¿Qué se pintaba a finales del siglo XIX?
Tras el auge de la Revolución Industrial, la propaganda marxista y los innumerables percances que comenzaban a experimentar los integrantes de la nueva clase obrera, el arte experimentó un cambio radical en cuanto a los temas que retrataba en sus obras.
Artistas como Munch en Noruega y Ensor en Bélgica fueron los pioneros de mostrar a los individuos que componían una sociedad alienada, industrializada, sobria y grotesca.
Es esta necesidad por retratar una amargura existencialista que surgía con la incorporación de máquinas y jornadas laborales cada vez más forzadas para la gente común, lo que inspiró irremediablemente a los artistas de la época a documentar, de cierta manera, a los protagonistas de esta naciente miseria: la clase obrera.
¿Qué representan los cigarrillos?
Los cigarrillos, a diferencia de los tabacos que solía fumar la gente adinerada, eran mucho más económicos. Por esta razón, se asociaban directamente tanto con la clase obrera como con la comunidad bohemia intelectual, pues la misma consistía en una especie de limbo que permanecía en el intermedio entre la clase media y el proletariado.
El pintor de El grito, por ejemplo, era asociado por su comunidad como uno de estos individuos alienados de los estándares comunes que pretendía establecer la nueva sociedad industrializada.
Sin embargo, el objetivo no era el mismo en todos los artistas. Cada quien encontraba la forma de retratar la belleza de su entorno en una forma distinta. En el caso de la obra Hombre fumando una pipa de Paul Cézanne, el pintor no busca reivindicar la posición de este personaje dedicado enteramente a la vida del campo, a la clase obrera o a cualquier tipo de ideología política; el artista, simplemente, plasma la admiración que esta persona representa, capturándolo en un momento de descanso, degustando el tabaco de su pipa sencilla.
Autorretrato con cigarrillo (1895)
A tan solo 5 años de finalizar el turbulento siglo XIX, Munch se retrata a sí mismo magistralmente, sin mayores pretensiones que dejar en claro su posición.
La pintura nos ofrece a un pintor a oscuras, dentro de las sombras que definen su oscura personalidad. El humo de su cigarrillo lo distancia del resto de nosotros, los espectadores, como si de esta manera nos diese a conocer su estado emocional, en el cual se sentía tan apartado como diferente de la sociedad en la que le tocó vivir. A pesar del desconcierto y la carga psicológica que otorgan los detalles de su rostro, Munch parece disfrutar ligeramente de la sensación de ser diferente.
Indudablemente, el genio expresionista estaba muy adelantado a su época.
Con información de: Historia Arte | Todo Cuadros | Edvard Munch | Foto: Zoltán Jancsó/saatchiart
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