Por Michel Rodriguez | A lo largo de la historia automotriz ha habido muchos misterios, como el carro de James Dean, el Aston Martin DB5 de James Bond, o el Dino 246 que alguna vez desenterraron en California. En fin, son muchas historias fantásticas en los años de recorrido de la industria automotriz, pero ésta de la que les hablaré hoy, es digna incluso de ser narrada por la voz de lo insólito, Don Porfirio Torres. Es la historia que cuenta porqué el Auburn Cabin Speedster murió huérfano.
Auburn-Cord-Duesenberg
Fue este un consorcio estadounidense fundado por Erret L. Cord que se dedicó a crear 3 modelos de automóviles muy bien hechos para 3 segmentos de mercado: Auburn estaría en el segmento más básico, pero de hecho superior a otras marcas; Cord, era el nivel medio, también por encima de su competencia y Dusenberg, la “tapa del frasco”, pues era el carro más lujoso de Estados Unidos. Si algo que caracterizó a E. L. Cord y su consorcio, fue el estudio para la innovación. Un ejemplo claro de ello es el Cord L29, el primero con tracción delantera de Estados Unidos, o el Cord 810 con su diseño aerodinámico y su caja con pre-selector de velocidades, algo que nadie ofrecía en ese entonces.
Fundada en 1900 como la Eckhart Carriage Company, Auburn existió hasta 1937, víctima de la Depresión junto con el resto del consorcio. En esa misma época, Auburn también producía algunos hermosos e interesantes automóviles, principalmente vehículos de 2 puertas, con un diseño estilo “cola de bote” o “boat tail”, el famoso Auburn Speedster, que se vendía en la versión 8-90 con un motor Lycoming de 8 cilindros y 90hp, así como el más potente 8-120, que producía 120hp.
El automóvil
En 1929 se muestra el Auburn Cabin Speedster, un carro que no tiene padre. Sí, es un Auburn, pero lo que no se sabe es quién fabricó la carrocería. Se trata de un Auburn 8-120, el famoso modelo Speedster con una carrocería bastante rara estilo cabina de avión, de 2 puertas y 2 asientos, si bien los bosquejos originales mostraban un ejemplar de 4 puertas y 4 asientos. El diseño del automóvil estaba notoriamente inspirado en el mundo de la aviación y fue uno de los primeros diseños Streamline de la época. La carrocería estaba hecha de forma tal que sólo le faltaran alas al automóvil, algo que el propio Cord deseaba presentar por ser piloto de aviones y entusiasta de la aviación. Siendo uno de los nuevos emprendedores en el mundo automotor, tenía sus aviones privados, un Corman 3000 primero y luego un Stinson.
Su distancia del suelo era de 147.32 cm., un carro bastante bajo para la época, mientras que el alto de la parrilla era de 111.76cm. El carro pesaba unos 1.360 kg full de agua, gasolina y aceite y la distancia entre sus ejes era de 304 cm, de hecho más corto que otros Speedster. La carrocería era una estructura combinada: el esqueleto era de madera y sobre ella se colocaron paneles de aluminio, con su punto más ancho de 5 cm. Otra característica eran sus faros estilo “woodlite”, muy poco comunes, pero que fueron una moda en los años 20 y 30.
El interior tenía asientos de mimbre, el mismo tipo de asientos que usaban algunos aviones comerciales de la época. Además estaba completamente concebido como un avión, usando incluso los mismos tipos de telas en las puertas y paneles. El tablero también era bastante similar al de un avión, con indicadores automotrices como velocímetro e indicador de presión y de aceite, pero también tenía reloj y algo más “aeronáutico” como altímetro y brújula. El Cabin Speedster estaba impulsado con un motor de 8 cilindros de 4.9 litros y unos 120hp.
Una muerte prematura
El carro estaba listo para enero de 1929, unos meses después de que Linberg culminara su gira por Europa. De inmediato, el automóvil comenzó a hacer una serie de giras por todos los concesionarios y agentes autorizados de Auburn-Cord-Duesenberg y fue presentado en exhibiciones de la costa este de Estados Unidos, incluyendo los grandes Auto Show de Boston, Nueva York, Filadelfia y Chicago, causando sensación.
Pero quizás uno de los eventos más importantes al que asistiría era el Auto Show de Los Ángeles de 1929, un evento que contaba con la presencia de todas las marcas estadounidenses que hacían vida en aquella época, e inclusive algunos fabricantes del mundo de la aviación. El evento se llevó a cabo en una estructura de carpas estilo renacentista en la esquina entre el Boulevard Washington y la Calle Hill. En la tarde del 5 de febrero de 1929, un incendio se desató precisamente cerca de unas de las exhibiciones de aviones dentro de la carpa, destruyendo toda la muestra de automóviles, stands y aviones, incluso a nuestro protagonista, el Cabin Speedster. No hay certeza de la causa del incendio. Algunos dicen que se trató de un fumador inconsciente, pero una investigación, por rudimentaria que pudiera ser para la época, arrojó un corto circuito como responsable. El fuego se expandió con velocidad, tan solo 30 minutos, gracias a la gasolina contenida en los carros dentro de la exhibición. Milagrosamente, no hubo muertos y sólo 2 personas resultaron heridas.
