OPINIÓN.- Es febrero y por más que me resisto, me resulta inevitable hablar del amor, ese sentimiento tan extenso y con matices tan variados como el tema mismo, y que debería demostrarse a diario, lo cual, como es bien sabido, no es nada fácil y menos tratándose del amor que hoy nos ocupa, el de pareja, el cual vive esas demostraciones principalmente en la etapa inicial del enamoramiento.
Sí, esa etapa en la que todo es un impulso, un ir y venir de sustancias químicas, donde la principal culpable es la feniletilamina, una sustancia que hace segregar a la dopamina, norepinefrina y oxitocina, quienes en conjunto pareciera que atacan de forma traviesa al organismo para hacernos reaccionar con sudoración, taquicardia, aumento de presión, deseo, entre otras, muchas veces, vergonzosas situaciones.
Nos sentimos gobernados únicamente de impulsos, en pocas palabras, sentimos que la euforia nos invade y si además agregamos a los neurotransmisores que dan entrada a los sentimientos y los frenesíes que estos conllevan, entonces es ahí, cuando podemos decir que estamos afortunada o perdidamente enamorados. Los suspiros invaden el entorno, los defectos no existen en la pareja, el tiempo a su lado pasa volando y pareciera imposible separarse, es un estado grandioso de felicidad.
Sin embargo y lamentablemente, en esta vida nada es para siempre y así como el enamoramiento nos puede durar días, puede llegar a durar hasta 2 o 3 años, según algunos científicos. Finalmente la bioquímica disminuye, y si era solamente esto lo que mantenía la relación entonces viene la separación. Pero si al contrario, encontramos en la otra persona gustos afines, enfoques similares, plática interesante y otras motivaciones simultáneas a la atracción, entonces podemos dar paso a un amor tranquilo y que nos brinde seguridad, esa etapa en la que es necesario aprender el arte de amar, tal como lo expresó Erich Fromm, y que probablemente pocos conocemos.
En la vida nos enfocamos a ser exitosos, mantenernos bellos, cultos, a tener dinero, pero poco tiempo lo destinamos a la unión interpersonal, a la fusión en el amor y sobre todo a mantenerlo. Si bien, el enamoramiento desapareció, el amor puede conservarse y atenderse, porque esta vez ya no es sólo tarea de hormonas y sustancias, sino que la tarea se vuelve individual y enfocada a nuestra pareja.
Para aprender el diario arte de amar, primero debemos saber que el amor requiere de cuidado, respeto, y conocimiento, no podemos amar lo que no conocemos, tratemos de darnos la oportunidad de conocer a nuestra pareja y saber que aunque somos dos seres individuales, buscaremos crecer juntos en una misma dirección. El amor inicia con un impulso, sin embargo continuar amando a nuestra pareja es una decisión personal que requiere compromiso, y con esto me refiero a un compromiso principalmente de lealtad, donde buscaremos la compañía del ser amado, pero respetando la individualidad de cada quien, donde dedicaremos tiempo a la pareja, pero un tiempo de calidad, donde cuidaremos diversos factores que finalmente nos llevan a concluir que una relación basada en el amor demanda responsabilidad y que una relación de pareja siempre es para ser y estar mejor.
Amar es una tarea de todos los días que deberíamos perfeccionar con el tiempo, sabiendo que solamente puede crecer en la confianza y que se fundamenta principalmente en el dar, esa acción que como seres humanos nos llena aún más que el recibir, porque al dar estamos entregando de diferentes maneras parte de nuestra vida a la otra persona, y por inercia natural cuando entregamos lo mejor de nosotros, no podemos más que recibir lo mismo y de esta forma comenzamos a compartir en pareja la dicha que se ha formado gracias a esta entrega mutua.
Finalmente y citando la premisa de Fromm de su libro “El arte de amar”, nos dice que “…el amor no es un fenómeno accidental y mecánico que simplemente se experimenta. Es por el contrario, un arte, algo que requiere un aprendizaje.” Por lo que, en mi opinión, los que tengan una pareja y estén en la etapa de aprendizaje, cuídenla, respétenla y sobre todo conózcanla, y los que se encuentren aún en la ducha química del enamoramiento, disfrútenla al máximo, que ya después tomarán las clases para saber amar.
Una colaboración de Mabel Almaguer para @Culturizando
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