Los hábitos son conductas que se deben repetir muchas veces para obtener resultados, incluso ¡si el objetivo es ser más inteligente! Los siguientes consejos muestran cómo alcanzar un alto nivel intelectual simplemente pasándola bien un rato.
1. Aprender a tocar un instrumento
Aprender a tocar un instrumento estimula ciertas partes del cerebro mientras simultáneamente se desarrollan habilidades motoras como la coordinación y el equilibrio, así como también ayuda a mejorar la conducta, la inteligencia espacial (imágenes mentales de las notas musicales), la memoria y creatividad; además, algunos estudios han demostrado que puede generar cambios en la anatomía cerebral.
Las regiones “afectadas” con el entrenamiento musical, de acuerdo a los científicos, son tanto el hemisferio izquierdo como el derecho, de hecho, se ha demostrado que estas actividades fortalecen el cuerpo calloso, que son las fibras centrales que comunican ambos hemisferios para que trabajen de forma conjunta y complementaria.
2. Tomar fotografías
Además de que el cerebro funciona como una cámara (ambos capturan imágenes para siempre), con la neurociencia, los expertos afirman que mientras se toman fotografías, una persona intenta combinar diferentes elementos como la luz, el espacio, los efectos, los objetos, entre otros, lo que requiere de un alto enfoque y concentración mientras el cerebro intenta resolver un “rompecabezas” mental.
Por otro lado, no solo en el momento en que se toma la fotografía, sino que al visualizarla en el futuro, el cerebro se reactiva y vuelve a “insertar” la información, poniendo a trabajar la memoria.
3. Realizar ejercicios físicos
Hacer ejercicio regularmente ayuda al cuerpo a estimular la producción de FNDC (Factor neurotrófico derivado del cerebro, en inglés gen BDNF) una proteína que a su vez, estimula el crecimiento y plasticidad sináptica (conexiones neuronales); y al hacer que la sinapsis se potencie (proceso de plasticidad) genera una cascada de acontecimientos neuronales que mejoran la comunicación intercelular. A fin de cuentas, en este proceso interviene de diversas formas el aprendizaje y la memoria.
También se ha comprobado que practicar ejercicio después de haber estudiado refuerza la memoria, ya que la actividad física mejora el proceso de recuperación de información.
4. Meditación
Según un estudio del Hospital de Massachusetts en conjunto con la Escuela de Medicina de Harvard, las jornadas de meditación pueden ayudar a las personas ya que el proceso interviene directamente en la estructura cerebral. Los resultados de la investigación arrojaron que los “meditadores” tenían mayor cantidad de materia gris en la corteza frontal del cerebro, asociada a la memoria y toma de decisiones.
Adicionalmente, se encontraron con que la reducción de la corteza cerebral (proceso común de envejecimiento), era mucho menor en personas que acostumbraban esta actividad. Por lo que concluyeron que meditar un par de horas al día puede mejorar la memoria y el razonamiento.
5. Ponte a prueba
Hacer un examen, trivia, test, rompecabezas, sudoku y otros, puede ayudar a mejorar la plasticidad neuronal, lo que hace que el cerebro reorganice las vías neuronales y conexiones sinápticas; esta facultad ocasiona que la persona pueda mejorar su habilidad cognitiva y el entendimiento.
La plasticidad neuronal hace a las personas menos propensas a sufrir enfermedades mentales.
6. Aprender un nuevo idioma
Hablar varios idiomas no solamente incrementa el liderazgo y las oportunidades de un buen empleo, sino que también mejora las capacidades de planificación y resolución de problemas; además, posibilita al cerebro a desarrollar actividades más exigentes.
El hecho de hablar más de un idioma, permite a las personas concentrarse más rápidamente, mejora su memoria y permite una adaptabilidad a las situaciones de manera más sencilla.
En diferentes estudios científicos de la Universidad de York, se ha determinado que esto puede retrasar un posible diagnóstico de demencia por lo menos unos 5 años.
7. Lectura profunda
No basta con leer las noticias en la mañana. La lectura “profunda” como libros de novelas, poemas, literatura, ciencias, filosofía, etc. Esto hace que se obtenga no solo intelecto sino inteligencia emocional, porque permite que las personas respondan de manera diferente a los acontecimientos.
Leer diariamente un fragmento pone a trabajar la mente, dándole al lector capacidad de resolución, expande la imaginación, desarrolla creatividad y provee un mejor vocabulario.
Con información de Playbuzz / LifeHack.org | Influencive / Photo: Shutterstock
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