La honestidad, del término latino honestĭtas, es la cualidad de honesto. Por lo tanto, la palabra hace referencia a aquel que es decente, decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo, recto u honrado, según detalla el diccionario de la Real Academia Española (RAE).
La honestidad es un valor moral fundamental para entablar relaciones interpersonales basadas en la confianza, la sinceridad y el respeto mutuos.
Una persona que actúa con honestidad lo hace siempre apoyada en valores como la verdad y la justicia, y no antepone a estos sus propias necesidades o intereses. En este sentido, es una persona apegada a un código de conducta caracterizado por la rectitud, la probidad y la honradez.
La honestidad verdadera permea todos los aspectos de la vida de una persona: se manifiesta socialmente, pero también en el entorno íntimo del individuo y en su vida interior. Esto quiere decir que la honestidad es tanto exterior como interior, en vista de lo cual debe ser un comportamiento coherente, donde las acciones del individuo sean consecuentes con lo que piensa, dice y predica.
Esta semana reflexionamos sobre la honestidad:
«Siempre dí lo que sientes y haz lo que piensas.» Gabriel García Márquez
«La honestidad es la mejor política.» Benjamin Franklin
«Honestidad: la mejor de todas las artes perdidas.» Mark Twain
«El beso es la válvula de escape de la honestidad.» Paul Gerandy
«Las honestas palabras dan indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.» Miguel de Cervantes Saavedra
«La honestidad es alabada y se queda fría.» Juvenal
«Me gusta que la gente saque lo que lleva dentro. Porque es como un autorretrato con palabras.» Anna Gavalda
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