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No le tengas miedo: Los 6 beneficios de aprender a decir “No sé”

No le tengas miedo: Los 6 beneficios de aprender a decir “No sé”

Por Daniel Colombo / A todos nos pasa: cuando no sabes algo, es incómodo. Sientes que te estás perdiendo algo o fantaseas con que te dejarán de lado o que no estarás a la altura de las circunstancias. Y justo ese es el momento en que posiblemente te preguntas qué más se supone que debes saber o que no debes saber.

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Si no sabes algo, es difícil saber cómo responder a una pregunta, ofrecer una opinión u orientar a alguien en tu trabajo. Y, claro, no quieres parecer ignorante.

Pero decir «no lo sé» no significa que no quieras saber la respuesta o que no tengas interés en aprender más. Sólo significa que no tienes la suficiente información o experiencia para dar una respuesta bien pensada en ese momento.

La cultura en la que vivimos parece alentar que siempre tenemos que dar respuesta a todo, y que debemos estar a la altura de las circunstancias permanentemente. Esto se convierte en una enorme presión.

Desde una perspectiva humana no sólo no existe en este mundo quien sepa absolutamente todo, sino que está bien poder expresar esa declaración de ignorancia -como le llamamos en el mundo de mi profesión de coach- como un primer paso de toma de consciencia de todo lo que aún necesitas incorporar.

  • El problema de no decir que no sabes sobre algo

Entonces, ¿Tiene sus beneficios el aprender a decir “No sé”? ¿Cómo puedes expresarlo abiertamente sin sentir que fracasas?

Piensa en esto: cuando la gente te hace una pregunta de la que no sabes la respuesta, ¿Cómo debes responder? ¿Inventas cualquier cosa? ¿Pones cara de que sí sabes? ¿O deberías ser sincero y admitir que no lo sabes?

Aunque pueda resultar incómodo admitirlo, ser honestos es el mejor camino porque lleva menos tiempo y no tienes que mentir o fingir. Sin embargo, puede hacerte sentir incomodidad al principio.

La psicología ha estudiado otro aspecto relacionado con la imposibilidad de decir “No sé”, y lo llamó Efecto Dunning-Kruger. Es muy sencillo: la mayoría de la gente tiende a pensar que sabe más de lo que realmente sabe  (y los que sí saben mucho, tienden a subestimar su experiencia y conocimiento).

Este estudio científico encuadra a quienes tienen poco conocimiento o destreza en algo, aunque les es imposible admitirlo y por eso, piensan y actúan como que saben mucho más. De allí que se expresan como sabelotodos, y surge la arrogancia y la soberbia como rasgo característico. Como ejemplo, seguro que conoces a alguien cercano que opina de todo y hasta quiere corregirte sobre absolutamente cualquier aspecto, pretendiendo cierta superioridad sobre ti.

  • Las fronteras del saber

Para comprender qué implica el concepto de “saber”, es necesario distinguir los diferentes campos que tenemos en cada uno de nosotros. Esos campos van a reflejar en el modo en que tomamos decisiones y nos comunicamos.

Para que empieces a tomar consciencia del valor de aprender a decir “No sé” existen los llamados dominios del saber, que son las fronteras internas que asumen las personas frente al “saber” en su sentido más amplio.

Tiene cuatro escalones que los estudiosos Martin Broadwell, y luego Noel Burch han sintetizado así:

  • No sé que no sé

Este es el caso típico de personas que por su cargo, experiencia o tipo de autoridad toman decisiones en donde ellos no tienen conocimiento real. De alguna forma son personas que no pueden ver sus propios límites en cuanto a lo que pueden resolver en realidad y lo que no. Se concentran más en el tipo de autoridad que tienen o en su estatus que en los datos que tienen para tomar ciertas decisiones. Este es el caso de los que no saben decir “No sé” e igualmente arremeten con opiniones y respuestas.

  • No sé que sé

Si a lo largo de nuestra vida hemos adquirido una serie de habilidades, aunque no podemos explicarlas ni traducirlas fácilmente para que otros las puedan aplicar, o nosotros mismos no las podemos explicar, estamos frente a un dominio del saber que se caracteriza por la eficacia en los resultados, pero en su imposibilidad para identificarlo. Por ejemplo, sabes reparar una bicicleta, pero no logras explicar ni enseñar eso a otra persona.

