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¿Es cierto que el dinero no compra la felicidad? 5 puntos clave para entender cómo funciona esta creencia

¿Es cierto que el dinero no compra la felicidad? 5 puntos clave para entender cómo funciona esta creencia

Por Daniel Colombo / “El dinero no compra la felicidad”: ¿verdad que conoces esta afirmación? Si lees las noticias o sigues en las redes sociales a esa gente que dice tener la fórmula mágica para pasar a la riqueza en un mes, puede que pienses que sí.

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Esto sucede porque, socialmente, el dinero y la fama se consideran objetivos importantes y se intenta inculcar de que son fundamentales para cualquier humano. Sin embargo, como podríamos afirmar que son símbolos externos y hasta probablemente superficiales, es muy frecuente que conduzcan a la infelicidad y al estrés.

Las anécdotas de personas ricas que se deprimen, se hacen adictas o se suicidan tras tocar fondo también refuerzan esta idea. Por otro lado, hay personas que tienen muchísimo dinero, y viven felices y plenas, a la par de personas sin dinero y que también lo son. Y muchas de estas últimas también se deprimen y pasan por estados emocionales de gran adversidad.

Como vemos, no hay una regla general que abarque a todo el mundo. La felicidad es una experiencia subjetiva, y el termostato lo tiene cada persona en su interior.

En mi percepción, el dinero no hace a la felicidad, aunque puede ayudar a concretar determinados objetivos que te propongas.

He podido comprobar, trabajando con decenas de personas millonarias, que muchas de ellas se relacionan con culpa con la fortuna que poseen: es como si esa fortuna los hubiese poseído a ellas, y por eso, no disfrutan, aprecian ni generan la experiencia interna de satisfacción que quisieran encontrar.

Lo que da culpa en muchos casos es la forma en que se obtuvo la fortuna. Este marcador es bastante diferente en gente que la heredó o la recibió de alguna manera inesperada, a otra que la generó con su esfuerzo. La percepción es completamente diferente.

Una buena forma de empezar a resignificar esta frase limitante es pensar en un legado, algo que te trascienda más allá del dinero o no que tengas. Conozco casos de personas con recursos económicos muy escasos y plenamente felices, por el simple hecho de ayudar a otras. Al igual que multimillonarios que hacen enormes aportes a la humanidad con todo lo que tienen a su alcance, incluyendo algunos que donaron en forma completa sus fortunas.

  • 5 perspectivas acerca del dinero, la felicidad y la estabilidad emocional

En este artículo revisaremos si es verdadero o falso que el dinero no hace la felicidad, desde cinco perspectivas, para que puedas sacar tus propias conclusiones.

  • Primera perspectiva: Felicidad y bienestar son cosas diferentes

A nivel cerebral se dan picos de alegría que generamos las personas a partir de segregar picos puntuales y cortos de serotonina, adrenalina y dopamina, que son parte de los neurotransmisores asociados al placer. Por esto es que, con razón científica, pensamos que la felicidad son momentos.

En cambio, el bienestar incluye momentos de felicidad, y es un estado interno más estable y duradero que se puede desarrollar mediante el comportamiento, la actitud y las emociones.

En el enfoque de la psicología existe lo que se llama la “teoría de los puntos de ajuste hedónico”, que es, justamente, el punto de referencia interior que posee cada persona acerca de qué es la felicidad para sí.

Los acontecimientos de la vida definen en gran parte estas referencias; por ejemplo, la cantidad de hitos significativos positivos, como tener un hijo anhelado, ganar muy bien y tener muy buena salud; o negativos desde la interpretación que hace cada uno, como perder un trabajo, entrar en bancarrota o una enfermedad muy desafiante.

Con relación a que el dinero no compra la felicidad, la psicología ha estudiado que este ajuste se da para algunas cosas, y para otras no. Por ejemplo, el obtener bienes materiales por más abundantes que sean producen un pico de euforia corto, mientras que lo que se relaciona con hitos personales positivos lo hace en forma más duradera.

Algunos recursos prácticos: Detecta los puntos importantes de bienestar en ti y tu entorno; ajústalos para mantener un equilibrio saludable y, como afirma el budismo, un estado de “contento” que permita balancear lo que tienes con lo que sientes y tus objetivos de vida. Todo esto se logra trabajando en tu autoconocimiento y la inteligencia emocional y financiera.

  • Segunda perspectiva: La economía dice que cuanto más tienes, mejor te sentirás por dentro

Opuestos a los principios de la psicología, una inmensa cantidad de economistas defienden que el dinero sí da la felicidad. Desde esa suposición, sería bastante sencillo tener a la gente más contenta, porque se podría mejorar el bienestar personal aumentando los ingresos.

