Por Daniel Colombo | Desde la perspectiva del auto conocimiento y liderazgo personal, un paradigma es un modelo, un patrón y una forma de actuar inconsciente que guía tu forma de operar y relacionarte con las situaciones del mundo.
Desde que nacemos hemos sido inculcados para desarrollar paradigmas que sean funcionales con el estilo de vida con el que convivimos. Lo que sucede es que, en la base de cada paradigma, hay al menos una creencia, que es el combustible de los paradigmas.
Dependiendo del tipo de creencias que alimente cada paradigma, obtendrás el resultado del mismo tipo. Por ejemplo, si siendo un bebé y en la primera infancia observas relaciones de pareja en nuestro entorno que son saludables, afectuosas y de crecimiento, instalarás un paradigma en nuestra mente subconsciente -la parte que anida las emociones y los sentimientos- de ese tipo, y, por lo tanto, sería contributivo para nuestro desarrollo. En cambio, si convives en un entorno de relaciones de pareja hostiles y agresivas, sería factible que hayas incorporado un paradigma que indique que las relaciones “siempre son así”; y es posible que aparezcan limitantes en ese aspecto de tu vida.
Un paradigma es una forma de entender las cosas, esa es su función; y dentro de su dinámica, dispara determinadas emociones, sensaciones e interpretaciones a nivel mental que definen tus resultados concretos.
Forma parte del sistema de creencias de cada uno respecto a la forma en que actuamos en los distintos ámbitos de la vida, por ejemplo, frente al dinero, la pareja, los amigos, el trabajo, la abundancia, la auto imagen que tienes de ti.
Fue el filósofo Thomas Khun quien impulsó este concepto de paradigma en su libro “La estructura de las revoluciones científicas” (1962). Para él, los paradigmas son “un conjunto de experiencias, creencias y valores que afectan la forma de percepción y como el ser humano responde a esta percepción y como entiende el conocimiento que está a su alcance”.
Paradigmas posibilitantes y limitantes
Al igual que las creencias, los paradigmas pueden ser posibilitantes o limitantes, dependiendo de tu percepción.
Los primeros son los que te favorecen y ayudan a tu impulso y desarrollo; en cambio los otros te frenan e impiden que alcances tus objetivos, anhelos y una mejor calidad de vida. Veamos algunos ejemplos:
- “Nací en una familia pobre; siempre seré así” > Imposibilitante: tu mente está cerrada a la posibilidad de abundancia en el aspecto que quisieras manifestarla.
“Si bien nací en familia pobre, sé que puedo cambiar eso y desarrollarme en lo que me apasiona” > Posibilitante: no niegas la realidad, y la activas internamente para cambiarla por aspectos que contribuyan a tu crecimiento.
2. “Soy un desastre con el inglés” > Imposibilitante: tu lenguaje es muy poderoso y en este caso, ha decretado juicios de valor hacia ti que harán complejo superar la dificultad con el idioma inglés.
“He tenido dificultad con el inglés; en base al estudio y a dedicarle enfoque y atención, estoy mejorando notablemente” > Posibilitante: en este caso afirmas en acciones concretas lo que estás haciendo para cambiar aquel paradigma limitante.
3. “Yo no voy a cambiar; en esta empresa esto se hizo siempre así” > Imposibilitante. La mente se cierra y no se abre a lo nuevo; el resultado es estancamiento.
“Hace 20 años que trabajo aquí; me gusta aprender cosas nuevas, todo lo que sea para mejorar nos ayuda a evolucionar en la empresa” > Posibilitante: la mente se expande y el resultado es desarrollo y avance.
3 ejercicios para cambiar tus paradigmas limitantes
Para ayudarte a cambiar tus paradigmas que parecen poner un freno de mano a tu vida, aquí van estas tres ideas prácticas:
- Examina cada área de tu vida: toma lápiz y papel y escribe las principales. Piensa honestamente cómo te relacionas con cada una y si estás en el nivel que te gustaría. En aquellos aspectos donde sientes trabas o limitaciones, detecta cuál es el paradigma subyacente. Identifícalo y escríbelo.
Establece un plan de al menos 30 días seguidos para pensar ese aspecto exactamente de la manera opuesta a como lo vienes haciendo, y observa el resultado. Al principio aplicarás la observación en forma consciente, con un enfoque en “pensar distinto y en positivo”, y es posible que a partir de las dos semanas lo empieces a hacer en forma instintiva y posibilitante.
- Observa y modela tu lenguaje interno. Todos tenemos un diálogo interior permanente; la ciencia afirma que aproximadamente tenemos unos 60.000 pensamientos diarios, y que un 90% son negativos: imagina el resultado. A eso le sumamos unos 12.000 diálogos internos con nosotros mismos.
El lenguaje es creador de significados y de sentido; y como tal, determina la calidad de los resultados que logras. Esta clave invita a que observes atentamente las palabras con las que te comunicas con los demás, y contigo, para -conscientemente- cambiar aquellos términos limitantes por otros posibilitantes. Ejemplos: “no puedo” por “voy a poder”, “no sé” por “estoy dispuesto a aprender”, “imposible” por “haré todo lo posible y más”. Y, claro está, actúas en consecuencia. Pruébalo al menos ocho semanas seguidas ininterrumpidamente, y observa los resultados en tu cambio de paradigmas.
- Evita reaccionar en automático frente a lo que confronta tus paradigmas. Cotidianamente vivimos situaciones que son opuestas a nuestra forma de ver el mundo; por ejemplo, cuando leemos una noticia con la que no coincidimos, o cuando alguien opina sobre un tema en forma disímil a tu postura, etc.
En este ejercicio propongo que detengas toda reacción automática, aplicando la técnica STOP de Tim Gallwey. Aquí la explico: Stop = Frenar; T (De la palabra ‘think’ en inglés) = Pensar; O = Observar, y P = Proceder, actuar. De esta forma, tomarás distancia de la reacción automática e inconsciente que generalmente tienes frente a lo que desafía tus paradigmas habituales, y prepararás tu mente para verificar si hubiese algo contributivo que pudieses rescatar . En caso afirmativo, lo aprecias aplicando una actitud proactiva hacia el mejor resultado posible; en caso negativo, lo dejas pasar, sin confrontar, o expresas tu punto de vista sin agresión ni juicios valorativos -aquí también estarás en modo proactivo, sin reacción que genere una bola de nieve dentro tuyo o en la situación-. Practícalo durante 90 días seguidos y observa el resultado.
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