Por Erika De Paz |
Quizá, pensamos que mientras más duro cepillamos nuestros dientes, más limpios quedarán. Poco nos importa deformar las cerdas del instrumento de limpieza; después de todo, sabemos que es reemplazable. Además, creemos que solo de esa manera podremos eliminar las detestables manchas de café y lograremos que nuestros dientes luzcan blancos como las nubes. ¡Qué equivocados estamos! Lo correcto es cepillarnos suavecito, despacio y sin prisa.
Con el cepillado, únicamente conseguimos eliminar la placa bacteriana, y para esto no hace falta presionar de manera fuerte. La placa es tan blanda que podríamos desaparecerla, incluso, con un paño. Para quitar las bacterias, solo necesitamos realizar un cepillado simple. En este sentido, resulta mucho más importante ser meticulosos que enérgicos. Y es que el mal hábito de presionar vigorosamente el cepillo contra nuestros dientes y encías, lejos de resultar beneficioso para nuestra salud bucal, es totalmente perjudicial.
Una de las terribles consecuencias es la retracción de las encías. Aun cuando éstas pueden retroceder por otras razones (ser muy delgadas, débiles y frágiles, o luego de una ortodoncia), cepillar los dientes bruscamente es una de las formas más seguras de hacer que ellas empiecen a encogerse.
Esto podría dejar al descubierto el área de la raíz; algo que, además de antiestético, aumenta la sensibilidad. La retracción, a su vez, puede generar otros problemas, como enfermedades periodontales y caries en las raíces de los dientes. Este mal hábito también favorece el desgaste del esmalte, lo que podría dejar expuesta parte de la dentina.
Una opción para aquellos que adoran descargar el estrés acumulado durante el día, cepillándose fuertemente, es utilizar cepillos de cerdas suaves. Sin embargo, la mejor solución siempre será aprender a cepillarse sin presionar, como si se tratara de dar un pequeño masaje. Es importante realizar este acto tan rutinario de forma correcta: debemos cepillarnos con delicadeza, realizando movimientos circulares y evitando mover el cepillo de forma horizontal. Solo así podremos mantener el esmalte de nuestros dientes por mucho más tiempo.
El cepillado vigoroso jamás será una buena opción, así como tampoco aquel que se hace de manera excesiva. Si eres de los que presionan el cepillo hasta despeinar sus cerdas o hasta verlas manchadas de sangre, ten en cuenta que esta mala costumbre, tarde o temprano, te pasará factura. Ojalá no debas pagarla cara; al menos no con el precio de un diente. Esperemos que no…
Por: Erika De Paz / IG @ERIKADPS | Foto: Mujer Cepillándose los dientes / Shutterstock
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