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No son lo mismo: Conoce la diferencia entre emociones y sentimientos para tener más Inteligencia Emocional

No son lo mismo: Conoce la diferencia entre emociones y sentimientos para tener más Inteligencia Emocional

Es muy habitual que, en cualquier contexto, se hable de emociones y sentimientos como si fuesen sinónimos. Aunque no lo son. Conocer esta distinción es fundamental para enfocarte en comportamientos más saludables y lograr una mejor calidad de vida.

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  • ¿Qué es una emoción?

Una emoción está dada por una serie de respuestas del organismo que predisponen a reaccionar de cierta forma ante un estímulo externo o interno. Por ejemplo, algo que me dicen o que veo; o un pensamiento, un recuerdo, una imagen interior.

Las emociones tienen una duración menor que los sentimientos: son transitorias y más intensas, y por eso marcan picos en positivo o negativo, dependiendo de la polaridad con la que percibamos o interpretemos lo que producen en cada uno.

Fisiológicamente, las emociones tienen su origen en el cerebro, en la corteza prefrontal, y en la amígdala (pequeña, del tamaño de una almendra), donde se generan reacciones que alteran el estado físico.

Para comprenderlo mejor, es energía moviéndose y por eso se estanca si la reprimimos.

Otro aspecto diferencial lo explica la psicología, y es que la emoción va primero; si no se produce esa reacción emocional no habrá un sentimiento añadido. Y una misma emoción puede despertar distintos sentimientos. Todo depende del entorno y momento.

Sobre el orden en que se manifiestan, hay muchos autores que ubican primero al pensamiento y luego a la emoción, según la corriente que expresen.

Lo que sí podemos observar en nosotros mismos es que se produce un hecho, lo sentimos de determinada manera, e inmediatamente aparecen al instante pensamientos de distinto tipo sobre lo que está pasando.

Ahora bien: sabemos también que la sobrecarga excesiva de pensamientos preocupantes, pueden, por ejemplo, llevar a tener emociones intensas o negativas, y en ese caso, el proceso se retroalimenta de ida y vuelta permanentemente, como en una rueda sin fin, creando un círculo vicioso del que la persona quizás no logra salir.

  • El para qué de las emociones

Las emociones tienen un fin adaptativo. Desde el origen de la humanidad, cuando las poblaciones prehistóricas debían enfrentarse a los peligros, desarrollaron lo que se llama cerebro reptiliano, que es el que define el impulso de afrontar o huir de las situaciones.

Por lo tanto, las emociones no son ni buenas ni malas: en esencia son neutras; aunque es nuestra forma de interpretarlas y canalizarlas lo que le da ese tono positivo o negativo.

También es importante conocer que las emociones tienen origen físico y desde el instinto, y nos damos cuenta de su presencia a simple vista, con sólo observar el lenguaje corporal, las expresiones del rostro y alteraciones del pulso, por ejemplo.

Fue en 1972 cuando el psicólogo Paul Ekam hizo su definición de las 6 emociones básicas: ira, asco, miedo, alegría, tristeza y sorpresa, y afirmó que independientemente de la cultura, son ejes importantes en la construcción de la estructura psíquica de las personas. Por lo tanto, se las considera como emociones universales.

Otros autores incluyen la culpa dentro de las básicas y hay un extenso grupo de emociones secundarias que derivan de las mencionadas.

  • ¿Qué es un sentimiento?

La suma de una emoción y de un pensamiento conforma un sentimiento. En este proceso interno, la toma de consciencia de la emoción que se vive, a través de un pensamiento, se transforma en un sentir interno de distinto tipo.

De esta forma, en la conformación de un sentimiento aparece no solo lo emocional, sino lo subjetivo, cuando etiquetamos y clasificamos la emoción, y a su vez emitimos un juicio sobre eso.

El sentimiento suele ser más duradero que una emoción, y viene justo a continuación de éstas. No aparece el sentimiento sin emoción, y en este caso, es más dificultoso medirlo. Una persona puede ocultar sus sentimientos, aunque difícilmente se te escape el estado emocional de alguien.

Sólo como referencia, algunos sentimientos de tipo negativos pueden ser la tristeza, miedo, desesperanza, celos, y positivos como la alegría, el amor y la esperanza. También los hay neutros, como la compasión, la sorpresa y la gratitud.

  • 5 formas de trabajar la Inteligencia Emocional y los sentimientos

Según Daniel Goleman, autor del libro “Inteligencia Emocional” y otras obras sobre la materia, es posible trabajar internamente en lograr un balance de las emociones y los sentimientos. Aquí van 5 propuestas:

1 – Observar. El acto de tomar consciencia de qué emoción está apareciendo, y qué sentimientos se despiertan, te dará información para preguntarte internamente y poder gestionar mejor el momento.

2 – Sí a la gestión emocional, no al control. Las emociones no se pueden controlar; sin embargo, se pueden gestionar de manera más asertiva y reconducirlas mejor hacia un estado de equilibrio afín con los objetivos que tengas.

3 – Estamos influidos por el entorno. En cualquier cultura, el entorno ejerce una fuerza que muchas veces hace que se generen determinado tipo de emociones o de sentimientos. Es saludable observarlo, mejorarlo, y, en muchos casos extremos, apartarse porque será la única forma de salir adelante y conquistar una vida más armoniosa.

4 – El autoconocimiento es la gran llave. Cualquier persona que quiera evolucionar en su Inteligencia emocional necesita darse el permiso y el tiempo para conocerse a sí mismo: profundizar en sus creencias y paradigmas puede ser un buen punto de partida.

5 – Detectar los disparadores emocionales. Una vez que hayas avanzado en tu habilidad de auto observación, tendrás más en claro de dónde proviene la energía que se mueve y, de forma consciente, podrás gestionarla más apropiadamente. Esto no significa dejar de percibir las emociones: por el contrario, estarás en una mejor condición para tomar consciencia de esa vivencia, y elegir el curso de acción más apropiado para ti.

Imagen: Shutterstock

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