Se ha documentado que las personas que creen en lo paranormal también tienen mayor tendencia a buscar la información que les da la razón en sus creencias iniciales.
La mayoría de quienes estén leyendo este texto no creerán en cuentos de hadas, fantasmas ni unicornios. Pero si preguntásemos en nuestro círculo de conocidos empezarían a aflorar creencias de lo más variopinto. Es bastante habitual encontrar a alguien que crea en el diablo o en los espíritus. Incluso, esforzándonos un poco más, daremos con creyentes en la magia negra, los duendes y la telequinesis. ¿Qué puede llevar a algunas personas a desarrollar estas creencias tan extrañas?
Los estudios indican que no podemos atribuir las creencias paranormales solo a personas con escasa formación o inteligencia. De hecho, las encuestas a gran escala muestran que en el mundo desarrollado existe un porcentaje elevado de personas que siguen rituales supersticiosos, o creen en teorías de la conspiración.
En esta lista de rituales caben conductas tan habituales como llevar un amuleto a un examen y leer el horóscopo en el periódico. Ninguno estamos a salvo de tener alguna de estas creencias paranormales, en mayor o menor medida, sin importar nuestra educación ni nivel social.
Si descartamos una explicación basada en el déficit de inteligencia o formación, habrá que esclarecer qué tienen en común la mayoría de estas creencias. Uno de los ingredientes presentes en casi todas las creencias paranormales es una alteración en la capacidad para establecer relaciones de causa-efecto.
Por ejemplo, un ruido repentino en una casa antigua podría explicarse de muchas maneras. La mayoría racionales: “El ruido lo ha provocado un golpe de aire”. Sin embargo, las personas que creen en este tipo de fenómenos recurrirán a una explicación que en otro contexto sería muy improbable: “El ruido lo ha provocado un espíritu”.
Lo mismo sucede con creencias más comunes como el uso de amuletos y rituales de la suerte. Si preguntamos a un corredor de maratón por qué repite los mismos gestos antes de cada carrera, o cómo cree que esos rituales pueden afectar a su rendimiento, encontraremos que está realizando un razonamiento causal atípico.
Una relación causa-efecto que no existe
En psicología experimental está documentado un fenómeno llamado ilusión causal, que consiste en detectar una relación de causa-efecto allí donde no la hay. Este fenómeno es muy fácil de inducir en el laboratorio.
Al participante de uno de estos experimentos se le muestra un botón que está conectado a una bombilla y que puede pulsar a su antojo. En realidad, la luz se enciende en momentos aleatorios, sin relación con la pulsación del botón. Sin embargo, la mayoría de los participantes acaban convencidos de que la luz se enciende debido a las pulsaciones del botón.
¿Por qué ocurre esta ilusión? Los investigadores creen que las coincidencias (por pura suerte) entre la pulsación del botón y el encendido de la luz tienen un papel importante, pues les llevan a pensar que el botón funciona.
Esta ilusión causal aparece con facilidad en casi todas las personas, y se ha descrito como un tipo de “sesgo cognitivo”, un modo de pensamiento intuitivo y rápido que nos ayuda a tomar decisiones sin esfuerzo. En determinadas situaciones, como la del experimento, conduce a errores.
La pregunta que nos planteamos es la siguiente: ¿y si esta útil tendencia a percibir patrones de causa-efecto facilitara la aparición de creencias paranormales? Esto tendría sentido. Al fin y al cabo, muchas de ellas consisten en detectar relaciones causales allí donde no las hay: “El amuleto da buena suerte”, “los objetos se mueven con el pensamiento”.
El sesgo de confirmación
Unos psicólogos llevaron a cabo un experimento en el que intentaron reproducir una ilusión causal con un procedimiento como el descrito arriba. También interrogaron a los participantes acerca de sus creencias paranormales mediante un cuestionario.
Los resultados indicaron que las personas que creen en lo paranormal son también más propensas a desarrollar ilusiones de causalidad en el laboratorio. Además, los investigadores dieron con un posible mecanismo de por qué esto es así.
Durante el experimento, los creyentes en lo paranormal tendían a pulsar el botón mucho más a menudo que los no creyentes. Esto se conoce como “sesgo de confirmación”, e implica que, mediante su conducta de pulsar el botón, los participantes estaban produciendo especialmente el tipo de información que confirmaba sus creencias.
Una persona que pulsara el botón en la mitad de las ocasiones observaría que la luz se encendía al azar. Es decir, también cuando no había pulsado el botón. Pero el patrón aleatorio es más difícil de detectar cuando se pulsa el botón en casi todas las ocasiones, como hicieron los creyentes en lo paranormal.
Se ha documentado que las personas que creen en lo paranormal también tienen mayor tendencia a buscar la información que les da la razón en sus creencias iniciales. Aunque todavía no podemos confirmarlo, este sesgo de confirmación y la ilusión causal que produce podrían ser el germen que llevara, con el tiempo, a desarrollar creencias extrañas como las descritas. Futuras investigaciones nos permitirán detallar el origen de estas creencias y diseñar estrategias para tratarlas y prevenirlas.
Fernando Blanco Bregón, Profesor de Psicología Experimental, Universidad de Deusto
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original. Foto: Shutterstock
--
--