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La increíble vida de ‘Mad Jack’ Churchill, el oficial más pintoresco de la IIGM

Por Cosas Muy Importantes | Según los soldados a su cargo durante la Segunda Guerra Mundial , el oficial inglés que protagoniza este reportaje parecía sacado de otra época. Se había pasado la mayor parte de su juventud aprendiendo a tocar la gaita y viajando en moto por todo el subcontinente indio, entre otras aventuras, muy parecidas a las que de joven corrió también Winston Churchill , cuando, siendo corresponsal de prensa, recorrió 500 kilómetros durante seis días, ocultándose y sin alimentos, tras fugarse de un campo de prisioneros en Sudáfrica .

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Pero como habrán podido imaginar, nuestro Churchill no es tan famoso como el fuera primer ministro británico y dirigió los designios del Reino Unido durante el conflicto más mortífero de la historia de la Humanidad. Sin embrago, sus hazañas son mucho más increíbles y, sin duda, merecerían una película. Su nombre era Jack ; su rango, oficial, y sus armas para combatir a los nazis: un arco y una espada «Claymore» de doble filo originaria de la Edad Media.

Este héroe (o perturbado), que no dudaba en liarse a flechazos cuando tomaba al asalto posiciones enemigas, era conocido entre los miembros de su compañía como el « Loco Mad » o « El luchador Jack Churchill ». Había nacido en Hong Kong, en 1906, y no falleció hasta 1996. Una vida muy larga para este apasionado de la historia de Ingleterra, si tenemos en cuenta lo imprudente que fueron sus acciones.

Llegó a reprensentar a Gran Bretaña en el Campeonato Mundial de Tiro con Arco, celebrado en Oslo poco antes de que comenzará la Segunda Guerra Mundial. Su dominio del arma era tal, que llegó a conseguir pequeños papeles en películas como « El ladrón de Bagdad » o « Ivanhoe ».

Se había alistado al Ejército a comienzos de la década de los 30, pero en 1936 decidió abandonar. Cuenta su biógrafo, R. King-Clarck , en « Jack Churchill, Unlimited Boldness » (Jack Churchill, la audacia ilimitada) que durante aquella primera etapa no estaba muy centrado: «Hacía sonar la gaita en la sala de guardia a las tres de la madrugada y llegó a estudiarse la campaña incorrecta en un examen para su promoción». Sin embargo, cuando la sombra de la guerra se cernió sobre Europa, volvió a alistarse. ¿Qué hizo entonces? Acudir a una tienda de Londres para adquirir un buen arco de madera de tejo español , por valor de 100 libras, que había sido construido al estilo medieval.

Fue aquí donde comenzó a forjar su leyenda, la misma que le valió que, en 2014, el Royal Explorers Club de Noruega publicó un libro en el que se le incluyó como uno de los mejores exploradores y aventureros de todos los tiempos. En sus primeras intervenciones en el conflicto se

ganó la fama, al mismo tiempo, de «luchador aguerrido» y soldado «loco». A finales de 1939, por ejemplo, mientras los soldados alemanes destrozaban a los pobres polacos tras la invasión, los ingleses y franceses se encontraban atrincherados en la Linea Maginot . Fue allí donde Churchill, cansado de la pasividad, decidió lanzarse al ataque y acercarse sigilosamente a 50 metros de las trincheras de los nazis disparando flechas. Desde la retaguardia se pudo escuchar a los soldados enemigos agitarse y gritar.

En mayo de 1940 —mientras el otro Churchill era nombrado primer ministro del Reino Unido —, Jack se encontraba en Francia comandando a una compañía de infantería que debía defender el pueblo de L’epinette. Fue allí donde protagonizó una de sus hazañas más recordadas: consiguió acercarse hasta un granero sin ser visto y atravesar con una flecha, desde 30 metros de distancia, a un sargento alemán, antes de que comenzaran los disparos de sus hombres contra el resto de enemigos.

