El Inca Garcilaso de la Vega no se avergonzaba de ser el fruto entre la unión de una descendiente real inca y un caballero militar español, por el contrario, deseaba mostrar la belleza que radica en la unión de las culturas y lo interesante que resultaba abordar la historia entre América y Europa…
Hijo de un conquistador español y una mujer peruana descendiente de los soberanos, Gómez Suarez de Figueroa (n. Cuzco, Gobernación de Nueva Castilla, 12 de abril de 1539) tuvo que luchar desde pequeño con el rechazo social de ser el ilegítimo, a pesar de que sus padres estaban casados. En 1563, comenzó a firmar sus primeros escritos como “Inca” y, luego de ganarse el derecho de tener el apellido de su padre (sobrino del poeta y militar español Garcilaso de la Vega), se agregó el resto del nombre.
Orgulloso de su herencia mestiza y con sed de conocimiento humanístico, el joven marcha a España con 20 años, en 1960, ya definiéndose como Inca Garcilaso de la Vega y habiendo pasado por problemas marinos que casi derivaron en naufragio. Su padre había muerto poco antes de su traslado y, ya en su país de nacimiento, había podido presenciar eventos políticos como la rebelión de Francisco Hernández Girón.
Llegada a España y vida militar
Luego de pasar un año primero en Extremadura y posteriormente en Montilla, conociendo algunos parientes y personajes ilustres, llega a Madrid y elabora la obra La Florida del Inca, con ayuda del conquistador Gonzalo Silvestre, en donde traza la historia del explorador Hernando de Soto. Incentivado por seguir los pasos militares de su padre, participó en varios conflictos, como el de la Rebelión de las Alpujarras, obteniendo el titulo de capitán.
Su madre y su tío Alonso (que lo había recibido con amor en Montilla a su llegada a España) fallecen a principios de 1570, y él hereda parte de los bienes de su acomodada familia. En 1586 fallece su tía política, esposa de Don Alonso, por lo que se vio nuevamente beneficiado con bienes. La soltura económica y su interés por la religión le hicieron retirarse de la militancia de forma definitiva en 1590, para dedicarse de lleno a la escritura.
Interés en la poesía y últimos años
El Inca de la Vega se paseó por ciudades como Sevilla y Córdoba, leyendo textos renacentistas, en especial poesía. Fruto de estos estudios traduce y publica la obra Diálogos de amor (1590), del filósofo León Hebreo. Fue su primer libro publicado, ya que, aunque había escrito La Florida del Inca anteriormente, vio la luz pública en 1605.
En la década de 1590, el escritor se dispone a escribir sobre las conquistas de Perú, recolectando datos con expertos y relacionándose con doctores y jesuitas en la ciudad de Córdoba. En 1596 escribe Genealogía o Relación de la descendencia del famoso Garci Pérez de Vargas, una investigación sobre un antepasado suyo que no se publicaría hasta el siglo XX; sin embargo, no es hasta que llega el libro Comentarios Reales de los Incas (1609) cuando sus escritos alcanzan un éxito considerable, aunque fue censurado por la Corona española en todas sus conquistas americanas hasta finales de 1700.
Luego de luchar enfermo durante años, el historiador fallece el 23 de abril de 1616, en la ciudad de Córdoba. Fue enterrado en la Capilla de las Ánimas (en donde, curiosamente, su hijo se hizo sacristán), que había comprado en 1612.
El rey Felipe II le había concedido el permiso para viajar a Perú, pero nunca regresó. La segunda parte de la obra Comentarios Reales fue Historia General del Perú (1617), dedicada a la Virgen María y publicada luego de su muerte.
El Inca de la Vega en cinco frases
Posteriores análisis definen la obra del historiador como revolucionaria y ambiciosa. Lograba relatar hechos históricos, especialmente los relacionados con las expediciones y las conquistas en territorio americano, incluyendo sus propias experiencias como mestizo y abordador de dos culturas tan, en principio, distintas, como lo son la inca y la española; lo que transforma sus escritos en obras históricas con cierto carácter personal, sin perder la imparcialidad.
Si bien existen algunas discordancias en las fuentes, muchas extraviadas por el pasar de los años, el Inca Garcilaso de la Vega es considerado un escritor conciliador del Nuevo Mundo, por poner en perspectiva la relación entre América y España; asimismo, se le admira también por su elaborada prosa. Acá te dejamos algunas de sus más célebres frases:
“Si alguna parte queda por ventura de mi razón, por mí no osa mostrarse; que en tal contradicción no está segura”.
“Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre”.
“Echado está por tierra el fundamento que mi vivir cansado sostenía”.
“Más a las veces son mejor oídos el puro ingenio y lengua casi muda, testigos limpios de ánimo inocente, que la curiosidad del elocuente”.
“La vida es corta: viviendo todo falta, muriendo todo sobra”
Con información de BBVA / Wikipedia / EstiloNext / Imagen: Wikimedia
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