El Romanticismo consiste en un movimiento cultural europeo, que tomó lugar en la historia entre finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. A diferencia del Neoclasicismo, cuya filosofía estaba sustentada en el uso de la razón, esta nueva corriente albergó las ideas que construían los principios de la Revolución Francesa, en 1789: la libertad, la igualdad y la fraternidad. ¡Te invitamos a conocer todo lo que necesitas saber sobre el Romanticismo!
¿Cómo se origina el Romanticismo?
El Romanticismo es un movimiento cultural que se desarrolla simultáneamente en relación al Neoclasicismo; no obstante, corresponden a dos ideales opuestos, con intenciones totalmente distintas.
No obstante, ambas corrientes se desarrollaron en disciplinas muy similares, entre las que se pueden mencionar la literatura, la filosofía, la pintura, la escultura, la música y la arquitectura.
El nombre de este movimiento se debe al auge de los temas consecuentes a la expresión de la juventud, los sentimientos y las pasiones desbocadas. Se originó en Alemania y en Reino Unido durante los últimos años del siglo XVIII, y su popularidad lo convirtió en uno de los más influyentes movimientos en Europa que hizo vida, aproximadamente, entre los años 1790 y 1880.
En este sentido, el Romanticismo nace como una reacción hacia la frialdad que evocaba la filosofía de la Ilustración, cuyos objetivos se limitaban al cultivo de la razón, el pensamiento crítico y la propagación del saber.
¿Qué busca el Romanticismo?
Para los pioneros del Romanticismo, la razón otorgada por los ilustrados del Neoclasicismo no era suficiente para plasmar, verdaderamente, la dureza de la realidad de la época.
Es por ello que, en virtud de llevar a las artes una expresión auténtica sobre los ideales que surgían con el transcurrir de los años, el Romanticismo se refugió en las imperfecciones, en el drama barroco y en la violencia, erotismo y subjetividad que se observaba a los ojos de una cotidianidad marcada por la Revolución.
En síntesis, el Romanticismo busca romper con los cánones de belleza contemplados por el Neoclasicismo -donde se había retornado a la perfección ideal concebida por los griegos-, y persigue el sentir desbocado de las pasiones, los sentimientos, el sentido de pertenencia, la libertad, el “yo” como un ser individual, la naturaleza y el verdadero significado de la vida, de la mano con el culto a la imaginación.
El Romanticismo y su intrínseco espíritu de rebeldía
Desde su concepción, el Romanticismo surge como un movimiento rebelde, donde se trasciende del espíritu racional y se persigue un ideal de libertad que correspondía directamente a los ideales de la época. Por consiguiente, todo cuanto fue creado sobre las bases del Romanticismo -pintura, escultura, música, arquitectura- llevaban consigo dicha filosofía.
El constante acercamiento con las revoluciones, los conflictos y los disturbios hacia una vida común y corriente, condujo a la búsqueda de una libertad individual, donde lo exótico, lo onírico y fantasioso siempre es tomado como símbolo para expresar un ideal.
En el Romanticismo inicia el culto a las tradiciones nacionales, a la Edad Media, a las ruinas, a la sabiduría popular de la clase obrera, de los campesinos y comerciantes, a quienes la pintura de la época se encargará exhaustivamente de retratar.
El artista como genio y creador
Si bien, en el Neoclasicismo había surgido la figura del escritor y novelista como una forma de autor arraigado a los intereses del pensamiento ilustrado, es durante el Romanticismo cuando emerge la inalcanzable posición del artista como genio, en una suerte de acercamiento al magno conocimiento de creador, de Dios.
Algunos principales exponentes de este fenómeno del «genio» fueron Ludwig van Beethoven, Eugène Delacroix y William Blake, solo por mencionar algunos personajes.
Uno de los méritos principales de esta época se traduce en crear una nueva naturaleza, a partir de la subjetividad y de lo que representan los personajes y su entorno. En este sentido, se valora la rebeldía, el rompimiento de los esquemas y la sublime libertad de vivir por medio de las pasiones.
La pintura, la más grande hazaña del Romanticismo
La pintura romántica se caracteriza, fundamentalmente, por el gusto a la naturaleza, que se había visto desplazado durante siglos. No obstante, este renacer de los paisajes se contempla desde una perspectiva sumamente subjetiva, pues por medio del entorno se dan a conocer las emociones de los personajes que protagonizan la escena pictórica.
Un claro ejemplo de ello es La Libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix, donde cada elemento que conforma el fondo, bien se trate del cielo, el suelo y la atmósfera, cautivan al espectador, realzando los valores nacionalistas de una libertad señalando el camino para salir de las tinieblas de la monarquía, y avanzar hacia un futuro iluminado, cálido y contemplativo.
Asimismo, pintores como J. M. W. Turner «el pintor de la luz» y John Constable, se fijan detalladamente en cómo la composición del paisaje, dramático y sublime, plasma un discurso pictórico en relación al poder de la naturaleza sobre el ser humano.
Por otro lado, es imprescindible señalar a un artista capaz de revelar un sentido extraordinario sobre el lado oscuro de los sentimientos: Francisco de Goya.
El pintor español, cuyo trabajo pasó por distintos movimientos hasta encontrarse con el prerromanticismo y, posteriormente, con el expresionismo, recurrió a la deformación deliberada en función de transmitir un mensaje vanguardista y revolucionario, alejado de las pretensiones y abierto a múltiples formas de interpretación.
Con información de: Historia Arte / Características / Britannica
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