Movernos parece tarea fácil, pero ¿te has preguntado qué hay detrás de ello? En este quinto capítulo de la “neurotemporada” comprenderás por qué el ser humano tiene la capacidad de moverse, involucrando a neuronas motoras, al “sexto sentido” y al papel del cerebro en el asunto; con una explicación muy sencilla y para cualquier persona.
1. La locomoción animal
En los animales, la locomoción adecuada es crucial para encontrar pareja y alimentos y evitar depredadores o peligros. Entiéndase la palabra “locomoción” como desplazamiento de un lugar a otro, según la Real Academia Española.
Por esta razón es que el movimiento se vuelve algo esencial para la supervivencia, obviamente. Cuando los animales se encuentran con depredadores o condiciones peligrosas, sus sistemas sensoriales detectan patrones de estos estímulos dañinos, que luego se integran y procesan en el sistema nervioso central para controlar los sistemas motores, lo que lleva a cambios en los programas de comportamiento, incluidas las maniobras locomotoras. Además, esta modificación del comportamiento se modula aún más por la experiencia previa y el estado interno.
Luego de esta pequeña perspectiva de locomoción animal, pasemos a un tema más microscópico.
2. Las neuronas motoras superiores e inferiores
En nuestros movimientos voluntarios se ubican los músculos esqueléticos, los cuales se unen a los huesos. De modo que los músculos de los brazos y las piernas entran en esta categoría.
Pero ¿qué es lo que estimula la contracción de los músculos esqueléticos? En esto tiene que ver el sistema nervioso, por supuesto. Para el movimiento tenemos dos neuronas motoras: las superiores y las inferiores.
Las neuronas motoras inferiores viajan dentro de nervios para estimular la contracción del músculo esquelético, y su actividad está influida por:
- Retroalimentación sensorial proveniente de los músculos y tendones (con la palabra “sensorial” nos referimos a los sentidos).
- Efectos dependientes de las neuronas motoras superiores. Estas se ubican en el encéfalo.
Así pues, se dice que las neuronas motoras inferiores son la “vía común final” mediante la cual los estímulos sensoriales y los centros encefálicos superiores ejercen control sobre los movimientos musculoesqueléticos; como una especie de jerarquía en la que sentidos y órdenes de arriba colisionan en el rango inferior.
Para explicar este episodio con más comodidad, nos organizamos para hablar de las dos influencias hacia las neuronas motoras inferiores por separado: la retroalimentación sensorial y las neuronas motoras superiores.
3. Retroalimentación sensorial proveniente de músculos y tendones
3.1. ¿Qué es la propiocepción y en qué nos ayuda?
A fin de que el sistema nervioso controle de manera apropiada los movimientos musculoesqueléticos, debe recibir información de retroalimentación sensorial continua acerca de los efectos de sus acciones.
En la retroalimentación sensorial está presente un sentido, que en algunos sitios de información se considera como el “sexto sentido”: la propiocepción. En efecto, en el primer capítulo de la “neurotemporada” dijimos que el cuerpo humano posee más de cinco sentidos, y entre estos se ubicaba la propiocepción.
La propiocepción es la conciencia del estado mecánico y espacial del cuerpo y sus partes musculoesqueléticas. En otras palabras más agradables, nos permite percibir la posición y el movimiento de nuestro cuerpo, la fuerza y el esfuerzo que generan nuestros músculos y el peso de los objetos que levantamos.
Gracias a la propiocepción podemos saber cómo tenemos colocada una pierna sin necesidad de mirarla y correr sin estar pendiente de cómo colocar la pierna en cada zancada.
Si quieres conocer más detalles sobre qué cosas están detrás de nuestro «sexto sentido», cómo es vivir sin él y el propósito de nuestro cerebro en el movimiento, escucha el episodio 37 (o quinto capítulo de la «neurotemporada») de Minutos Médicos en tu plataforma de podcast favorita, o en el reproductor de este artículo.
Imagen portada: Shutterstock
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