Ayn Rand cayó en la contradicción de su propia filosofía, convirtiéndose entonces en una figura paradójica. Si bien su filosofía es rechazada por la mayoría de los pensadores, sus ideas sobre la política, la economía y el Estado han producido una influencia notable en conservadores y libertarios…
Alisa Zinóvievna Rosenbaum (n. Imperio ruso, 2 de febrero de 1905) notó desde muy pequeña que sus intereses profesionales le quedaban grandes al territorio en donde había nacido. Fuertemente atraída por la literatura y los guiones de cine, empezó a escribir con menos de diez años. Siendo la mayor de tres hermanas, vivió con mayor entendimiento la Revolución de Febrero y la Bolchevique, cuando su familia se vio obligada a trasladarse de San Petersburgo a Crimea por los conflictos armados, en 1917.
Luego de terminar la escuela secundaria y pasar por los clásicos de Victor Hugo, Walter Scott y Alejandro Dumas, se matriculó a estudiar filosofía e historia en la Universidad de San Petersburgo. Se licenció en 1924 y, casi inmediatamente, se inscribió en el Instituto Estatal de Artes Cinematográficas para aprender a escribir guiones.
Trabajó haciendo folletos, pero decidió que su país destino debía ser Estados Unidos, la meca de la producción cinematográfica. En 1925 presentó ante la Unión Soviética un permiso para visitar a familiares en el territorio norteamericano y en 1926 llega a Nueva York, con 21 años.
Carrera en Hollywood y libros
En suelo americano, modificó su nombre por uno menos europeo: Ayn Rand. No conforme con el apoyo de su familia en la Gran manzana, decidió marchar a Hollywood y probar su suerte como guionista. Efectivamente, su talento y su historia llamaron la atención del icónico director Cecil B. DeMille, mientras Rand trabajaba haciendo lo que fuera para subsistir. Cecil le ofrece a Rand un papel extra en la película El rey de reyes (1927) que no solo le daría una oportunidad en la industria, sino que también le daría la oportunidad de conocer a su pareja y futuro marido, el actor Frank O’Connor.
A pesar de los intentos de Rand por ser guionista, su conocimiento popular se consolidó más bien por su faceta literaria y luego filosófica. Su historia como rusa durante los conflictos políticos fue expuesta en la novela Lo que vivimos (1936), la cual tuvo una buena acogida por parte del público; sin embargo, fue con El manantial (1943) que Rand se regocijó en el éxito y en las superventas.
Los héroes de las novelas de la escritora, líderes intelectuales y talentosos que odiaban a los poco virtuosos, comenzaban a delinear, casi sin querer, la filosofía que predicaba. Fue con La rebelión de Atlas (1957) en donde Rand le pondría nombre a su -para unos descabellada y para otros brillante-, teoría de pensamiento: objetivismo.
Ayn Rand: filosofía consolidada
La rebelión de Atlas no mostraba a los oprimidos liberarse de sus cadenas, ni tampoco la ficción de George Orwell que buscaba hacerle entender al mundo los males de las ideologías de extremos… Más bien pretendía demostrar cómo el sistema se detenía si las mentes brillantes, que encabezaban la élite del país, se organizaban para hacer huelga y frenar sus actividades.
El objetivismo buscaba defender que las personas debían ser egoístas, tomar las decisiones siempre a favor de la razón y, en pocas palabras, prescindir de dar y recibir ayuda. Por lo tanto, ideologías como el socialismo y el altruismo eran absolutamente rechazadas por la pensadora, que defendía que el capitalismo era el único sistema en el cual el individuo podía desenvolverse con libertad. La religión tampoco tenía defensa en la discusión, porque la bondad era predicada como parte de la fe.
En cuanto a lo política, Rand defendía que el Estado debía incidir solo en las fuerzas judiciales, militares y la policía, pero, de resto, todo debía ser gestionado por la propia sociedad.
Ayn Rand: últimos años y muerte
La filósofa dedicó el resto de su vida a escribir numerosos ensayos, entre los que destacan Capitalismo: el ideal desconocido (1966), Introducción a la epistemología objetivista (1979) y Filosofía, ¿quién la necesita? (1982). Al final de su vida desarrolló un cáncer de pulmón por el exceso de tabaco que consumía, hecho que ella negó, y muere en 1982 por complicaciones de la enfermedad.
Curiosamente, y en contra de sus deseos e ideales, fue incluida en el programa de seguridad social Medicare, del presidente Lyndon B. Johnson. Se le había concedido la ciudadanía estadounidense en 1931.
Críticas a su obra y polémicas de sectarismo
La mayoría de los filósofos, tanto de ideas políticas neutrales, de izquierda o de derecha, han desaprobado la teoría filosófica de Ayn Rand por razones muy variadas. Se pudiera resumir el descontento en dos ideas: unos la acusan de tener una moralidad discutible y una filosofía poco aplicable a la realidad, mientras que otros resaltan que su forma de pensamiento desencadenó comportamientos sectarios en los seguidores del objetivismo.
Rand expresó en vida su posición con respecto a varias acusaciones que se le hacían, resaltando que ella ni deseaba tener un movimiento organizado de gente, ni que era de la derecha conservadora y menos de izquierda. Incluso se le comparó con la cienciología. Aunque su filosofía fue descartada por muchos intelectuales, el objetivismo inspiró a políticos conservadores, republicanos y libertarios con el pasar de los años. Sin ir muy lejos, el expresidente Donald Trump ha declarado que El manantial “habla de los negocios (…) habla de todo”.
A pesar de ser una diosa para los de extrema derecha, Rand era atea, se manifestó a favor del aborto (porque cada ser humano debe tener la posibilidad de tomar la decisión sobre su cuerpo), la distribución del contenido para adultos e incluso el consumo de drogas. Ese cóctel de pensamiento “moderno” no le permitió calar en las vidas de cierto grupo conservador.
Con información de Wikipedia / Culturplaza / El Diario / Imagen: Wikimedia
--
--