Desde hace ya un tiempo me he vuelto crítica de nuestro sistema, por enseñarnos que los buenos trabajos se consiguen estudiando y luego demostrarnos que aunque seas un superdotado sin contactos no hay buenos trabajos. Notas, reflexiones y una larga lista de indignación adornaban las conversaciones con amigos y conocidos en lo que al mundo laboral/profesional se refiere. Ya estaba harta de ser subempleada y emprendí la aventura de buscar el trabajo de mis sueños.
He hecho muchísimas entrevistas de trabajo, tomado toda clase de tests psicológicos, ni hablar de los exámenes médicos, y se me han hecho las propuestas más alocadas y hasta ridículas que se puedan imaginar. Cuando queremos lograr las cosas por nuestros propios méritos, el camino hacia la meta resulta largo, angosto y cargado de lecciones en cada tropiezo. Ya estaba cansada y un tanto resignada, hasta que un día a las 7:00 pm sonó el celular y la voz al otro lado del teléfono era de una compañía donde había dejado mi hoja de vida hacía un tiempo, estaban interesados en verme.
Otra vez a hacer entrevistas, pruebas de aptitud, chequeos médicos… Una semana después me llaman para decirme que fui seleccionada 1A para el puesto. Por alguna razón, que en ese momento no entendía, no me emocioné (seguro mi subconsciente sospechaba lo que me esperaba), le dije a la señora que me diera el fin de semana para pensarlo, traté de evaluar la propuesta con la cabeza fría, finalmente acepté.
Mientras estaba en proceso de reclutamiento, cada vez que iba al lugar me sentía una cierta fascinación por el estilo de las instalaciones. Era algo minimalista y chic, pero nunca voy a olvidar la puerta de cristal que separaba la recepción del área comercial. Mientras esperaba afuera, de vez en cuando salía algún empleado, siempre bien arreglado; y de reojo podía mirar hacia adentro, todo lucía tan perfecto. Recuerdo que pensaba quizás voy a ser uno de ellos, suspiraba y sonreía. Había olvidado que las cosas no siempre son lo que parecen, que a veces el infierno se viste de tul y puede confundirse con la gloria.
El trabajo es nuestro segundo hogar de la vida adulta y como tal, debemos procurar que sea el lugar adecuado para nosotros. Por lo general vamos a las entrevistas llenos de temores, tratando de presentarnos como el candidato ideal y olvidando que ese también es el momento de ver si el trabajo es el ideal para nosotros. Ellos intentarán ver si usted reúne los requisitos que buscan y usted intentará averiguar si ese es el lugar que va de acuerdo no solo con su disposición para trabajar, sino con sus valores y su futuro. Si, las entrevistas de trabajos son para que también usted pregunte.
En algún momento pensé que lo mío era un caso de mala suerte, ahora comprendo que esta es una de esas paradas de la vida para crecer y aprender a elegir mejor. Esta semana tuve que salir a buscar unos papeles en el almacén y cuando abrí la puerta de cristal que tanto llamó mi atención en las primeras visitas a la institución, sentí sobre mí una mirada como las que yo misma di en algún momento, aquellos días en que quería ser de los que estaban allí y saber lo que había detrás de la puerta.
A veces, la perfección no es más que un espejismo
Una colaboración de @Fioresita
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