  • Sé que no sé

Implica el tomar conciencia de qué es lo que sabemos y qué no sabemos: es clave. Nos permite anticipar problemas, elaborar estrategias y “armarnos” frente a lo inesperado. Cuando sabemos que no sabemos algo estamos listos, o deberíamos estarlo, para pedir ayuda. Por ejemplo, “no sé hablar inglés” y decides empezar a tomar clases.

  • Sé que sé

Lo ideal sería estar siempre en este punto. Aquí tenemos conciencia lo que sí sabemos y aplicamos; tenemos un mapa, y es el que nos guía hacia seguir aprendiendo y abriendo posibilidades. Es el caso de alguien que ha adquirido un nivel de experiencia y conocimiento, y por eso es totalmente consciente de que sí sabe de ese aspecto.

  • Por qué cuesta decir “No sé”

Mi maestro John Maxwell, considerado uno de los mayores expertos en liderazgo del mundo, dice que hay varias limitantes del conocimiento y su posterior aplicación práctica.

Por ejemplo, algunas de ellas son el desinterés, la falta de involucramiento real, la incapacidad de aceptar lo que no se sabe, querer siempre tener respuesta a todo, vivir juzgando en vez de investigando y aplicando en la acción, o impedir que otras personas me enseñen.

En esta época es muy notable otro limitante que es la adicción a la novedad, a lo inmediato, breve y que no requiera casi ningún esfuerzo de la persona para captar la esencia de lo que no se sabe, sino que lo quiere consumir como si fuese papilla de bebés: “listo para comer”. No quieren pensar, ni les interesa.

  • Los 6 beneficios de aprender a decir “No sé” sin sentirte culpable ni un fiasco

He practicado en mi durante suficiente tiempo, y considero que en la gran mayoría de las veces logro decir “No sé” sin sentirme mal, fuera de lugar, fracasado o culpable. Aquí resumo las ventajas de expresarlo abiertamente por si quieres aplicarlo:

  • Aceptas. En vez de querer ser sabelotodo, te humanizas y practicas la aceptación de que nadie sabe todo.
  • Haces foco. Te centras en el aprendizaje hacia el saber, que genera un impulso hacia adelante a través de conocer e inmediatamente accionar, practicar y conectarlo con algo concreto. Sólo así se pasa del “No sé” a “Sé que sé” del aspecto que estás trabajando en ti.
  • Vulnerabilidad. Este es otro de los rasgos positivos que no debes confundirlo con debilidad. Ser vulnerables es tolerar la incertidumbre, y evitarás caer en certezas fanáticas con tal de dar respuestas a todo, aunque no tengas ni idea del tema. Por ejemplo, las personas que opinan sin ton ni son sobre cualquier cosa en las redes sociales.
  • Descomprimes. Al decir “No sé” no eres ignorante: a lo sumo, no sabes sobre ese aspecto en particular. Cuando lo expresas te quitas la presión del “tengo que saberlo todo” y eliminas los “debería haberlo sabido”.
  • Detectas muy rápidamente fuentes para aprender, personas que te pueden brindar su consejo, aparece alguien como mentor para orientarte. Y así empiezas a aprender a desaprender (el sesgo cognitivo del cerebro que te llevaba a decir automáticamente cualquier cosa con tal de evitar expresar “No sé”). Crearás nuevas conexiones neuronales llamadas sinapsis, para empezar a aprender y practicar lo que quieras, a la edad que quieras.
  • Conectas fundamentalmente con tu decisión consciente de saber más, profundizar y expandir tus fronteras del conocimiento.

Y si quieres otra gran llave aquí la tienes directo en tus manos: toma confianza y dí “No lo sé, aún. Esta expresión es altamente valiosa porque te coloca en un espacio de apertura a saber y a incorporar lo que quieras, en tu proceso de crecer y avanzar en la vida personal y profesional.

 ¿Te animas a practicar estas técnicas?

Imagen de portada: Shutterstock

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