La depresión es una enfermedad que siempre ha hecho acto de presencia en las personas cuyas vidas están en el ojo público. Es común leer sobre que un artista sufrió un cuadro depresivo, mas no lo es si se trata de un deportista. Esta es la historia de Robert Enke, el futbolista que fue un parteaguas para el trato de esta enfermedad dentro del mundo del fútbol.
Inicios bajo los tres palos
Robert Enke nació en Alemania Oriental, el 24 de agosto de 1977. Desde joven, a Enke le interesó el fútbol, sobre todo la portería, por lo que empezó su carrera desde las categorías inferiores del FC Carl Zeiss Jena, equipo de su ciudad.
Para los 15 años, el joven teutón ya era el portero titular de la categoría sub-16 de la selección alemana, y para los 18 ya era el arquero principal del Carl Zeiss Jena.
Enke se perfilaba como uno de los cancerberos con mayor proyección de Alemania, pero sus problemas de depresión e inseguridad surgieron luego de que cometiera un fallo en un encuentro; esto fue un antes y un después en su carrera, y es que incluso llegó a pedirle a su entrenador, mientras lloraba, que lo reemplazara luego de otro fallo.
Escalada en el fútbol europeo
Pese a los vestigios de su enfermedad, Enke siguió rindiendo de buena manera, por lo que en 1996 tuvo el primer salto de calidad en su carrera, fichando por el Borussia Mönchengladbach.
En su nuevo club contó con muy buenas participaciones a lo largo de las tres temporadas en la que estuvo. Aun así, su enfermedad cada vez se agrava más, hasta el punto de haber fingido lesiones para no jugar ciertos partidos.
Gracias a su desempeño, en 1999 fichó por el Benfica, lo que significó otro salto de calidad en su carrera. En el club portugués fue donde el arquero se dio a conocer ante el mundo, viviendo una de las mejores etapas de su carrera.
Calvario en Barcelona
En 2002, luego de haber brillado en Portugal, el jugador alemán fichó por uno de los mejores equipos del mundo y la historia, el FC Barcelona. En territorio catalán fue en donde se agravó su enfermedad, tocando el punto más bajo de su carrera.
Enke llegaba con la ilusión de ser el portero titular, relevando al veterano Roberto Bonano, pero luego de algunas actuaciones sin brillo, el puesto en el 11 inicial recayó en un joven Víctor Valdés, quien venía de las categorías inferiores y se convertiría en leyenda del club.
Con la confianza ya destruida, Enke fue relegado a un papel menor en donde jugaría solo la Copa del Rey. En dicha competición hubo otro detonante; y es que el Barça fue eliminado en la primera instancia por un equipo de tercera división.
Al finalizar la temporada, el alemán es cedido al Fenerbahçe de Turquía, pero luego de un inicio inestable, rescinde su contrato a las tres semanas y regresa a Barcelona, en donde pasaría seis meses sin jugar.
Etapa de resurgimiento
Tras todo lo sufrido en Barcelona, Enke decidió darle un cambio a su vida. En 2004 fichó por el Tenerife, equipo de la segunda división de España, y gracias al hecho de jugar en una categoría inferior, gozó de jugar sin tanta presión.
Luego de haber recuperado confianza, el portero regresó a Alemania para jugar con el Hannover 96, equipo con el que vería las mejores actuaciones de su carrera, siendo elegido como el mejor portero de la Bundesliga en la temporada 2004-2005.
En 2006 vivió uno de los momentos más duros de su carrera, la muerte de su hija de tan solo dos años. Pese a lo complicado que fue este suceso, Enke tenía la determinación de regresar a una vida estable, por lo que no paró de trabajar por ello.
El cancerbero fue elegido como el segundo portero de Alemania para la Eurocopa de 2008, fue el arquero titular de la selección en las clasificatorias para el Mundial 2010 y se perfilaba para ocupar este puesto en dicha competición. Además, había adoptado a una hija, por lo que se creía que ya se encontraba a salvo de lo que fue su enfermedad.
Suicidio de Robert Enke
Pese a que parecía que todo en su vida se encontraba estable, el futbolista recayó en su enfermedad. Robert Enke había perdido la voluntad de vivir, y decidió arrojarse a las vías del tren en Neustadt am Rübenberge, el 10 de noviembre del 2009.
Durante su vida, Enke nunca quiso que su enfermedad se divulgara ante el ojo público; siempre la trató de manera muy discreta y secreta. Hoy día, la depresión se atiende de manera regular dentro de los deportistas, y esto es, en parte, gracias al legado que dejó el portero alemán.
Los equipos cuentan a día de hoy con especialistas para que ayuden cuando los jugadores no se encuentran estables, e incluso ha habido quienes han hablado abiertamente acerca de padecer esta enfermedad (tal es el caso de figuras como Michael Phelps y Andrés Iniesta).
El caso de Robert Enke es duro, complicado y trágico, pero sirvió como un parteaguas para el tratamiento de este tópico dentro de la comunidad deportiva, y así esperar que nadie pase por lo que tuvo que pasar él.
Con información de Libertad Digital / La Vanguardia / Mundo Deportivo
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