Un movimiento que buscaba resaltar la naturalidad
En el siglo XIX, el arte estaba completamente dedicado a homenajear grandes batallas, retratar figuras emblemáticas, alabar miembros de la Iglesia o inmortalizar algún hecho trascendental –como la coronación de una reina-, no conocía de la cotidianidad.
Un movimiento fuera de lo común, comenzó a retratar las escenas más simples de la vida. Desde una cocina, hasta las afueras de un edificio; con el propósito de crear nuevas tendencias y romper con las reglas impuestas por el academicismo. Así nació el impresionismo.
Sus pinturas no eran copias exactas de la realidad, porque no buscaban ser realistas, su misión era pintar su impresión de las cosas, las personas, o el paisaje. Una visión completamente subjetiva de la realidad, es por esto que se llaman impresionistas, porque capturaban el movimiento y la vida de lo que veían.
Querían capturar el movimiento del color. Antes del impresionismo, los pintores solían hacer sus cuadros en estudios silenciosos y apartados, ellos comenzaron una travesía única y llevaron sus pinturas y lienzos al medio de la calle, de los jardines, de los paisajes.
Debían pintar rápido –o tener una memoria fantástica-, porque su propósito era capturar la luz, el color y el movimiento de una escena.
¿Cómo lo hacían? Camille Pissarro, uno de los impresionistas más destacados explicó –a modo de consejo de pintura- su técnica: “Trabaja al mismo tiempo el cielo, el agua, las ramas, el suelo. Todos en igualdad de condiciones. No tenga miedo de usar mucho color. Pinte generosamente, sin vacilar. No puede perder tiempo, debe mantener viva la primera impresión”.
El lienzo aprendió a caminar
Los impresionistas querían capturar el movimiento de la luz y cómo los colores variaban según pasaba el tiempo. Para lograrlo, debían trasladarse justo al lugar que querían pintar. Ya nada era imaginario ni contaban con escenarios premeditados. La espontaneidad de la vida era lo que determinaba el resultado de su lienzo.
El mundo entero se volvió el estudio del impresionismo, cualquier rincón podía convertirse en la musa perfecta para una obra maestra. El lienzo aprendió a caminar y se trasladó con cada uno de los pintores, que buscaba apasionadamente la posibilidad de darle inmortalidad a un instante.
Si bien el arte clásico y de la vieja escuela buscaba inmortalizar grandes momentos, lo hacían desde un culto a la belleza y al realismo, los impresionistas trabajaban bajo presión, el instante perfecto duraba pocos segundos, el perfeccionismo no cabía en sus cuadros. Dejaron a un lado las pinceladas delicadas de la vieja escuela y pasaron a unas mucho más gruesas y fáciles de identificar.
Las claves del impresionismo, una técnica libre y llena de versatilidad
Los impresionistas trabajaban prácticamente bajo presión, tenían el tiempo contado y las condiciones eran muy variables, por lo que ciertas características marcaron sus cuadros.
-Las pinceladas eran gruesas e identificables
No había tiempo de difuminar ni de buscar la perfección de las sombras, no hay cabida para el sfumato de Da Vinci, cada pincelada debe representar un color, un movimiento, debe estar viva, por eso, se ven con tanta facilidad.
– Muchos colores trabajando juntos
En lugar de mezclar varios tonos en una paleta hasta conseguir el color ideal y proceder a pintarlo, los impresionistas trabajaban agrupando distintas pinceladas de color hasta obtener la mezcla de sombras que necesitaban.
-Atención especial a la luz
Lo que más varía en la naturaleza, es la posición de la luz. Ellos se encargaban de capturar su movimiento a través de las pinceladas, además, era su misión lograr retratar una escena específica, en un momento específico.
-Momentos cotidianos
Se caracterizaban por la elección de sus escenarios, la naturalidad y espontaneidad de la vida. Desde una taza de té, hasta la brisa moviendo las hojas de los árboles.
-Subjetividad del pintor
Los impresionistas querían capturar su impresión, no la realidad. Era completamente subjetivo.
Un tributo a la libertad creativa
El impresionismo dejó atrás el yugo de las normas de arte clásico y comenzó a utilizar el arte como un mecanismo de expresión libre y sin ataduras. Se dice que este movimiento artístico fue el responsable del desarrollo del arte moderno, y sus preceptos y creencias, siguen vigentes años después de su creación.
¿Qué impresionistas destacaron por su trabajo? Claude Monet, Pierre-Auguste Renoir, Alfred Sisley, Berthe Morisot, Camille Pissarro, Edgar Degas, entre otros.
Con información de: Historia-Arte/Tate.org/MyModernMet | Foto: Shutterstock
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