mareado, tu personaje es modelo de pasarela, así que ponte las pilas y ve pisando fuerte por la calle caminando con la facilidad de un modelo. O si el complejo es tener las manos feas y regordetas, habla con tus conocidos moviéndolas de vez en cuanto, expresándote con ellas, porque interpretas un papel de una persona que habla el lenguaje sordomudo. (Quizá esté exagerando). Lo que pretendo decir es que no es en absoluto fácil, al principio cuesta muchísimo e incluso alguna vez se nos puede olvidar. Pero es una forma muy eficaz de aceptarnos como somos. Así que saca el actor o actriz que llevas dentro y que comience la función.
Algo que hacemos todos y que desde ahora tenemos prohibido es el compararnos con los demás. Ya tenemos suficiente con todo lo “malo” que nos pasa, no hace falta que nos martiricemos pensando en lo perfectos que son los de alrededor comparados con nosotros. Esto solo nos genera malestar con nosotros mismos. Está bien admirar las virtudes del prójimo, pero de forma sana. Si somos capaces de alegrarnos de los adjetivos positivos de los demás, enhorabuena. Es muy saludable. Si por el contrario somos incapaces de hacerlo, mejor pasar una temporada mirando al frente sin fijarnos en lo bueno de otros. Suena algo tonto, pero es necesario para los que maximizan a los demás mientras se empequeñecen a sí mismos.
Este es muy divertido, porque nos acabamo riendo de nosotros mismos. Cuando tengamos pensamientos negativos como “qué gorda estoy” o “dios mío tengo menos musculatura que un chaval de 12 años”… No voy a pedir que dejemos de pensarlo, porque a veces resulta inevitable. Pero sí: ¡Dítelo cantando! Cuando te pongas a bailar y cantar las cosas malas que te dices, te darás cuenta de que somos nuestros peores enemigos y esta es una forma muy fácil de convertir una cara malhumorada en una sonrisa. Te verás tan ridículo que acabarás dejando de hacerlo, y de paso te echas unas risas.
Por último pero no menos importante, os voy a enseñar una técnica muy bonita. Es un tipo de meditación para ejercitar la gratitud con nosotros mismos, con nuestro cuerpo y espíritu:
Siéntate en un lugar tranquilo, coge una postura cómoda. Es importante que el sitio donde vayas a practicar meditación esté en silencio para concentrarte, y te sea cómodo (yo me voy a mi cuarto y cierro la puerta).
Durante unos 20 o 30 minutos, elige una pieza de música relajante y suave. Yo utilizo River Flows in You (haz click en ella para escucharla). Lo importante es que te sientas realmente conectado contigo mismo. Las primeras veces es fácil distraerse, pero no desistas que con el tiempo se consigue.
El objetivo es sentir la música en cada parte de tu cuerpo, dando gracias, pensando lo que haces gracias a esa zona en concreto, para terminar sintiendo la música por todo el cuerpo.
Empieza a escuchar la música y siéntela:
Pies
Tobillos
Pantorrillas
Rodillas
Muslos
Órgano reproductor
Caderas
Abdomen
Pecho
Hombros
Brazos
Codos
Antebrazos
Muñecas
Manos
Cintura escapular
Cuello
Cara
Cabeza
CUERPO ENTERO
Cuando hayas terminado de sentir la música en todo el cuerpo, a nivel celular, una sensación inmensa de bienestar te rodeará durante un tiempo. Trata de no dejarla ir, continúa agradeciendo a todo tu cuerpo lo que hace por ti.
Luce tus complejos con normalidad… Y NADIE SE DARÁ CUENTA.
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