Por Magdalena del Río |
Imagina un rascacielos de 120 plantas. Si pudiéramos extraer todo el espacio vacío de sus átomos, reduciríamos su tamaño a un grano de arroz, aunque éste pesaría lo mismo que el edificio. Existen estrellas en el universo con un tamaño así de denso. Son pequeñas, pero un trocito de éstas pesaría millones de toneladas.
Esto está comprobado y corroborado en miles de experimentos de todos los laboratorios del mundo. De hecho la física cuántica es tan difícil, que es la más estudiada del mundo.
Hoy no vengo a hablar de fe, ni de religión, sino de ciencia y de afirmaciones positivas. Deberíamos rectificar una frase dicha desde hace siglos: “ver para creer”. Y lo vamos a hacer con ayuda de José Carlos Carrasco.
Deberíamos convertirla en “creer para ver”, porque eso sí que tiene sentido. Y os lo voy a demostrar.
Todos estamos compuestos por electrones, que a veces desaparecen. Y según los científicos, esos electrones tienen la capacidad de viajar de una dimensión a otra, o de un universo a otro. ¿Lo sabías?
Según “la teoría de cuerdas” vivimos en un universo de once dimensiones: diez de espacio, y un universo de tiempo. Es decir, que no existen solamente arriba y abajo, o derecha e izquierda, sino siete dimensiones más, siete lugares más que tenemos delante de nosotros y no percibimos de ninguna manera.
Nuestro cerebro no puede pensar en más de tres dimensiones, pero por un momento, imaginemos todas estas dimensiones. Si viajáramos a una quinta dimensión, podríamos contemplar el pasado, el presente y el futuro simultáneamente. Es decir, tendríamos una perspectiva mas amplia de la cuarta dimensión, que es el tiempo. En ese hipotético lugar, veríamos nuestro mundo más o menos igual, pero todo existiría a la vez. Todo lo que ha sucedido y sucederá en él. Verías tu casa, y todo lo que sucedió en ella en el pasado, todo lo que está sucediendo ahora, y todo lo que sucederá el día de mañana.
Además nuestro universo podría no ser el único. De hecho, dicen que la cantidad de universos podría ser casi infinita, coexistiendo de forma paralela. Es decir, que para viajar de uno a otro no necesitaríamos ir a ningún lado. Me explico:
Intenta recordar una decisión trascendental en tu vida, algo que la cambió definitivamente. Un paso muy importante, un rechazo, o un sueño que hiciste realidad. Da igual si es algo malo o bueno. Ahora imagina que tu decisión hubiera sido otra:
¿Qué hubiera pasado? ¿Cómo se hubiera desarrollado tu vida? Pues según los científicos, podría existir otro espacio-tiempo, es decir, otra dimensión, en la que tú hubieras elegido otra opción y tu vida siguió por otros derroteros, totalmente distinta a la actual.
Según los científicos hay tantos universos como probabilidades hay. En uno eres profesor, en otro vives en la calle, en otro decidiste no tener hijos, o no casarte. En otro estudiar otra carrera, o ser futbolista. Y hay otro, en el que ni siquiera existes, porque tus padres no se llegaron a conocer.
Naturalmente esto es física teórica, solo existe matemáticamente, pero se sostiene y la comunidad científica lo cree. Es algo inquietante, ¿verdad?
Pues vamos a empezar a atar cabos:
Nuestro cerebro emite un pensamiento, emite información. Y según lo que estamos aprendiendo, las partículas de nuestro cerebro fluctúan de una dimensión a otra, viajan de pasado a futuro, en diferentes realidades, depositando allí información o trayendo de vuelta datos nuevos.
El hombre es sin duda el ser más creativo que conocemos. Una vez alguien tuvo que imaginar un móvil, un secador de pelo, o unas tijeras. Así que eso de creer antes que ver, va teniendo cierto sentido. En el creer está el principio de crear. Porque por ejemplo, si alguien no hubiera imaginado nunca un avión, ahora mismo no podríamos volar.
El único problema es creer, pues se trata de tener confianza, y eso es difícil. Pero si no creemos, no creamos. Y la ventaja de creer, es el poder que da, que es casi indestructible. Si crees que eres feliz, ¿acaso alguien puede decir lo contrario? O si crees que no mereces nada, ¿quién te hace cambiar de idea?
Cuando tenemos percepciones distorsionadas, como por ejemplo alguien con anorexia que se ve con exceso de peso, o alguien con depresión, que se siente la persona más horrible del mundo, los psicólogos trabajan con ellos para hacerles cambiar de idea, pero no pueden ayudar si la persona no pone su propia voluntad. Ellos sólo ofrecen las herramientas adecuadas, pero solamente nosotros podemos modificar lo que pensamos. Nadie puede hacerte cambiar de idea; excepto tú mismo.
Esas ideas, estos pensamientos que te hacen pensar de una forma u otra, un día llegaron a tu cabeza, y tal y como los asentaste, los puedes enterrar. No es fácil, pero se puede.
Pongamos que quisiéramos crear “Cada día mi vida mejora más y más en todos los sentidos”. Habría que creerlo primero.
¿Quieres? Repítelo un día y otro siempre que puedas. Dilo en alto, que te oigas. No importa lo que suceda, o cómo te sientas. Da igual que haya sido un mal día, o la hayas fastidiado haciendo algo de lo que no te sientes orgulloso. Sigue repitiéndolo, y ten paciencia. Y en tan solo unas semanas, de tanto repetirlo, te lo habrás creído.
Pero lo mejor de todo, es que con el tiempo, empezarás a verlo. Comenzarás a darte cuenta de todas las cosas que te salen bien a lo largo del día, y empezarás a agradecerlo. Y así, de la nada, habrás conseguido que tu vida sea mas positiva. Tu realidad habrá cambiado de la nada. Habrás creado gracias a que has creído en ti mismo.
No es magia. ¡Es ciencia! Sucede, y si no, prueba a hacerlo durante un mes. Solo debes ser constante. Repite: “creo en mí”.
¿Y si las teorías científicas son ciertas? ¿Y si somos más que un cuerpo sometidos a un lugar y tiempo determinados? No somos individuos solitarios, como a veces percibimos con nuestros cinco sentidos, sino que todos formamos algo más grande, formamos parte de un todo mucho más extenso y poderoso.
¿Sigues pensando que hay que ver para creer?
¿Y si realmente fuera verdad que es al revés?
Desde luego estas teorías explicarían la ley atracción, la intuición, la telequinesia, incluso el milagro de la Biblia de los panes y los peces, o las curaciones inmediatas y resurrecciones. De momento sigue siendo pura teoría, pero le da a uno qué pensar. Al fin y al cabo, todo es creer o no creer. Si creemos, de alguna manera, con nuestra actitud, pensamientos, obras y conductas, estamos haciendo lo que deseamos.
También puedes creer que la fe es solo una herramienta de sugestión que nos predispone hacia un objetivo futuro determinado, un deseo que queremos que se cumpla, pero si obtenemos un buen resultado, ¿qué mas da la forma de verlo?
Sea verdad o no, en cualquiera de los casos, va tomando peso que nuestra realidad viene determinada por nuestras creencias. Y quizá deberíamos empezar a crear lo que creemos por si acaso.
Empezando por lo más importante, modificando las ideas erróneas o negativas que pensamos de nosotros mismos ¿no te parece?
Créelas, y las crearás.
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