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La catástrofe del Kursk, el submarino nuclear ruso

La catástrofe del Kursk, el submarino nuclear ruso

Rusia siempre ha sido reconocida por su poderío militar y capacidad nuclear desde tiempos de la antigua Union Soviética. No obstante, algunos de sus artilugios han derivado en grandes tragedias, como lo fue el accidente del submarino Kursk.   

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El “nacimiento” del Kursk 

Luego de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y los Estados Unidos se establecieron como las primeras potencias del mundo, dando inicio a una lucha de poder que derivó en la Guerra Fría. La constante disputa entre estas dos naciones obtuvo mucha relevancia en el ámbito tecnológico y armamentístico, llegando al punto de que Rusia siguió con dichos ideales tras la caída de la URSS en 1991. 

Entre 1992 y 1994 se construyó el submarino K-141 Kursk, una nave con más de 150 metros de largo, un casco de 8,5 mm de espesor, la capacidad de navegar a una velocidad de 30 nudos en la superficie y a 32 en inmersión, impulsado por dos reactores nucleares e igual número de turbinas de vapor y hélices, contando con la capacidad armamentística de 24 misiles y cuatro torpedos. El submarino recibió el apodo de “La perla de la corona del zar”.

Hundimiento

El 10 de agosto del 2000, el Kursk zarpó al mar de Barents -ubicado en el océano Ártico, al sur de Rusia y suroeste de Noruega- para realizar una serie de pruebas referentes al lanzamiento de armas. La nave debía simular el ataque a un convoy enemigo. Luego de haber lanzado con éxito un misil Granit, alrededor de las 12:30 de la mañana -hora local-, un torpedo falló y detonó en la proa

Una segunda explosión tuvo lugar un par de minutos después, cuando la nave se hundió a una profundidad de 108 metros y chocó contra el fondo oceánico. Dicha detonación fue 250 veces más fuerte que la primera, el equivalente a entre 5 y 7 toneladas de TNT, registrando un sismo de 3,5 en la escala de Richter

Los reactores fueron desactivados de manera inmediata tras la explosión. Un grupo de 23 tripulantes quedó atrapado en el noveno compartimiento de la nave. Al día siguiente, la noticia se hizo conocida en el mundo, pero el Gobierno de Rusia no quiso aceptar ayuda para realizar el rescate, o al menos así fue durante la primera semana. 

El 24 de agosto del 2000, buzos de Inglaterra y Noruega lograron abrir la escotilla de la nave, solo para encontrar destrucción y muerte. Los 23 sobrevivientes a las explosiones lograron aguantar ocho horas antes de morir ahogados. Un total de 118 decesos hubo en esta tragedia, en donde nunca se encontraron tres de los 118 cadáveres. 

El oficial Dmitri Kolésnikov se encargó de escribir una serie de cartas que ayudaron a entender la situación que vivieron los tripulantes del Kursk. “Todo el personal de los compartimientos seis, siete y ocho han pasado al noveno. Somos 23. Hemos tomado esta decisión debido al accidente. Nadie puede subir. Escribo a tientas… Está muy oscuro para escribir, pero lo intentaré con el tacto. Parece que no tenemos posibilidades, tal vez el 10 o el 20%. Saludos para todos No hay que desesperarse”, plasmó el oficial ruso en sus escritos. 

“Atrapados”

Una adaptación sobre los hechos del Kursk llegó a la pantalla grande el pasado 27 de septiembre. Atrapados: Una Historia Verdadera es el nombre que recibe en Latinoamérica la cinta, siendo Kursk el título original. La adaptación está dirigida por Thomas Vinterberg, producida por Ariel Zeitoun y escrita por Robert Rodat; basada en el libro A Time to Die: The Untold Story of the Kursk, de Robert Moore. En los papeles protagónicos se encuentran figuras como Matthias Schoenaerts, Léa Seydoux, Colin Firth, Peter Simonischek, August Diehl y Max von Sydow. 

Con información de ABC / El País / El Periódico

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