Marchando por Dunkerke con su arco

«Una de las escenas más celebradas de la evacuación de Dunkerque fue la visión del capitán Churchill marchando por la playa con su arco y sus flechas. Sus acciones en el Saar con estas armas son conocidas por muchos y su disgusto por no haber podido practicar con ellas tanto como le habría gustado ha sido notable. Su ejemplo y buen trabajo con su grupo de ametralladoras han sido de gran ayuda», podía leerse en el diario de guerra de la cuarta brigada de infantería.

Sus conquistas y el asombró de sus compañeros y superiores fueron en aumento. En diciembre de 1941, en la Noruega ocupada por Hitler , fue el primer hombre que puso su pie en la playa al frente de dos compañías dentro de la «Operación Arquería». Churchill desembarcó con su espada en alto contra la batería enemiga mientras gritaba a sus soldados, que acabaron con los nazis rápidamente. Esta acción le valió a Jack Churchill su segunda Cruz Militar.

Su momento cumbre llegó en otoño de 1943, durante el ataque nocturno a la población italiana de Piegoletti. Tras intimidar y capturar a 136 soldados alemanes al grito de «¡comando!», consiguió infiltrase en el pueblo y continuar intimidando, tan solo con su espada, a los enemigos. Sin ser descubierto, fue haciéndose uno por uno con los puestos de guardia, sin disparar una sola bala. Por esta acción recibió una nueva condecoración.

Su suerte se acabó en 1944, en Yugoslavia, tras quedar aislado con seis de sus hombres en el ataque a una posición alemana. Cuando todos cayeron heridos, el «Loco Mad» sacó su gaita y comenzó a tocar « No volverás » para animar a los soldados. En ese instanto, sin embargo, una granada cayó a su lado y cayó inconsciente. Al despertar, estaba rodeado de nazis.

Fue enviado al campo de concentración de Sachsenhausen , donde conoció a veteranos que habían participado en el hecho real que inspiró la famosa película de « La gran evasión ». Se unió a ellos y, en su lucha continua, consiguió exacavar un túnel por debajo de los muros de la prisión y escapar. Estuvo libre 14 días, hasta que la Gestapo volvió a capturarlo.

A pesar de las órdenes de Hitler de ejecutar a todos los enemigos, un capitán nazi se negó a hacerlo. Fue liberado y mientras la Guerra del Pacífico aún continuaba, Churchill fue enviado a Birmania, donde se estaban librando algunas de las más grandes batallas terrestres contra Japón. Para cuando Churchill llegó a la India, Hiroshima y Nagasaki habían sido bombardeadas y la guerra terminó.

Se dijo que Churchill no estaba contento con el final brusco de la guerra, diciendo: «Si no fuera por esos malditos yanquis, ¡podríamos haber continuado esta guerra otros diez años!

Tras el término de la contienda, Churchill calificó como paracaidista y se transfirió al Seaforth Highlanders. Pronto fue enviado a la Palestina Británica como oficial ejecutivo del primer Batallón de Infantería Ligera de las Tierras Altas escocesas.

Posteriormente, Churchill trabajó como instructor en la escuela de tierra-aire en Australia, donde se convirtió en un apasionado del surf.

De vuelta en Gran Bretaña, fue el primer hombre británico que surfeó una ola en el río Severn y diseñó su propia tabla.

Churchill se retiró del ejército en 1959. Su carácter excéntrico continuó. Asustó a los guardias ferroviarios y pasajeros arrojando su maletín todos los días por la ventana del tren de regreso a casa. Más tarde explicó que lanzaba su maleta a su propio jardín trasero para no tener que cargar con ella desde la estación. También disfrutaba navegando maquetas de barcos del ejército por radiocontrol, tan exactas que eran buscadas por los coleccionistas y navegando en lanchas a vapor con su esposa por el Támesis. Falleció el 8 de marzo de 1996 a los 89 años. En marzo de 2014, el Royal Norwegian Explorers Club publicó un libro que presentaba a Churchill como uno de los mejores aventureros de todos los tiempos.

Sobre Mad Jack Churchill y otras curiosidades de la Segunda Guerra Mundial te contamos en el episodio 127 del Podcast Cosas Muy Importantes, en tu plataforma de Podcast favorita y recuerda suscribirte a nuestro Patreon para tener acceso a contenido exclusivo.

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