Por Michel Rodriguez | En la industria automotriz hay muchos vehículos importantes. Algunos resaltan por su historia, otros por su diseño y otros por los aspectos técnicos. Otros tienen la particularidad de reunir todas las cualidades anteriores, tal es el caso del vehículo del que hablaremos hoy: nos referimos al Tatra T87, una hermosa genialidad bohemia.
Orígenes del Trata T87
Fue producto de dos mentes brillantes, Hans Ledwinka y Erich Übelacker. Ledwinka era director de ingeniería de Tatra, una empresa automotriz checoslovaca fundada en 1850 por Ignác Šustala, la tercera más antigua del mundo. Por otro lado, Übelacker era un ingeniero mecánico alemán que hizo buena parte de su vida académica y profesional en Checoslovaquia. De este equipo brillante nace un automóvil totalmente novedoso, el primer automóvil fabricado en serie con un motor V8 OHV funcional.
Otro elemento resaltante del Tatra T87 fue su diseño streamline. La idea provino de un diseñador automotriz de origen húngaro llamado Paul Jaray, quien había trabajado en los Graf Zeppelin, los famosos dirigibles alemanes.
En el rubro automotriz, Jaray aportó de las mejores combinaciones entre eficiencia aerodinámica y belleza, logrando así diseños de automóviles hermosos y futuristas, capaces de velocidades impresionantes para la época. Estos además estaban equipados con motores de tamaño más pequeño que lo que dictaban los estándares de la época, y tenían, por lo tanto, un consumo menor de combustible.
Curiosamente Tatra fue el único fabricante que pagó a Jaray por los derechos de autor” de sus las ideas y aportes. Estos serían aplicados a los automóviles de Tatra a lo largo de los años 30.
Génesis: Tatra V570 y T77
El Tatra T87 debe su origen al Tatra T77 (1934–1935), un automóvil con carrocería muy similar y un diseño muy aerodinámico que se había sido desarrollado a inicios de los 30, con el proyecto V570 (1931–1933). El T77 estaba equipado con el primer motor V8 OHV de Tatra, y su diseño era tan limpio como el de un automóvil moderno.
El T77 era la primera aplicación del proyecto V570, y se proyectaba como un automóvil de lujo. De hecho su producción era artesanal, lo que lo hacía muy costoso. Además, Ledwinka no quedó muy convencido sobre la maniobrabilidad del vehículo. Esto llevó a finalmente solo cuatro prototipos y 249 unidades de este modelo fueran fabricados.
El T87, una mejora del T77
El modelo T87 incorpora muchas de las mejoras surgidas a partir de lo aprendido con el Tatra T77. Tenía el mismo motor, pero su bloque era de aleación de magnesio, y con cámaras de combustión hemisféricas, lo que implica sencillamente una mejora en la potencia, que ahora era de 85Hp.
Además, a diferencia de la transmisión manual del T77, la del T87 tenía las velocidades cuarta y tercera sincronizadas. Sumado a esto, el T87 era más pequeño Y más veloz que su antecesor (160 versus los 150Km/h del T77).
La distribución del peso mejoró y se refinó el diseño. Además, el coeficiente de arrastre del nuevo modelo pasó de 0.21 en el T77 a 0.36, lo que ayudó mucho a la mejora en la maniobrabilidad del automóvil. Adicionalmente, se refinó la aleta dorsal que ambos modelos tienen para dividir la presión del aire hacia los lados del automóvil, lo que le brindaba un mejor agarre.
Presentación oficial al público
El T87 apareció en público por primera vez en el Auto Show de Praga de 1936. Era presentado como la máxima expresión del diseño y de la calidad técnica que Checoslovaquia podía ofrecer. La publicidad lo hacía resaltar como uno de los automóviles técnicamente más modernos que existían. De hecho, era el primer sedán en tener prestaciones de un automóvil deportivo y precisamente por eso, los T87 se vendieron muy bien en Alemania.
Ernst Heinkel, el famoso diseñador de aviones alemán y el ingeniero alemán Felix Wankel, padre del motor Wankel, pasarían muy pronto a ser dos felices dueños de un T87, así como también (aunque no era alemán), el rey Farouk de Egipto.
Para Tatra y la industria automotriz checoslovaca en general, exhibir sus automóviles y hacer alarde de su calidad era un tema de orgullo nacional. Recordemos que Checoslovaquia fue fundada como país en 1918 y, con la competencia del resto de Europa encima, la presión era inmensa.
Esto hizo que la calidad técnica checoslovaca se destacara al punto de que, cuando Alemania la invadió en 1938, el ejército alemán tomó todo el equipamiento militar hallado y lo incorporó a su inventario. A su vez los alemanes se apropiaron de todo el parque industrial del país; eso sin hablar de la polémica que existe con el Volkswagen.
El T87, un “auto patriota”.
Precisamente ahora que hablamos de la invasión alemana a Checoslovaquia, y de la fijación germana por el T87, es válido recordar una interesante anécdota. Los alemanes disfrutaban mucho de los paseos en automóvil y en especial los oficiales, quienes no dudaron en apoderarse de muchos Tatra T87 para su uso personal. De hecho, el Mariscal de Campo Erwin Rommel tenía uno.
Muchos de esos oficiales disfrutaban manejando sus automóviles T87 a gran velocidad, pero como no estaban acostumbrados a la conducción con el peso del motor V8 trasero, los sobre virajes eran frecuentes al igual que los accidentes fatales. Así, con el tiempo, entre los checoslovacos empezó a regarse la broma de que el Tatra T87 era un auto tan patriota, que contribuía con la resistencia hacia el invasor matando oficiales alemanes.
El fin de su producción
Luego del final de la guerra y con la llegada de los comunistas al poder, la Tatra es nacionalizada, y Ledwinka es injustamente apresado y considerado traidor por el nuevo gobierno.
Por su parte, la nueva directiva de la empresa, de filiación comunista, ordena entonces reemplazar al T87, pero por diversos motivos (falta de materia prima, maquinaria y ausencia de mano de obra calificada), se tuvo que extender su producción hasta 1950. Para ello se hicieron algunos cambios, como empotrar en la carrocería el faro central, que antes sobresalía, y usar motores V8 de 2.5 litros.
Un total de 3.056 Tatra T87 se produjeron entre 1936 y 1950, la primera gran producción en serie de la marca. Muchos de los que hoy sobreviven son productos de la postguerra, ya que buena parte de los producidos anteriormente quedaron inutilizables debido a accidentes de tránsito (ocasiones por alemanes imprudentes), o fueron arrasados por la ola de destrucción que provocó la Segunda Guerra Mundial.
En la actualidad
Hoy, verlos en Europa es común, pero “de este lado del charco” solo los hay en Estados Unidos. Jay Leno tiene uno y en el Museo Automotriz Lane hay una nutrida colección, la más grande además de la del Museo Tatra. También están en manos de algunos coleccionistas que los han restaurado con maniática dedicación.
Hay quienes dudan de la belleza de este auto, pero para mí es simplemente hermoso. Una pieza definitivamente indispensable en cualquier colección dedicada a los vehículos antiguos que marcaron época. Y un vehículo que cualquier conocedor de automóviles se sentiría orgulloso de poseer.
Con información de: Bonhams / Muzeum Plasy / RM Sotheby’s / The Drive / War History Online / Imagen de portada:
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