¿Pero cómo lo manejan los mercados y ellos mismos cada día? ¿Qué pasa con las medidas gubernamentales donde se le da dinero a la gente pobre, y cada vez son más pobres e infelices, no sólo esas personas, sino los estados que usan estas dádivas, y los contribuyentes que las financian obligatoriamente con sus impuestos?

El tema es que, por más dinero que poseas y más quieras seguir enriqueciéndote, hay un punto de ajuste interno que te hace sentir cierta insatisfacción que no conduce a la felicidad total. ¿Qué significa? Que por más que desplaces hacia arriba los ingresos, si no se compensa con lo interior de la persona (amigos, familia, salud, relaciones sanas con uno y los demás, etcétera), no se llega a la felicidad.

Recursos prácticos: Evalúa cuánto te duran los picos de felicidad al adquirir posesiones materiales, y cuánto con experiencias profundas interiores. Puedes hacer un registro de momentos cúlmine de su vida y recordarlos nítidamente. Saca conclusiones sobre qué puedes potenciar para sentir un estado de bienestar más sostenido en el tiempo, independientemente de tus metas y logros en cualquier campo.

  • Tercera: Las creencias limitantes sobre el dinero

Además de la frase disparadora de hoy, hay muchas otras que inculcan los dichos populares y que limitan la relación con el dinero, y, por lo tanto, conseguirlo si esa fuese tu meta.

La abundancia no se trata del dinero: se trata de cambiar tu estado mental. Si rechazas algo, lo único que logras es resistirlo; y todo lo que resistes, persiste con más fuerza.

Algunas creencias populares son:

  • El dinero es malo/sucio: por lo tanto, tú eres un reflejo de eso.
  • Si tienes dinero, algo malo debes haber hecho: fomenta el “pobre, pero honrado” o el “roban, pero hacen”.
  • El dinero es sólo para gente rica: desprecio y prejuicio infundado por el que genera y da trabajo, por ejemplo.
  • El dinero sólo trae problemas: como si ese fuese el culpable de tus rollos mentales.
  • A mis padres les costaba ganar dinero, por eso, a mí también: aquí aparece tu victimización, echándole la responsabilidad a tus ancestros.
  • No hay suficiente para todos: limitación y conformismo con lo que te dan o tienes, sin una sana ambición.
  • Si tengo dinero soy mala persona: demonización que ha hecho la cultura, las religiones y el famoso culto a la pobreza, como su fuese una virtud. Una virtud es la humildad, que no tiene nada que ver con la pobreza.  
  • Cuanto más tienes, más quieres: Se da la idea de que alguien con afán por el dinero es insaciable, y que esto lo puede corromper y desviar en su ética y valores.

Como herramientas: si cambias tus cadenas de creencias limitantes con algunos puntos de partida verás cómo, en pocos años, tu vida dará un giro importante en el sentido que quieras lograrlo. Sugiero siempre balancear las experiencias internas de bienestar y felicidad, con los logros materiales.

  • Cuarta perspectiva: La mala prensa de la palabra ambición

El querer tener dinero en abundancia no tiene nada de malo; el asunto es convertirte en avaricioso.

La palabra “ambición” ha sido puesta en la categoría de los términos casi prohibidos por todas las personas que no se sienten merecedoras de abundancia en cualquier aspecto, incluso de dinero. Sin embargo, la ambición en sí no tiene nada de negativo.

Una sana ambición te empuja a ir por tus objetivos y metas, por impulsar tu desarrollo y crecimiento en cualquier aspecto, y por disfrutar de lo que vas conquistando.

Para trabajar este aspecto: diseña un plan de vida que contemple una propuesta de tu economía y finanzas personales y familiares. Agrégale tu plan de desarrollo personal y profesional congruente con tus valores. Desde cuánto anhelas ganar y de qué forma lo harás, hasta en qué aplicarás lo que produzcas.

  • Quinta: El paradigma de trabajar mucho para tener más dinero

Esta creencia merece un espacio aparte puesto que es la generadora de los trastornos de ansiedad en la mayoría de la gente inmersa en una sociedad infeliz.

En vez de trabajar mucho cada vez es más frecuente el concepto de “trabajar con inteligencia”.

Para lograrlo: empieza a analizar tus flujos de trabajo y en qué enfocas la energía, el esfuerzo y el tiempo. Una optimización de estos tres recursos no renovables te ayudará a mejorar la relación de tiempo, productividad y resultado, incluyendo el dinero que ganes. Cuanto más optimices, más efectividad tendrás.

“El dinero no puede comprar la felicidad, pero tampoco puede hacerlo la pobreza.” Esta frase de Leo Calvin Rosten resume que en ninguno de los extremos conseguiremos el sentido de bienestar y felicidad: en el balance puede estar la gran clave.

Imagen portada: Shutterstock

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