Los daños del incendio rondan entre 1 y 1.2 millones de US$, que en dinero de hoy pudiera oscilar entre los 27 y 35 millones de US$. A pesar de tal destrucción y pérdidas, incluido el Cabin Speedster, el evento continuó al día siguiente en el Auditorio Shrine de Los Ángeles, con la pequeña muestra que sobrevivió. Los 320 carros, incluido el Cabin Speedster, fueron enviados a un taller llamado A1 AutoWorks, para que las empresas de seguros hicieran las inspecciones de rigor.
¿Quién lo hizo?
En el pasado, era habitual que algunos de los automóviles más exclusivos de la época tuvieran carrocerías hechas a mano por talleres carroceros especializados, algo que daba al dueño la imagen de una persona con mucho poder adquisitivo. Si de por sí esos carros no eran baratos, tampoco lo era hacer una carrocería al gusto del cliente. Carroceros como Brewster, Bohman&Schwartz, Derham, Murray o LeBaron, vestían y esculpían algunas de las carrocerías más modernas y elegantes en automóviles de Estados Unidos.
Griswold Body Co., una empresa de mucho prestigio en ese momento, había emprendido actividad a finales de la década de 1890 como un fabricante de bicicletas de Chicago, que en 1909 decide mudarse a Detroit para hacer vida en el mundo automotriz, con carrocerías hechas para Chrysler, Jowett, Willys-Knight, Columbia, King, Partin-Palmer o Graham Paige.
Se sabe quién lo fabricó, pues Griswold entregó el carro en enero de 1929. Lo que no se sabe es quién lo diseñó. Normalmente no es algo que llame la atención pero, tratándose de un carro tan poco común, resulta lógico querer saber a quién se le ocurrieron esas líneas. Hay varias hipótesis y nombres, pero al parecer cada una tiene su “contra”. La primera hipótesis apunta a Wade Morton, quien figura en la patente de diseño N° 79.563, pero lo que no encaja _ para más de uno_ es que Morton no era diseñador, sino un muy buen piloto de pruebas, titular de varios records de velocidad. Morton, además, era ampliamente usado en la publicidad de la empresa, sin olvidar que el propio Errett Cord era habilidoso inventando historias.
Otra hipótesis apunta a Alan Leamy, el Jefe de diseño de Auburn-Cord-Duesenberg, ya que Leamy había hecho los bosquejos de la versión 4 puertas del carro que nunca se construyó, pero por la misma fecha de los bosquejos, pareciera haber sido diseñado luego de que Griswold lo fabricara. El otro candidato es Robert Grimshaw, el diseñador estrella del taller Griswold. Lo que apunta a esto es que Grimshaw hizo bosquejos de un Duesenberg, con un estilo muy parecido al Cabin Speedster. Incluso en una entrevista publicada en la revista Road and Track de 1955, un caballero llamado R.H. Robinson alegó que fue Grimshaw quien lo construyó y la razón pudiera ser que deseaba atraer a Auburn-Cord-Duesenberg como cliente y el proyecto Speedster Cabin podría materializarlo.
Solo existen réplicas
Hoy en día podemos tener, en tamaño real, una idea de cómo lucía el Auburn Cabin Speedster gracias a que un caballero ortodoncista de Indiana, el Dr. Peter Kesling, creó un par de réplicas de este automóvil entre 1983 y 85, una de ellas reproducción fiel y exacta y la otra con un techo T. El Dr. Kesling utilizó fotos y modelos a escala para hacer la reproducción del automóvil, haciendo un trabajo netamente artesanal con la información técnica provista por Randy Ema, quien es historiador especializado en Auburn. El trabajo se realizó integrando una serie de piezas y partes Auburn de 1929.Una de esas replicas está en el Museo Auburn-Cord-Duesenberg en Auburn, Indiana.
Ahora bien, algunos dudan sobre si este carro es un Concept Car y viéndolo desde mi perspectiva, opino que no. El Concept Car buscaba explorar ideas y doctrinas de diseño, tal vez uno que otro material. Para esa época, en esencia las grandes novedades eran en diseño o componentes mecánicos y no es eso lo que este carro exhibía. Podría decirse que se trató de una extravagancia de Cord, alineada con una de sus pasiones, la aviación. Quizás fue sólo un Show Car, un vehículo de exhibición cuya producción quizás no habría prosperado, al menos por lo constatado al conducir la réplica del Museo Auburn-Cord-Duesenberg: un motor ruidoso, asientos poco confortables, poca visibilidad y un espacio interior muy reducido. Sin embargo, todo resulta especulación, una especulación que jamás podrá ser comprobada.
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