Prosperidad, del latín ‘prosperitas’, es el éxito en lo que se emprende, la buena suerte en lo que sucede o el curso favorable de las cosas.
La prosperidad suele asociarse a la riqueza económica y a la abundancia de bienes. La cantidad de riqueza o dinero que puede considerarse como abundante, sin embargo, es subjetiva; por eso puede definirse la prosperidad como el bienestar material que permite liberar a la persona de las angustias económicas.
Una visión menos materialista resalta que muchas personas tienen riquezas pero no prosperidad, ya que no se sienten afortunadas ni creen en el curso favorable de las cosas. En otras palabras, es correcto decir que la prosperidad consiste en tener aquello que una persona quiere y necesita para su vida, ya sea en el planeo material, en el plano espiritual o en ambos.
En resumen, la prosperidad no es exclusiva de las personas que tienen a su nombre grandes sumas de dinero y abundantes bienes materiales, sino que responde a cuestiones muy propias de cada una, que tienen relación con sus expectativas y sus ambiciones.
Esta semana reflexionamos sobre la prosperidad, y citamos al maestro Séneca, que la describió muy sabiamente: «La prosperidad que más dura es la que vino despacio»
«Al fracaso se llega cuando te inconformes y te quejas. Al éxito se llega cuando te inconformas y actúas». Anxo Pérez
«Cuanta más gente encuentro, más feliz soy. Con la criatura más insignificante, uno aprende, se enriquece, saborea mejor su felicidad». Samuel Beckett
«El dinero no es fácil de encontrar… Hace falta suerte. Todo lo demás lo puede poner uno, pero la suerte no; la suerte viene si le da la gana, y lo cierto es que no le da la gana casi nunca». Camilo José Cela
«Nuestra prosperidad como nación depende de la prosperidad financiera de cada uno de nosotros como individuos». George Clason
«Si te llegare la prosperidad, no te regocijes, y si te sobreviniere la humillación, no te acongojes, pues ambas pasarán y dejarán de ser». Bahá’u’lláh
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