El término Ramera tiene su origen en el siglo XII. Durante la Edad Media la prostitución era un oficio más, aceptado y reglamentado por los municipios y controlado por las autoridades sanitarias.
La existencia de instrumentos legales no evitaba en determinados casos el abuso y la explotación de estas mujeres de vida alegre. Las prostitutas que decidían no someterse a las normas, e incluso a los engaños y vejaciones que imperaban en los burdeles, podían completar el trabajo sin salir de casa.
Para ser localizadas por los clientes, colocaban un ramo de llamativas flores en el balcón o en la entrada de la vivienda. Por este motivo, las prostitutas empezaron a ser conocidas con el nombre de rameras, apelativo que ha llegado hasta nuestros días y que se suele utilizar de forma despectiva para referirse a ellas.
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